Ivette Mora es una madre de dos hijos que prefiere pasar su vida sola, el maltrato y desamor que sufrió con el padre de sus hijos dejó huellas en lo más profundo de su ser, en una jugada del destino se cruza con Gustavo Martínez y viven una historia de amor plena. Pero un error hará perder la confianza, allí empezará la difícil tarea de reconquistar a su amor o dejar que todo se pierda.
Una historia de amores y desencuentros.
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Ivette regresa a su trabajo
El tiempo era limitado, en el hotel estuvieron aproximadamente tres horas cada uno debía volver a casa, la salida del hotel era pesada para ellos, la verdad vivieron un momento tan increíble que no querían irse, sin embargo, Ivette nunca había dejado a sus hijos ni siquiera una noche solos y no los dejaría por nadie.
Los dos se veían felices, sonreían, al entrar al hotel iban nerviosos, al salir iban felices, más enamorados, tomados de la mano, besándose en cada semáforo. Gustavo dejó a Ivette en la puerta dél edificio, era bastante tarde, ella se despidió y entró subió hasta su departamento, sus hijos estaban esperando su llegada, era viernes de noche, al día siguiente no había clases así que tenían permitido ver películas hasta tarde, la recibieron como cada día, con alegría y ella estaba con un semblante más liviano, su rostro se veía feliz.
—Hola mamita, como te fue hoy?
— Bien hijo.
— Pero mamita, es tarde, tenga cuidado de andar pie ahí.
—Si hijo, siempre me cuido.
En tono de broma su hija le dice ¿A quién le pediste permiso para llegar tarde? Y todos se reían. Luego compartieron una película y se les hizo tarde, fuero a dormir muy tarde.
Por otra parte, en casa de Gustavo cuando el llegó su hija escuchó el auto y salió de su habitación le dijo.
— Pensé que no llegarías!
—¿Por qué? — respondió él
—Por la hora que es. ¿Saliste con tu conquista?
Gustavo no respondió, ella se devolvió a su habitación donde su pareja la esperaba.
Gustavo sabía que el tono de su hija no era el mejor, notó la molestia de ella. No entendía mucho la razón de su malestar.
Dos días después...
Ivette visitó a su médico por control, él le dijo —Ya es hora de regresar a trabajar y debes hacerte los controles por un tiempo para saber que todo está bien.
—con respecto al sangrado espontáneo qué tengo, ¿Cuándo desaparecerá?
—Eso perdura unos meses más, cada vez será menos, también recuerda que estás en época de que en cualquier momento comience tu menopausia.
—por ahora aún estoy bien, no he tenido síntomas de eso.
— Pero si sientes los síntomas debes consultar para que las hormonas sean controladas.
—perfecto doctor, gracias por todo.
Sé retiró y a la semana siguiente entro a trabajar
Sus compañeros y compañeras la esperaron en la mañana y la recibieron con un aplauso y un buen desayuno, todo ésto lo habían planeado Maru y Dayana sus amigas que estaban felices de verla de regreso, el reemplazo que había tenido no era como ella, hasta el momento la vida le sonreía, todo iba bien, su trabajo, salud y amor, sus hijos eran de buen corazón y no daban demasiado trabajo.
Pasaron días y días y siempre junto a Gustavo terminaban el día, ya sea en la casa de ella viendo una película, tomando un té, café o cenando y otras veces se iban al hotel a disfrutar de su amor y pasión.
El amor crecía cada día, y ya planeaban hacer cosas juntos, como por ejemplo pasar sus primeras vacaciones juntos.