Su nombre es Mia Velasquez, ella justo a dos amigas había habían viajado a una hermosa isla en el mediterráneo remota, con una cultura impresionante aunque desconocida para muchos, lo más atractivo de ese lugar es que aún existía la monarquía.
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Capítulo 06.
Pero no llego hasta Mia, una mujer interrumpió el paso a Sebastián. Ella suelta el aire que había estado conteniendo desde que lo vio bajando las escaleras.
- Debo salir a tomar aire—Aún mareada, sin quitarle la mirada a Sebastián, él tampoco a ella, a pesar que estaba hablando con la hermosa mujer que tenía al lado.
- Claro, vamos— La tomo del brazo, se fueron hacía el jardín— ¿Quieres te traiga un vaso con agua? Te veo muy pálida—Le dijo Frank con preocupación.
- Si, por favor—Frank entro de nuevo mientras Mia tomaba aire, estaba tan nerviosa. "Sebastián es el príncipe" se repetía una y otra vez en su cabeza. Sintió unos pasos detrás de ella, pensando que era Frank pero al voltearse era Sebastián que la miraba ¿molesto? Eso la sorprendió.
- ¿Qué haces aquí?—Le preguntó de forma brusca.
- Estoy aquí por una invitación de la empresa donde trabajo—Le temblaban mucho las manos, estaba más bello de la última vez.
- Así que del trabajo. Tú me debes una explicación por lo que paso hace diez meses—Dice enojado cruzándose de brazos sin quitar sus ojos de la rubia.
- No te debo explicaciones de nada. Tú y yo no tenemos nada—Dijo un poco alterada.
- Claro que si, te fuiste sin decirme una sola palabra—Le reclamó molesto.
"me sentía avergonzada conmigo misma" se dijo así misma.
- Lo que pasó ya sucedió, nos dejamos llevar por el momento, eso es todo. Me fui porque no quería.... — Se quedo callada quería decir "Enfrentarme a ti"— Es mejor dejar esto hasta aquí—Dirigiéndose a la puerta, pero Sebastián la retuvo por el brazo— ¡Suéltame!
- No te voy a soltar, porque eso no es una explicación. Me preocupe mucho por ti cuando no te vi en la habitación eres la primera mujer que me abandona así. Por eso estoy tan molesto contigo—Le confeso, Mia lo miro con desagrado como era capaz de decirle eso "la primera mujer" bueno seguro había tenido muchas, eso le dio rabia o ¿celos?
- Suéltame, Sebastián. Supéralo eso paso hace diez meses nosotros ya no tenemos nada que ver—Mintió, sin referirse en ningún momento que tenían una hija en común.
"El no debe saberlo" le decía su subconsciente "Pero ¿Por qué no? Por Dios Mia, es el príncipe. Si él quisiera te la puede quitar" pensar en esa posibilidad la hizo asustarse más, tenía que salir de allí.
- Claro ya todo quedo en el pasado, ¿Acaso se debe al hombre ese que te acompaña?—Dice muy serio apretando la mandíbula.
- Eso no es problema tuyo.
- ¿No?— La atrajo hacia a él, quedando prisionera en sus brazos, aquella sensación que había experimentado hace unos meses había vuelto—Quiero comprobar si ya te olvidaste de esto—Se inclino para reclamar su boca, pero antes de que lo hiciera Mia lo empujo con las pocas fuerzas que tenía.
En ese momento hace su aparición Frank con el vaso de agua.
- Aquí tienes mi amor, lamento la demora no encontraba quién me sirviera el vaso de agua—Sonriendo, le entrego el vaso. Hasta que noto la presencia del príncipe— ¿Su Alteza?
- Si, discúlpenme. Debo seguir hablando con mis invitados—Sin dejar de mirar a Mia, se fue.
- ¿De qué estabas hablando con el príncipe?
Mia aun sin salir del trance, tuvo que recuperar el aliento.
- Solo le decía lo hermoso que era este lugar y que estaba encantada de la invitación eso es todo—Mirándolo extrañada, acaso no reconocía a Sebastián, Frank lo había visto en la discoteca. Tal vez porque el lugar no había casi luz y también que Sebastián vestía de negro con aquella gorra que tapaba casi su rostro.
- Que bien, me alegro que hayas conocido al futuro Rey.
Aun Mia no caía en cuenta, ¿Por qué no le había dicho que era el príncipe? Tomo su agua despacio para relajarse.
- Mejor entremos, ya va a comenzar la cena. Escuche que harán el anuncio allí—Se fueron hacia el gran salón, donde ya todos los invitados entraban aquel impresionante comedor.
Miro a Sebastián que estaba sentado al lado de la misma mujer que había visto hace unos minutos en su compañía. Él tampoco le quitaba la mirada de encima. Aquello se estaba volviendo incómodo.
Un hombre canoso sabía que era el Rey James de Kingston se levanto de su silla con su copa en mano.
- Buenas noches a todos, y gracias por venir al castillo. Los hemos invitado para hacerle un gran anuncio uno muy importante. Mi hija la princesa Helen y el príncipe Sebastián acaban de comprometerse en matrimonio.
Ese anuncio acaba de terminar de romperle el corazón a Mia, estaba tan sorprendida y dolida de escuchar esa noticia.
- Así que levantemos las copas para darle la hora buena a los futuros esposos—Todos los invitados sorprendidos también con el anuncio hicieron un brindis por los comprometidos. La princesa Helen le dio un beso a Sebastián en la mejilla se veía feliz, pero él estaba muy serio, no le quitaba la mirada de encima a Mia.
- ¿Podemos irnos, Frank?—Le dice a su novio con ganas de llorar.
- ¿Por qué?—Sorprendido.
- Es que no me gusta dejar tanto tiempo sola a Julie, recuerda que aun le dio pecho tal vez tenga hambre. —Dice como excusa para salir de aquel lugar.
- Cierto, voy a despedirme de mi papá y nos vamos— Se fue a buscarlo.
Sebastian la miraba intensamente mientras su prometida no se aparta de su lado se veía que la emoción en sus ojos verdes pero en cambio él parecía Incómodo y enojado, ella solo quería irse de allí no soportaba su presencia ni menos sabiendo que se iba a casar con una princesa.
Después de irse del palacio, Mia iba en silencio Frank la miro desconcertado.
- Mia ¿Estas escuchando? Llevo rato hablándote.
- Lo siento Frank, debo estar cansada.
Lo único que pensaba era en Sebastián y que pronto se iba a casar, ahora menos que nunca le diría que tenían una hija.
Cuando llegaron al apartamento, fueron a casa de la señora Denisse.
- ¿Cómo les fue?
- Bien, mamá. Imagínate que el príncipe Sebastián se va a casar pronto con la princesa de Kingston.
Mia tomo a su hija en brazos, no quería seguir escuchando aquella conversación.
- ¿En serio? Qué buena noticia eso quiere decir que pronto a va reclamar el trono.
- Si es lo más seguro.
- Ya me voy a dormir, estoy muy cansada. Gracias por cuidar a mi hija—Dijo eso para que dejarán de hablar sobre Sebastián y su prometida.
- No es nada, sabes que me encanta cuidarla—Dice Denisse sonriendo.
- Mi amor, te acompaño—Se despidieron de Denisse, Mia subió a su apartamento acostó a su hija en la cuna.
- Tan hermosa que es Julie como su madre- Dijo Frank mirándola desde la cuna.
- Sí, la amo tanto. Ven vamos a sentarnos—Se agarraron de las manos, salieron hacia a la sala—Gracias por esta noche.
- De nada, amor—Le dio un beso—Me voy para dejarte descansar.
- Nos vemos mañana en la oficina—Lo acompaño hacia a la puerta.
Luego que se fuera, se sentó de nuevo llevándose las manos a la cara. Tenía mucho que pensar al ver a Sebastián, despertó sentimientos en ella los mismo que sintió cuando compartieron aquella noche juntos.
Mientras tanto en el palacio, después que el baile había terminado, Sebastián decidió irse a la biblioteca se sentó en frente de la chimenea. Al rato entro Helen ahora luciendo otro vestido más cómodo.
- Sebastián ¿Vienes a dormir?— Colocando sus manos en los hombros de su prometido acariciándolo suavemente.
- No, iré dentro de un rato—Ni siquiera volteo a mirarla, sus ojos estaban fijos en las llamas que se esparcían en la chimenea mientras sus pensamientos están en otro lado.
- Está bien—Quitando sus manos—Yo si me iré a dormir me muero del sueño, estoy tan emocionada por lo de nuestro compromiso.
- Si—Dijo como si no le importara—Buenas noches Helen.
Helen percibió el rechazo y se fue molesta.
- Era ella ha vuelto tengo que verla de nuevo, necesito hacerlo como sea—Cerro los ojos recordando aquel día que la conoció.
- Hoy quiero irme al Night-Club ¿Vas acompañarme?— Le pregunto a Román uno de sus cuatro guarda espaldas, pero era al único que le tenía más confianza, lo protegía desde que tenía 10 años.
- Sabe que está prohibido que salga a estas hora del palacio—Recordándole las reglas.
- Si lo sé pero necesito divertirme. Iré aunque no quieras—Colocándose su chaqueta negra.
- Yo voy contigo, alteza. Ese es mi trabajo cuidarte.
- Entonces deja de sermonearme, esta noche quien quita te consigas una linda y sexy mujer—Sonriendo.
- Alteza, debería dejar esa vida loca que tiene, pronto usted será el Rey—Dice preocupado a pesar de todo quería mucho a ese chico.
- Oye Román, deja de hablarme como mi madre mientras tenga un poco de libertad hare lo que quiera, acaso la gente se le olvida que tengo veinticuatro años.
- Está bien Príncipe, ya no le diré nada. Voy a preparar la camioneta.
Sebastián siempre quería tener libertad ya que esas obligaciones reales le quitaban mucho tiempo. Luego de la muerte de su padre y su tío en aquel accidente de avión. Su abuelo sufriera un infarto que lo tenía en cama, su hermano Neill que renuncio a su titulo de Príncipe por fugarse con una chica humilde e irse a otro país. Tuvo que hacerse cargo de muchas cosas importantes en Villa Hermosa, ni siquiera pudo disfrutar de su niñez y su adolescencia.
Cuando llegaron al club estaba repleto de gente por suerte nadie lo reconoció y Román a su lado lo acompaño a la barra pidió dos cervezas.
- Vamos Román, no seas aguafiestas. Anímate—Dándole una cerveza—Es una orden.
Román la tomo pero no muy convencido, Sebastián miro hacia la puerta fue cuando la vio la mujer que lo dejo impactado, no podía quitarle la vista de encima era realmente bonita no le llamaban mucho la atención las rubias pero ella era una belleza con unas piernas espectaculares y aquel vestido hacia lucir más su figura cuando ella lo miro también, le llamo mas la atención. Quiso ir hasta a ella y conocerla pero una chica inoportuna se sentó a su lado.
- Sabes te me pareces alguien—Dijo la chica sonriendo, con su mano tocaba el brazo de Sebastián.
- Pues yo a ti no te conozco—Acomodándose la gorra no quería que nadie supiera quién era en realidad, después que la detallo no estaba nada mal la chica tenía unos senos enormes pero no es la quería realmente conocer—Aunque por ti, soy quien tú quieras—Sonriendo pícaramente.
- Eres un chico muy sexy y me gustas—Dijo la chica, se acercándose más a él.
Pero siguió viendo a la mujer que le llamo tanto la atención algo lo impulsaba a que tenía que ir a conocerla.
- ¿Me permites un momento? Es que tengo que irme—Se levanto de la silla.
- ¿A dónde?—Le pregunto intrigada.
"A conocer a la mujer que me dejo a cautivado" se dijo así mismo.