Austin lleva una vida envidiable y llena de éxito: es un médico de prestigio y forma parte de una hermosa familia. Sin embargo, tras su fachada impecable, guarda secretos y lleva una doble vida que mantiene en absoluto silencio. Todo cambia cuando conoce a una mujer misteriosa, cuyo carácter enigmático lo seduce y lo impulsa a explorar un mundo de placeres prohibidos. Este encuentro lo confronta con una profunda encrucijada, cuestionándose si la vida que ha construido y anhela realmente le brinda la felicidad genuina o si, en realidad, ha estado viviendo una ilusión.
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Caminos Peligrosos
Austin
Mantenerme en la línea recta de la moralidad me ha resultado cada vez más complicado. Las últimas semanas tras nuestro encuentro con Sasha han sido un verdadero tormento, una mezcla de culpa y deseo que pone en jaque mi vida familiar. A pesar de mi esfuerzo por ser un esposo y padre ejemplar, hay una parte de mí que se agita, llena de sombras y tentaciones.
—¿Austin, estás bien? —pregunta Laura, asomándose a mi puerta. Su tono es meloso, y eso me hace querer girar los ojos.
—Sí, solo cansado. Las cirugías de hoy fueron largas. —le respondo sin mirarla. No quiero que note cuánto me inquieta su insistencia.
Ella no lo toma bien. —Te ves agotado. Un trago después del trabajo te haría bien.
Me aferro a la absurda idea de que un trago no es lo único que me haría bien. —Agradezco la sugerencia, Laura, pero tengo que irme a casa.
Desaparece con un leve puchero y, de inmediato, siento alivio. Pero es un alivio breve; cuando miro la pantalla de mi ordenador, el descubrimiento que viene en forma de un correo electrónico me hunde nuevamente en la pesadilla.
Abro el mensaje con manos temblorosas. Sasha Bellamy, ella siempre sabe cómo atormentarme. Al revisar el documento, me encuentro con una serie de cláusulas que parecen conformar un exhaustivo contrato.
En primer lugar, existe un acuerdo de confidencialidad que prohíbe al usuario revelar, fotografiar o hacer comentarios sobre cualquier actividad del club "Velours" y sus miembros.
En primer lugar, hay un acuerdo de confidencialidad que impide al usuario divulgar, fotografiar o comentar sobre cualquier actividad del club "Velours", así como sobre sus miembros. Sigo ojeando y encuentro un acuerdo de consentimiento donde se aclara que al firmar, acepto las prácticas de Velours, participando solo en aquellas con las que me sienta a gusto. También se incluye un apartado sobre límites y respeto, enfatizando la importancia del respeto mutuo para una experiencia placentera. Las reglas son tan numerosas que el contrato se asemeja a los requisitos de entrada de un edificio de alta seguridad.
Además, se menciona una cuota de 1.150.000,00 dólares por evento, aunque curiosamente el checkbox de “usuario invitado” está seleccionado.
Todos son considerados usuarios VIP. Los eventos, que son temáticos, se celebran mensualmente en diversas ubicaciones, ya sea dentro del país o en el extranjero.
Terminó la lectura sintiéndome abrumado. —¡Maldita sea!— murmuró cerrando la computadora.
La mañana siguiente, el destino parece burlarse de mí. Un sobre negro reposa en mi escritorio, y mi instinto me grita que tiene que ver con el mensaje de Sasha. La tarjeta roja con la insignia de Velours me deja sin aire. Las coordenadas me llevan a Las Vegas. El estómago se me revuelve.
—Austin, ¿estás con vida? —David, mi colega, entra en la oficina interrumpiendo mis pensamientos.
—Sí, sí, solo… un poco atareado. —Fuerzo una sonrisa, aunque en mi cabeza solo hay imágenes de Velours y de lo que podría suceder.
Me despido de David y, mientras me cambio, la pesadilla de la decisión que tengo que tomar me consume. Un congreso en Houston parece la excusa perfecta. Kate estará tan ocupada con su proyecto de fotografía que no levantará sospechas.
—Qué bien te va en el trabajo, cariño. ¿Te vas al congreso el próximo fin de semana? —me dice Kate sin mirar a otro modo que no sea su portátil.
—Sí. Quiero hacer algunas conexiones importantes —le respondo, tratando de no dejar escapar la tensión en mi voz.
—Está bien, estaré ocupada con Domi preparando la propuesta. Espero que te diviertas —responde sin un segundo pensamiento, y esa es la parte que más duele, su confianza en mí.
Y ahora, aquí estoy, aterrizando en Las Vegas, un lugar donde mis secretos tienen el potencial de volverse incontrolables. Mi hotel es un sitio simple en comparación con el lujo del Venetian, y aun así me siento como en la cima del mundo. La presión se acumula mientras me alisto para el evento.
La noche avanza, y tras vestirme en un traje Tom Ford a la medida, me dirijo al Venetian, mi corazón latiendo con fuerza.
Al entrar al hotel, me siento transportado a Venecia. Los techos pintados, la luz suave que se filtra a través de las ventanas, todo evoca una belleza antigua. Paseo por los lujosos pasillos, admirando las boutiques y galerías de arte que parecen surgir de un sueño. Cada rincón tiene un aire de romanticismo.
Al llegar a los canales artificiales, me detengo a observar a la gente en las góndolas, riendo y disfrutando del paseo. Los gondoleros cantan suavemente mientras se deslizan sobre el agua.
De pronto algo llama mi atención, un grupo de hombres y mujeres siendo transportados por el canal están ataviados con esmoquin, vestidos gala y algunos temáticos por las mujeres, la mayoría tienen máscaras estilo venecianas, cortas, elegantes, decoradas y hechas con materiales de lujo.
Mi instinto me dice que se dirigen a Velours. Con paso ligero y seguro me dirijo al embarcadero.
Un hombre vestido de carguero me intercepta.
—Invitación, por favor —dice, su voz es suave pero autoritaria.
—Aquí está —le muestro la tarjeta con las coordenadas. El dispositivo en sus manos recibe el código y me permite continuar. Mi estómago se revuelca con cada remada del gondolero.
La góndola me arrastra a través del laberinto de canales artificiales, y en mi mente, la pregunta persiste: ¿qué demonios estoy haciendo aquí? La emoción de mi doble vida se entrelaza con el miedo a perderlo todo.
Cuando atracamos, me doy cuenta de que el lugar es más extraordinario de lo que había imaginado. La entrada se abre a un salón lleno de gente con un ambiente carnavalesco. La decoración es un despliegue de opulencia y sensualidad: candelabros de cristal cuelgan como joyas del techo, iluminando la sala con una luz suave y cálida. Las paredes están adornadas con telas de terciopelo en tonos oscuros, y máscaras venecianas, exquisitamente elaboradas, decoran cada rincón, ocultando las identidades y añadiendo un aire de intriga.
Los asistentes, vestidos con trajes que parecen sacados de un cuento de hadas, caminan como sombras eróticas en un baile de seducción. Las damas lucen corsés ceñidos, faldas largas con capas de encaje y plumas que acarician su piel al moverse. Irradian una mezcla de sofisticación y deseo, mientras que los hombres, ataviados en trajes ajustados y capas lujosas, completan el elenco de esta obra maestra visual.
La música resuena, y todas las miradas están en mí ahora. Un mar de rostros desconocidos me rodea, todos atrapados en sus propias historias de deseo. La atmósfera es eléctrica. Me cruzo con un grupo de personas que ríen, y una mujer a mi derecha, me lanza un guiño.
—Eres nuevo aquí, ¿verdad? —pregunta en un tono insinuante.
—Sí, lo soy, —le respondo, sintiendo cómo mis palabras se escapan como si fueran más sinceras de lo que deberían ser.
La risa se une a las notas melódicas que llenan el aire, y de repente veo a Sasha al fondo, sé que es ella con esa sonrisa pícara. Irradia glamour en su traje de carnaval veneciano, adornado con lujosos bordados y plumas coloridas. Su máscara exquisita oculta su rostro, pero revela unos ojos que brillan con misterio.
Su mirada se encuentra con la mía y siento que me atrapó en sus redes otra vez. El deseo ataca con toda su fuerza, y aunque cada fibra de mi ser grita que me dé la vuelta y me vaya, me parece que mis pies se mueven solos hacia ella.
—¡Bienvenido! —dice Sasha con una sonrisa enigmática, mientras su voz se cuela en mi mente como un veneno dulce.
En ese instante, todos los caminos peligrosos que he cruzado se encuentran a mis pies, y la única opción que parece existir es seguir adelante, a pesar de todo lo que podría perder.