Una hermosa mujer renace en un mundo mágico y vive una noche inolvidable que cambiará su vida.
El mundo mágico también incluye las novelas
1) Cambiaré tu historia
2) Una nueva vida para Lilith
3) La identidad secreta del duque
4) Revancha de época
5) Una asistente de otra vida
6) Ariadne una reencarnada diferente
7) Ahora soy una maga sanadora
8) La duquesa odia los clichés
9) Freya, renacida para luchar
10) Volver a vivir
11) Reviví para salvarte
12) Mi Héroe Malvado
13) Hazel elige ser feliz
14) Negocios con el destino
15) Las memorias de Arely
16) La Legión de las sombras y el Reesplandor del Chi
17) Quiero el divorcio
18) Una princesa sin fronteras
** Todas novelas independientes **
NovelToon tiene autorización de LunaDeMandala para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Una flor 3
Por primera vez, Juliet veía al Gran Mago molesto, pero no le afecto...
[esta mujer es la única que realmente me hace enfurecer]
Ignacio: Lo que pasa es que tú no entiendes quién soy yo… No entiendes lo poderoso que soy. Mi hijo no tendrá que agacharse nunca ante nadie, porque ya tiene mi sangre. Eso vale más que todas tus lecciones de humildad… su sola existencia ya es un milagro… él…
Juliet: ¿De verdad crees que tu poder lo es todo? Pues no. Ese poder no lo va a abrazar cuando tenga miedo en la noche, no lo va a consolar cuando fracase por primera vez, no le va a enseñar a pedir perdón cuando se equivoque.
Ignacio: tienes que entender que, él no es solo el hijo de una marquesa… él es… un posible heredero al trono… él…
Juliet: Yo no quiero un niño que crezca creyendo que puede pisotear a otros porque tiene un padre “poderoso”. Quiero un hijo que sepa amar, cuidar, respetar. Y aunque te cueste entenderlo, eso lo vamos a construir con o sin tu soberbia.
Ignacio: Ah, claro… Ahora no solo tengo problemas de ego, también soy soberbio. ¿Qué más vas a decir de mí?
Juliet: No necesito inventar nada. Te describes solo con cada palabra que dices. No me importa si el mundo se arrodilla ante ti, aquí estamos hablando de un niño de dos años que necesita amor, paciencia y ejemplos sanos.
Ignacio: tú…
Juliet: Si quieres seguir creyendo que tu poder lo arregla todo, hazlo en tu imperio, con el templo o tu gente. Pero con nuestro hijo no. Aquí no importa cuán grande te sientas tú, aquí lo único importante es que él crezca como una buena persona. Y eso, aunque no lo quieras aceptar, no se compra ni se impone con soberbia.
Ignacio: ¿Todo por una flor?
Juliet: ¡DIOS DAME PACIENCIA! ¡No, no es por una flor! Es por lo que esa flor representa. Hoy es una flor arrancada, mañana puede ser un juguete roto de otro niño, después una mentira, o incluso un daño más grande. Si no le enseñamos ahora, ¿cuándo? criar no es esperar a que el problema sea gigante para recién entonces reaccionar. Educar empieza en lo pequeño. Y sí, aunque tú lo veas como “solo una flor”, para mí es la oportunidad de enseñarle a respetar la vida, a reparar lo que hace, a entender que cada acto importa. Si tú no lo entiendes, está bien. Pero yo no voy a dejar pasar esos momentos. Porque lo que hoy parece insignificante es lo que forja el hombre que será mañana.
Ignacio: Como quieras… Mañana estaré aquí para ver solo a mi hijo.
Juliet: Tú vendrás a verlo, sí, porque tiene derecho a su padre. Pero no te engañes: no vas a “ver solo a tu hijo” como si yo no existiera. Yo soy su madre, y la crianza que él tiene se respeta. Si vienes, será para compartir con él y respetar las reglas que aquí le enseñamos. No voy a permitir que uses tus visitas para deshacer lo que estoy construyendo con paciencia. Eres su padre, no su dueño. Y menos, el dueño de mi silencio. ¿Queda claro?
Ignacio asintió evidentemente molesto y salió sin decir nada mas.
En el camino a la posada, no se sacaba la discusión de la cabeza.
[Nunca nadie me había hablado así. Siempre he tenido la última palabra, siempre me han obedecido, siempre mi poder fue suficiente para callar discusiones. Pero ella… ella no. Me miró a los ojos sin titubear, me llamó soberbio, egoísta, y en vez de hacerme retroceder, sus palabras me atravesaron. No sé si me molesta más que me dejara sin argumentos o que, en el fondo, algo en mí reconoce que tiene razón. Me irrita, y al mismo tiempo me atrae. Esa fuerza que tiene, esa convicción de criar a nuestro hijo con valores que yo nunca consideré importantes… me desconcierta… siento por primera vez que alguien me pone un límite real. Y no puedo ignorarlo. Ella no me teme, no me adula, no me busca por lo que tengo. Ella pelea por nuestro hijo, y quizá sin quererlo, también está cambiando algo en mí. Es extraño… pero en su firmeza hay algo que me atrae más que cualquier poder.]