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Renacer Entre Cenizas... La Venganza De Issabelle.

Renacer Entre Cenizas... La Venganza De Issabelle.

Status: En proceso
Genre:Mujer poderosa / Amor a primera vista / Maltrato Emocional / Amor-odio / Venganza de la protagonista / Reencarnación(época moderna)
Popularitas:18k
Nilai: 5
nombre de autor: Roxana Fernández

Issabelle Mancini, heredera de una poderosa familia italiana, muere sola y traicionada por el hombre que amó. Pero el destino le da una segunda oportunidad: despierta en el pasado, justo después de su boda. Esta vez, no será la esposa sumisa y olvidada. Convertida en una estratega implacable, Issabelle se propone cambiar su historia, construir su propio imperio y vengar cada lágrima derramada. Sin embargo, mientras conquista el mundo que antes la aplastó, descubrirá que su mayor batalla no será contra su esposo… sino contra la mujer que una vez fue.

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CAPÍTULO 23. Recupérala o te dejo en la calle.

Capítulo 23

Recupérala o te dejo en la calle.

La puerta se cerró de un portazo. Giordanno arrojó las llaves sobre la consola de mármol del vestíbulo y se quitó el abrigo con un gesto brusco. El eco de sus pasos retumbó en el silencio de la casa, tan distinta al calor que había sentido esa mañana en los brazos de Issabelle.

Subió las escaleras como un autómata, sin detenerse a saludar a nadie. Pero Lucrecia, su madre, no necesitaba una invitación.

—¡Giordanno! —se oyó su voz, altiva y cargada de dramatismo, desde la sala principal—. ¡¿Dónde demonios has estado?! ¿Y por qué no has traído a tu novia otra vez a casa?

Él cerró los ojos y apoyó una mano en la baranda. Ya no tenía paciencia.

—No quiero hablar ahora, mamá. Estoy cansado.

—¿Cansado? ¿Y yo qué estoy, criando telarañas de tanto esperarlos para la cena como si fuera una madre de familia olvidada? —espetó ella, acercándose con su abanico en mano como si fuera un cetro de autoridad.

Giordanno giró sobre sus talones, exasperado.

—¡Porque ya no está conmigo! ¿Está bien? ¡Issabelle me terminó!

Mintió para salir del paso, pero el silencio que cayó luego fue denso. La mirada de Lucrecia se apagó por un segundo, y luego su rostro se endureció como piedra.

—¿Tú hiciste algo? ¿La ofendiste? ¿Le fuiste infiel? ¿La humillaste?

—No hice nada, mamma —replicó él, conteniendo la rabia—. Solo... no pude obligarla a contarme lo que oculta. ¡Y se fue! Como si nada de lo que vivimos hubiera significado algo.

—¡Ah, por favor! —gruñó Lucrecia, avanzando con su abanico apuntándole al pecho—. ¡Eres un necio, Giordanno! ¡Un idiota con diploma! ¿Cómo que no hiciste nada? ¡Eso es precisamente el problema! Las mujeres como ella no se alejan porque sí. Algo pasó. Algo la hizo retroceder. ¿Y tú qué hiciste? ¿Esperarla con una copa de vino y cara de mártir?

—¡No es tan fácil como crees! —gritó él, alzando la voz por encima de la suya—. ¡Ella está cargando con algo muy grande! ¡Algo que no me quiere contar! ¿Y sabes qué? Tal vez tiene razón en no confiar en mí. Tal vez no soy el tipo de hombre que puede estar a la altura de sus demonios.

Lucrecia lo miró en silencio con sus ojos entrecerrados. Luego, sin previo aviso, le dio un golpe seco con el abanico en la cabeza.

—¡Ay! ¿Qué diablos te pasa? —preguntó, sobándose.

—¡Recupérala, idiota! —exclamó ella, golpeándolo sin parar, sin ninguna pizca de remordimiento—. O te dejo sin casa, sin coche y sin un centavo. Me casé con tu padre para asegurar que mis hijos no fueran unos fracasados emocionales. ¡Y ahora te veo con la oportunidad de tener algo real, algo auténtico… y la dejas ir!

Lucrecia lo golpeaba en el hombro, cada palabra era un azote con su abanico.

Giordanno retrocedió un paso, confundido. Enojado.

—¿Tú qué sabes de lo que es auténtico, mamma?

—¡Todo! —espetó ella, señalándolo con el abanico—. Porque lo vi cuando ella te miró a los ojos en esta misma casa. Vi cómo se te desarmaba la coraza. Porque sé lo que es amar a alguien y no poder decírselo. ¡Lo sé, Giordanno! No cometas el mismo error que yo cometí.

Él tragó saliva. Sintió un nudo en el estómago.

—Ella no quiere que la siga...

—Entonces síguela igual. No se trata de lo que ella diga. Se trata de lo que tu corazón no puede callar. Y más vale que te apures, porque si otra mujer cruza por mi puerta, yo misma me encargaré de que te quedes en la calle por idiota.

Sin decir más, Lucrecia giró sobre sus talones y se marchó como una reina herida. Giordanno se quedó allí, mirando al vacío, con una mezcla de culpa y determinación latiéndole en las sienes.

Entonces, como una piedra lanzada a la conciencia, recordó algo:

Gabrielle.

Se llevó la mano al bolsillo y sacó su celular. Marcó. Una vez. Dos veces. Nada. Caminó hasta el salón, abrió la lista de contactos y llamó a Sofía.

—¿Dónde está Gabrielle? ¿Sigue en tu casa?

—Eh... ¿Él? Emm... No. Gab... él, él no... Se fue temprano. Dijo que tú lo pasarías buscando —respondió Sofía, tartamudeando.

El corazón de Giordanno se detuvo por un instante.

—No… no está. Y no contesta mis llamadas.

Finalizó la llamada sin despedirse y salió de la casa. Abrió la puerta del coche con desesperación. Marcó de nuevo. Nada. Solo la voz robótica del buzón.

En su interior, un nuevo temor comenzaba a alzarse. Uno que no tenía nada que ver con el amor o la ira, sino con el presentimiento de que algo no estaba bien.

Giordanno giró el volante con brusquedad, ignorando el límite de velocidad mientras cruzaba el puente hacia la zona norte de Verona.

El cielo estaba cubierto, gris, como el mal presentimiento que no dejaba de retumbar en su pecho. Tenía una reunión con inversores en el “Il Giardino”, un restaurante elegante y discreto de su propiedad, pero su mente estaba en otra parte.

Frenó en seco al ver una silueta familiar en la acera. Gabrielle caminaba solo, con las manos en los bolsillos y la mirada perdida en el suelo. Llevaba la chaqueta mal abotonada, y su andar no tenía el ritmo ligero y arrogante de siempre. Era otro.

Giordanno tocó la corneta. Gabrielle levantó la cabeza lentamente. Ni una sonrisa. Ni un gesto. Solo cruzó la calle y subió al Maserati en silencio.

—¿Dónde estabas esta mañana? —preguntó Giordanno, con el ceño fruncido. Sin mirarlo.

Gabrielle no respondió. Se acomodó en el asiento, con la vista fija en sus propias manos. Giordanno respiró hondo y continuó conduciendo, notando la tensión en el aire, como si su amigo arrastrara una sombra invisible.

El Maserati se detuvo frente al restaurante. Giordanno apagó el motor y giró hacia él.

—Gabrielle, dime de una vez qué diablos te pasó.

Gabrielle alzó la mirada. Sus ojos vidriosos enfocaron nuevamente la ventana.

—No ha pasado nada. Solo... vamos. Hay una reunión que no se va a atender sola —respondió, tratando de ser el mismo, pero en el fondo Giordanno sabía que se estaba forzando a sí mismo.

Al llegar al restaurante, dos inversores aguardaban en la entrada con sonrisas diplomáticas. Giordanno salió del vehículo, estrechó sus manos con firmeza y una frase ensayada en los labios.

Gabrielle bajó detrás, pero se quedó a un lado, saludó sin entusiasmo, llevó sus manos a los bolsillos y la mirada clavada en el suelo empedrado.

—¿Todo bien? —le susurró Giordanno al pasar junto a él.

Gabrielle no respondió. Solo asintió levemente, pero su expresión era otra. Distraído. Ausente.

Giordanno siguió dirigiendo su reunión, al mismo tiempo en que veía a su asistente enfocar toda su atención en su celular.

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Annie
necesito más capítulos autora... no tardes en actualizar
Annie
demasiado hermoso es ese hombre. me encanta
Annie
gracias por este capítulo espero si logre resolver lo de su enfermedad
Annie
que hombre tan hermoso. se ve que la quiere
Annie
buenísimo el capitulo. gracias por compartir esta hermosa historia autora 🙏🏻
Annie
espectacular cada capítulo me gusta más
Annie
excelente capítulo. me encanta como va la historia
Annie
demasiado bueno este capítulo
Marcela Lopez
divino
Nancy Cortes J
jajajajajajaja bueno eso también
Tatty
necesito más capítulos autora
Tatty
Giordano merece una oportunidad 👏🏼👏🏼
Tatty
ese Enzo es de lo peor ahora si la va a amar
Tatty
excelente capítulo. me gusta que este tomando la decisión de atender su salud
Tatty
yo pensé que Gabrielle era una mujer 😣
Tatty
esta suegra se parece a la mía. esta más de mi parte que departe de su propio hijo
Tatty
ese Giordano esta enamorado. Isabel debería confiar en él, él la puede ayudar
Tatty
espectacular ne gusto mucho este capítulo
Ivette
jajaja esas palabras lo dicen todo
Ivette
jJaja parece que no, es tan imprudente como Gabriel
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