Faltan once minutos para la media noche, Alejandra con el teléfono en mano espera ansiosamente que pasen esos sesenta segundos que la separan del "Hola" de su confidente desconocido. Con él puede ser ella misma, sin la máscara de estoica que desde su infancia se colocó.
Franco está en su habitación, ya ha escrito su acostumbrado Hola y cuenta regresivamente los 25 segundos para pulsar enviar. Él es un ser sensible sin saberlo, su oculta pasión por las artes lo llevó a ella, a esa mujer de la que no conoce ni su nombre, ni su rostro, ni su edad, pero que lo sensibiliza al extremo de sentir sus caricias en el alma.
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Doce
Alejandra va nerviosa durante todo el camino al aeropuerto, Franco no ha soltado su mano y cada tanto deja un beso en ella.
—Relájate, a quien te tenías que ganar era a mí y me tienes a tus pies— dice tratando de calmar un poco la tensión de su chica.
—No quiero ser la causante de un disgusto si no les caigo bien— dice tratando de no verse vulnerable.
—No te preocupes, ellos ya saben que estoy de novio por primera vez en mi vida— confiesa ante la incrédula mirada de Alejandra.
—Mentira.
—Es verdad, aunque si era considerado un mujeriego, nunca tuve una novia como tal y debo confesarte que hace tiempo me cansé— voltea un momento para mirarla —¿y tú?
—Bueno yo si tuve dos novios — se sincera —pero más por presión de grupo que por otra cosa, hasta hace como cuatro meses mi mamá intentaba convencerme para que me casara, alegando que estoy vieja y prácticamente nadie más se fijaría en mí — hace una pausa, frunciendo el ceño, al ver la reacción de Franco que se le han puesto los nudillos de la mano blancos de apretar fuerte el volante —de todas formas después le terminé, no era justo que lo hiciera perder su tiempo.
—Pues, a partir de este momento yo seré el que le moverá el piso a usted, señorita Smith— dice mientras estaciona frente al aeropuerto.
—Eres el único que me ha movido el piso— dice con una sonrisa sincera y notablemente más relajada.
A través de la puerta de inmigración, Franco ve salir a sus padres y se acerca a ellos sin soltar en ningún momento la mano de su chica.
Ya delante del matrimonio Alcázar, el chico abraza a sus padres y les presenta a Alejandra como su novia, ambos se comportan amables con ella, aunque el más emocionado es su padre, quien determina que la chica no es una de las tantas mujeres plásticas como las que siempre le acompañaban.
—Un gusto en conocerte, estoy encantada de al fin ver qué mi hijo se está enseriando— dice la madre — mi nombre es Stella.
—El gusto es mío, señora— responde la chica haciendo gala de una seguridad que realmente no tiene y estrechando su mano.
—También a mi me da mucho gusto conocerte Alejandra, yo soy Carlos — interrumpe el padre de Franco.
—Un placer señor Alcázar.
—¿Y mi hermana?— pregunta el chico.
—Sabes como es Julieta, dijo que tenía un negocio pendiente y no podía posponerlo.— responde el mayor de los Alcázar.
Después de llevarlos al hotel donde tiene el matrimonio su reservación, Franco toma rumbo hacia su residencia.
—Tengo todo listo para que salgamos desde aquí, tendrás todo lo que puedas necesitar — comenta con entusiasmo.
Al entrar al apartamento Alejandra frena sus pasos, cuando ve la fotografía impresa en gran formato que Reinaldo Leiva le tomó, en el museo Metropolitano. La chica no sale de su asombro.
—Creo que ese día me enamoré de tí — le dice al oído, mientras la abraza por la espalda.
—¿Desde cuando la tienes?— siente curiosidad.
—No lo sé, 6 meses tal vez.
—En ese tiempo no te conocía— expresa girando en su eje, sin soltarse de sus brazos.
—Así es— contesta con una sonrisa que llega a sus ojos.
—¿Esa es la sorpresa que me iba a Llevar?— pregunta con los ojos brillando de emoción, mientras él afirma con la cabeza —y vaya que me la llevé, pero yo también te puedo sorprender —expresa con una sonrisa y mordiendo su labio inferior.
—¿Quieres algo de beber?— ofrece él
—Agua por favor.
Alejandra aprovecha que se ha alejado y escribe desde la cuenta de Galatea2943 "Creo que lo nuestro comenzó antes de que descompletaras la colección del maestro Leiva"
A Alejandra le fue inevitable soltar una sonora carcajada, cuando escuchó cristales romper en la cocina y de inmediato ve salir a Franco con el teléfono en la mano.
—Asi es Bragi— solo eso pudo decir antes de que Franco atacará sus labios con vehemencia.
—¡Dios mío, Ale!, definitivamente yo te amo— susurra, sin un ápice de dudas y aun pegado a sus labios.
—Y yo a tí— responde bajito y extrañada por las palabras que pronunció, para continuar con la sesión de besos.
—¿Desde cuándo lo sabes?— lo asalta la curiosidad.
—Desde el día que me contaste la mala jornada que tuviste con la decoradora que dañó el grabado.
—Mi Galatea— susurra al oído de ella mientras la aprieta contra su pecho.
Franco toma la mano de Alejandra y la lleva hasta la habitación principal, sobre la cama hay cuatro cajas.
—Me gustaría que uses lo que está Aquí.
—¿Compraste tú mismo todo esto para mí?— pregunta con una ceja levantada, cuando reconoce la marca de una tienda de lencería.
—Tranquila, no he visto lo que hay dentro de la que más te preocupa, con eso pedí ayuda en el mismo lugar que compré el vestido— responde señalando la caja sellada con una etiqueta de una famosa marca de ropa interior...
La puerta de la habitación se abre y el enamorado canadiense, queda extasiado al ver salir a la mujer, ataviada en el hermoso vestido a media pierna, cuello alto y mangas largas. El tejido Lurex* verde esmeralda cae sutil y perfectamente en cada curva de su cuerpo haciéndola ver extremadamente sensual, sin mostrar piel, al mismo tiempo que los destellos dorados que irradia la tela le da el toque de sofisticación.
Un par de sandalias altas doradas con toques verde, el cabello recogido con una peineta áurea y los ojos ahumados en el tono predominante con su característico labial vino complementan su atuendo.
Por su parte, el canadiense va a juego con un traje de tres piezas negro, camisa blanca con puños, que sobresalen del saco, adornados con un par de gemelos de oro, corbata y pañuelo esmeralda. Desde cualquier lugar que los miren podrán ser identificados como pareja.
—Estás hermosa— dice Franco acercándose a la chica —sólo falta esto— agrega abriendo un estuche de terciopelo y colocándole el par de delgados y delicados zarcillos de oro, en forma de lágrima de 10 centímetros de largo que atraen la mirada a su cuello.
Llegó el momento de cortar el listón y dar por inaugurada la sucursal, Franco lleva a Alejandra hasta el grabado, resguardado por una urna de cristal, como ella había recomendado, le señala la placa de bronce con la inscripción "Autor desconocido 1951, restaurado por Alejandra Smith 2021".
La chica emocionada, le da a Franco un abrazo en agradecimiento; sin embargo, la emoción se apaga en el momento que escucha a su espalda la voz de su hermano.
—Hermanita, al fin te vistes de gente— era Pedro Smith acompañado de Lilly, quien tenía en su rostro una sonrisa de burla.
El canadiense va a responder al agravio hacia su novia, pero ella no se lo permite.
—Déjalo, mi hermano llegará a viejo, pero nunca a hombre— dijo en un tono lo suficientemente alto para que Pedro y su novia oigan, pero no tanto como para que otros sepan lo que está pasando; entonces toma del brazo a Franco para seguir recorriendo el lugar, como si no le afectará en lo más mínimo la burla que en realidad sí le dolió.
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(*)El Lurex es una fibra sintética, elástica y brillante, formada por hilo de aluminio recubierto de una lámina transparente de plástico de diferentes colores. El nombre popularmente usado para esta tela es, de hecho, la marca registrada Lurex® para un tipo de hilo metalizado, creado en 1946.