Sarah siempre había tenido a Liam en su vida, pero jamás imaginó que sus sentimientos por él podrían cambiar. Es el mejor amigo de su hermano, un chico que siempre estuvo en su órbita, pero nunca en su corazón. Sin embargo, una noche mágica, bajo el brillo de las estrellas, todo cambia. La atracción es inmediata, poderosa, y aunque duda, no puede evitar sucumbir al deseo. El amor se convierte en una lucha interna entre lo que siente y lo que debe hacer. ¿Podrá vivir con el riesgo de perderlo todo por un amor que parece destinado a romper las reglas?
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Entre susurros y sombras
Sarah:
El sonido de la cafetera era lo único constante esa mañana. Psssshhh Goteo. Vapor. El ruido exacto, predecible. A diferencia de mi corazón. Habían pasado solo un par de horas desde que habia salido del cuarto de Liam, pero ya lo extrañaba. Como si esa noche juntos hubiera sido un sueño demasiado dulce, demasiado corto. Y el mundo se encargara de recordarme, a cada momento, que eso no podía durar
— Sarah Pasame dos de vainilla para la vitrina —preguntó Valeria desde atrás, su voz arrastrada como cada vez que estaba a punto de decir algo más
—Sí, ya va —respondí sacando los muffins sin mirar mucho. Si la miraba, podía leerme. Y hoy no quería ser leída
—Todo bien contigo —preguntó, como predije.
Asentí, con una sonrisa que no me tocaba los ojos.
—Si - solo dormí poco- la mire
—Problemas con el amiguito guapo de tu hermano —rió, medio en broma medio buscando reacción.
Mi corazón se detuvo un segundo. Solo un segundo. Pero lo suficiente como para que se notara.
—Qué dices - la mire
—Nada mujer Pero te he visto mirarlo como si fueras a escribirle un poema. Y él te ve como si ya lo hubieras hecho. Tragué saliva
—Estás viendo muchas novelas —le dije, dejando los muffins en su lugar y volviendo al mostrador
Pero mis manos temblaban.Tomé un café y me senté en la esquina cuando hubo un respiro. Miré por la ventana. Las hojas del árbol afuera se movían con el viento, igual que yo. Inquieta A punto de caer
Tomé el celular. Dudé
Liam
¿Estás bien?
Escribí, Borré, Escribí de nuevo.
No envié. Porque no era solo estar bien o no Era estar entera o estar a punto de romperse Y no sabía cómo decirle eso sin sonar como una niña. Suspiré y guardé el teléfono
Entonces sonó
Liam
Te extraño.
Sentí que el pecho se me apretaba. Solo eso. Dos palabras. Y con eso todo el peso de la mañana se aflojó un poco
Escribí rápido:
Yo también y Mucho
Lo envié Porque no importaba quién sospechara.
Ni cuánto tuviéramos que fingir. Había algo en nosotros que no sabía vivir a medias. Afuera, un grupo de estudiantes pasaba riendo. Me pregunté si alguno de ellos conocía el amor como yo. El que se esconde, el que tiembla, el que brilla igual… aunque sea de noche. Y mientras atendía a un nuevo cliente, supe que no podía seguir mucho más tiempo solo amándolo en silencio. Algún día alguien iba a notar cómo lo miraba. Y no me iba a disculpar por eso
El turno en la cafetería pasó lento, como si el reloj decidiera castigarme por algo Atendí a decenas de personas, pero apenas si los miré a los ojos. Mi mente estaba en otro lado. En otro cuerpo. En una moto negra que sabía que volvería al final del día . Me mordí el labio al recordarlo. La forma en que me abrazó por detrás en la mañana, la manera en que rozó mi frente con sus labios antes de salir. Lo volví a sentir todo en la piel. Aunque ya no estuviera. Cerca de las cinco de la tarde, el celular vibró en mi bolsillo
chat :
Liam
¿A qué hora sales?
Yo:
En 20 - ¿Me vas a buscar?
Liam
Estoy afuera
Sentí un vuelco en el estómago. Como si fuera la primera vez que me escribía eso. Me quité el delantal con rapidez, saludé a Valeria sin dar mucha explicación y salí por la puerta trasera, esa que usábamos cuando no queríamos ser vistos. Y ahí estaba él. Apoyado en la moto, con el casco en la mano y esa sonrisa torcida que me podía. Chaqueta oscura. Mirada clara. El sol ya empezaba a bajar, y la luz le caía en el rostro como si lo estuviera eligiendo
—Hola —dije bajito.
—Hola tú —respondió ofreciéndome el casco
Me lo puse disimulando la sonrisa que me temblaba por dentro Me subí detrás de él y lo abracé por la cintura. Como si el mundo no existiera. Como si ese instante fuera nuestro y nada más. La moto arrancó, y yo cerré los ojos. Sentí el viento en la cara, el latido acelerado de su corazón contra mi pecho, y una calma extraña. Como si solo ahí, en ese espacio pequeño entre su espalda y mis brazos, pudiera respirar de verdad
Fuimos hasta las afueras de la ciudad. Una carretera poco transitada, árboles altos a ambos lados. Liam se detuvo junto a un claro escondido, como si ya lo tuviera planeado. Nos bajamos en silencio. Me quité el casco y me quedé mirando los árboles por un momento. No había nadie. Solo nosotros. Y el cielo empezando a teñirse de rosa
— Estás bien —preguntó él, rompiendo el silencio
—No sé —respondí con honestidad—. Te extraño todo el día, y cuando por fin te tengo, me da miedo
—Miedo de qué - la mire
—De que esto se acabe. De que Doruk lo descubra. De que tú te canses. De que yo no sepa soltar, aunque tenga que hacerlo. Liam se acercó y me tomó la cara con ambas manos. Su mirada era seria, pero dulce
—No me voy a cansar. Lo que siento por ti no se me pasa con el tiempo. Se me clava más. Se me queda como tú
Mis ojos se llenaron sin quererlo. Pero no lloré. Solo asentí, y dejé que me besara. Lento. Profundo. Como si estuviéramos escribiendo una promesa en la piel del otro. Nos sentamos sobre el pasto un rato, sin hablar mucho. Él tomó mi mano, yo apoyé la cabeza en su hombro. Y ahí, justo cuando el sol se escondía detrás de los árboles, supe que aunque todo se complicara aunque tuviéramos que mentir, huir o callar Valía la pena. Porque lo nuestro no era una aventura. Era amor. De ese que no se dice en voz alta, pero se grita con cada mirada