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El Amor Es Cosa De Dos

El Amor Es Cosa De Dos

Status: Terminada
Genre:Romance entre patrón y sirvienta / Romance de oficina / Completas
Popularitas:10.6k
Nilai: 5
nombre de autor: Alejandro Briñones

Marina Holler era terrible como ama de llaves de la hacienda Belluci. Tanto que se enfrentaba a ser despedida tras solo dos semanas. Desesperada por mantener su empleo, estaba dispuesta a hacer cualquier cosa para convencer a su guapo jefe de que le diera otra oportunidad. Alessandro Belluci no podía creer que su nueva ama de llaves fuera tan inepta. Tenía que irse, y rápido. Pero despedir a la bella Marina, que tenía a su cargo a dos niños, arruinaría su reputación. Así que Alessandro decidió instalarla al alcance de sus ojos, y tal vez de sus manos…

❗️Advertencia ❗️: Leer con precaución, uso de lenguaje fuerte que puede afectar la sensibilidad del lector

NovelToon tiene autorización de Alejandro Briñones para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capitulo 16

–No, en serio. Me quedaré con el español, el vino, quiero decir –corrigió, sintiéndose como una auténtica idiota.

–Lamento ser desleal, pero se lo dice un español: eso no es vino –se estremeció.

–No es una fiesta esnob –dijo ella.

–Insisto, es lo menos que puedo hacer, dado que está actuando como mi taxi –sacó la cartera y pagó. Estaba dispuesto a tragarse el insulto, pero no ese pésimo vino.

Para no discutir en la tienda, Marina no tuvo más remedio que aceptar con tanta gracia como pudo.

Él puso la mano en su espalda y la guio de vuelta al coche. A ella no le gustaba el contacto, la incomodaba, pero era obvio que ese tipo de cortesía era natural para él.

Alessandro le abrió la puerta y luego fue al otro lado del coche.

–¿No bebe por elección o porque tiene un problema con la bebida?

Ella apretó los labios. Tal vez lo preocupaba que su nueva ama de llaves fuera alcohólica.

–Ni lo uno ni lo otro, señor –hizo hincapié en el título–. Simplemente, no metabolizo el alcohol. Me emborracho solo con olerlo.

–Creo que sería más apropiado que no me llamara señor esta noche.

–¿Es una orden, señor Belluci? –preguntó ella, aparcando a un lado del estrecho camino.

–Si quieres verlo así... Llámame Alessandro . Es mi nombre. Relájate –le recomendó–. Esto es una fiesta. Puedes desmelenarte si quieres. No voy a estar vigilándote.

–No es esa clase de fiesta. Cuidado, hay un... –calló y ocultó una sonrisa mientras él miraba su zapato embarrado–. Un desnivel a ese lado.

***

Marina, que había estado preocupada por los sentimientos de sus amigos, fue bajando la guardia al comprobar que él estaba siendo encantador. Podía relajarse y disfrutar, ¿por qué no? En contra de lo que había esperado, no era distante ni frío. En cuanto habían llegado y Cleo se había hecho cargo de él para lucirlo, había dado la impresión de estar pasándolo bien.

Viendo a Alessandro charlar con Jonás y la veterinaria –que, según Cleo, no había llevado blusas escotadas antes de su divorcio–, era Marina la que se sentía como una intrusa. Sintió que su resentimiento se disparaba cuando la pelirroja divorciada echó la cabeza hacia atrás y se rio de algo que había dicho Alessandro, ofreciéndole una excelente vista de su escote. Marina apretó los dientes. Él miró, claro; ¡era un hombre!

Predecible. Sacudió la cabeza con una mezcla de desdén y cinismo; sentía vergüenza ajena por la obviedad de la mujer. Pero él no hacía nada por disuadirla. Estrechó los ojos cuando ella puso la mano en su brazo y vio sus largas uñas escarlata curvarse sobre su bíceps.

Marina no podía decidir si la mujer era patética o depredadora, ni si ella sentía vergüenza o envidia.

Desechando la risible posibilidad de que deseara tocar a Alessandro , miró críticamente su arrogante perfil y borró de su mente la imagen de sus manos recorriendo los musculosos contornos de su cuerpo.

Era demencial. No entendía que un hombre pudiera estar al otro extremo de la sala y siguiera excitando cada terminación nerviosa de su cuerpo. Su virilidad era abrumadora. Tomó un sorbo de su bebida, casi deseando que no fuera solo zumo de fruta. Marina no había exagerado al explicar su reacción al alcohol; había aprendido, tras un par de experiencias de lo más embarazosas, que la bebida y ella eran mala combinación.

El sentido común le decía que lo que le ocurría era cuestión de hormonas. Tendría que aceptarlo como se acepta una alergia al polen y superarlo. No serviría de nada analizar la primitiva respuesta física que él había despertado en su interior. Era una inconveniencia, no un desastre. Si no había solución, se evitaba el problema. Para manejar la incapacidad de su cuerpo de metabolizar el alcohol, no bebía; así que no tocaría a Alessandro . Era sencillo.

Sería un desastre, o al menos una distracción indeseada, pensar demasiado en el anhelo primitivo que percibía en su interior. Tenía que aceptarlo y olvidarlo. Era humana; tenía un gusto pésimo en cuanto a hombres. Se controlaría.

La veterinaria, por otra parte, no tenía ningún problema en ir adónde habían ido Dios sabía cuántas mujeres antes, pensaba Marina con disgusto al verla acercar sus curvas a él. Lo tenía literalmente arrinconando, pero él no escapaba.

Sus labios aún dibujaban una mueca cínica cuando Alessandro volvió la cabeza lentamente, como si percibiera su escrutinio. Los ojos oscuros buscaron los suyos. Como si poseyera un radar que le indicara dónde estaba ella y qué miraba.

Cuando sus ojos se encontraron, Marina sintió el latido de su corazón en cada centímetro de piel, incluso en la punta de los dedos. Dejó de respirar. Se le tensó el estómago; sentía la piernas débiles y pesadas; le temblaban las rodillas.

No habría podido decir si el contacto había durado instantes o una hora, pero para cuando consiguió bajar las pestañas se había derretido por dentro. Tenía la garganta seca cuando se llevó el vaso vacío a los labios e intentaba recuperar un asomo de autocontrol.

Cerró los ojos. Intentaba que su cuerpo se relajara cuando alguien pronunció su nombre.

–Disculpa, estaba a mil kilómetros de aquí. ¿Cómo estás? –le preguntó a la anciana tía de Cleo, que estaba sentándose en una silla.

–No puedo quejarme, pero lo hago. Gracias, cariño –añadió cuando Marina recogió su bastón, que se había caído al suelo–. A no ser que quieras que tu hombre se vaya a casa con otra, iría para allá, Marina.

Marina, sonrojándose, siguió la dirección de la mirada de la anciana hacia Alessandro , la viva imagen de un macho depredador. Vio que la pelirroja seguía acosando al cazador.

–Soy su taxi, no su cita. Es mi jefe.

–En mi época, el sueño de la mayoría de las chicas era casarse con su jefe. Yo lo hice, aunque George nunca tuvo un aspecto como ese –al ver la expresión de Marina, soltó una risita–. Soy vieja, niña, no ciega.

–Y yo no estoy pensando en casarme.

Si alguna vez lo hacía, no sería con un hombre como Alessandro Belluci . Sería con un hombre que la tratara como a una igual, un hombre que quisiera a los mellizos tanto como ella. Arrugó la frente cuando el rostro de su jefe se superpuso a su imagen mental; eso la hizo mirar de nuevo hacia donde... ni él ni la veterinaria estaban ya.

Tal vez se libraría de su incómoda compañía en el viaje de vuelta a la casa.

–Eso es muy sabio. En mis tiempos era diferente. No había sexo fuera del matrimonio, si eras una chica decente, claro está. No teníamos vuestra libertad.

–Lo cierto es que yo no creo en el sexo casual. Al menos, no para mí –Marina se preguntaba por qué había confesado eso cuando se dio cuenta de que la anciana no la miraba a ella, sino más allá.

Se le encogió el estómago; sabía a quién tenía detrás. Se preguntó si había oído sus palabras.

–Quería saber si estás lista para volver a casa.

–Creí que ya te habías ido.

–¿Qué te ha hecho pensar eso?

–Haces amistades con mucha facilidad.

Oyó la risa grave de la veterinaria y sintió un pinchazo de culpabilidad. El que había sido su esposo durante quince años la había dejado por una mujer más joven. ¿Quién sabía qué inseguridades ocultaba su flirteo? Era una mujer vulnerable que necesitaba comprensión, no comentarios mordaces a su espalda. De hecho, era admirable: seguía luchando tras recibir un buen golpe. Marina se avergonzó de sí misma…

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Leomaides Davila
muy linda sobre todo q se trató siempre de sus sentimientos y no hubo terceros q la relación sea de dudas
Alexx: Me alegra que la novela halla sido de su agrado ☺️
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Ana Florencio torres
Hola Alejandro briñones quiero decirte que es la primer novela que leo escrita por un hombre 🥰🥰🥰 es como ver otro punto de vista me super encanto cada detalle una excelente trama muchísimas gracias por campartirnos tu hermosa obra qué Dios te bendiga y siga dando más inspiración 🤗🤗🤗🤗🤗🤗🤗🤗🤗
Alexx: Muchas gracias 🥰 me alegra que la novela halla sido de tu agrado ☺️
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Helizahira Cohen
Excelente novela sin rollos locos, un epílogo pero perfecto
Alexx: Muchas gracias ☺️me alegra que halla sido de tu agrado ☺️
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Helizahira Cohen
yo pensé en embarazo pero parece que no , mejor así
Helizahira Cohen
👏 le esta hablando claro, de verdad como ama de llaves no da una , esta interesante una trama diferente
Helizahira Cohen
Me parece muy interesante y bonita, es fresca y entretenida hasta ahora
Helizahira Cohen
interesante comienzo 👏
magali cangana
Excelente historia, con una narrativa amena, dinámica y entretenida, que me mantuvo entusiasmada de principio a fin.
Alexx: Me alegra que la historia halla sido de su agrado ☺️
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Mayra Fonseca
Buena sencilla pero refrescante lo mejor sin matazon no secuestro
Alexx: Gracias ☺️me alegra que halla sido de su agrado
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Keyla M Borrero
Muy buena la felicito.
Alexx: Muchas gracias ☺️
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Encarnación Sañudo Barrientos
Está muy buena la novela Espero más capítulos
Encarnación Sañudo Barrientos
Muy bien escrito él libro, excelente trama. Felicito al autor Alejandro Briñones
Alexx: Agradezco mucho y me alegra que la novela sea de su agrado 🥰 espero la sigas disfrutando
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