Una famosa Agente de las fuerzas especiales reencarna en un mundo lleno de magia, incertidumbre y tal vez un poco de romance... ¿Podrá adaptarse a su nuevo mundo? o ¿su nuevo mundo se adaptará a ella?...
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Capítulo 19
Capítulo 19
Finalmente, decidí presentar mis condiciones de manera clara y directa. El contrato debía ser sencillo, pero también aseguraba que ambos cumpliéramos con nuestras expectativas, por lo menos durante el tiempo que permaneciera bajo su techo. Sabía que necesitaba algo más que simplemente seguir sus reglas; necesitaba cierto control sobre mi vida y mi futuro. Así que, con una hoja en la mano, comencé el a jugar el juego que se me planteo en esta nueva vida.
Me senté, colocándome cómoda y dejándole la hoja con todo lo que había pensado en los últimos días.
—Aquí están mis condiciones —dije, mientras observaba cómo él leía detenidamente cada punto. Le di tiempo para analizar lo que había escrito antes de hablar de nuevo—. En primer lugar, quiero que quede claro que no tendré ninguna relación con mi familia. No me importa lo que ocurra con ellos, pero no quiero involucrarme en nada que tenga que ver con ellos. Si hay algo relacionado con ellos, no contarás conmigo, puedes hacer y deshacer como quieras tú, queda a tu criterio.—
El Duque no dijo nada, pero su rostro se mostró pensativo. Sabía que esto era importante para mí, y no intentó objetarlo.
—En segundo lugar, quiero que se me permita hacer todo de forma libre. No quiero estar pidiendo permiso para cada cosa que haga. Mi vida no debe ser gobernada por las restricciones de la casa, sino por mis decisiones. Tampoco quiero que se me exija dar explicaciones sobre cómo manejo el dinero que me des. —
El Duque asintió lentamente. Parecía estar considerando cada palabra, sopesando sus implicaciones. Yo lo observaba, tomando un sorbo de mi té, que por cierto, había estado muy bueno.
—Y en cuanto a mis estudios... —seguí—, quiero que me permitan elegir profesores para aprender un poco sobre las finanzas y sobre cómo funcionan las cosas. —
Este punto lo pensé porque necesito adaptarme mejor y aprender lo necesario sin levantar sospechas. No quiero que nadie sepa que vengo de otra época.
El Duque la miró por un momento, como si estuviera a punto de decir algo, pero prefirió guardarse sus comentarios por el momento.
—Una vez que termine lo que necesito hacer aquí —dije, mientras miraba la hoja con firmeza—, no tendré derecho a reclamar nada, ni propiedades, ni riquezas. Podré irme y divorciarme de ti sin ningún problema. —
El Duque leyó en silencio la última parte de la hoja, y entonces levantó la mirada para mirarme fijamente. Después de un momento de reflexión, me entregó la hoja y la observó por unos segundos, sin decir palabra alguna. Yo seguía saboreando el té, disfrutando de la calidez de la bebida, mientras esperaba su respuesta.
Finalmente, alzó la vista con una pequeña sonrisa, casi como si estuviera satisfecho con la claridad de mis condiciones.
—Todo está en orden —dijo, aliviado—. Sin embargo, tengo una condición. Durante este tiempo, quiero que actúes como si fuéramos una pareja amorosa. No quiero que haya rumores de que no somos una pareja estable. Necesito que todos crean que estamos unidos, porque... —hizo una pausa, como si meditará la siguiente frase—, necesito que esa princesa deje de molestarme. —
No me sorprendió que él quisiera que actuara como su esposa en público. Eso estaba claro desde el principio.
—Además, quiero que te encargues de las tareas que corresponden a una Duquesa. Sabes que esto no es solo una cuestión de título, sino también de responsabilidad. —dijo, observándome en busca de una respuesta.
Lo miré, ligeramente dudosa.
—¿Estás seguro de que quieres eso? Sabes que nuestra confianza mutua, es aún un poco dudosa y lo entiendo, ¿estás seguro?... —le pregunté, casi retándolo. No iba a ser fácil que me sometiera a las tareas de la casa, en realidad estaba tratando de zafarme, pero entiendo que algo tengo que dar, sino son solo ventajas para mí.
Él asintió, confiado.
—Lo he meditado bastante. Además, mi mayordomo se queja constantemente de que no quiere hacer más trabajo del necesario —dijo, con un tono de resignación. Luego, agregó— A la vista de los demás, debemos parecer una pareja bien establecida. Y mi abuelo... bueno, ya sabes cómo son las cosas con él. Tiene gente dentro del ducado, y me ha reclamado tanto por nuestra "mala relación" que necesito hacerle frente. —
Suspiré, sabiendo que era una situación compleja.
—Entiendo. Si es así, actuaré como la Duquesa que se espera que sea —respondí, ya resolviendo en mi mente lo que debía hacer.
El Duque sonrió satisfecho y luego me miró de una manera que me hizo sentir que algo más venía. Luego dijo, suavemente. —Pero recuerda, debes estar a la altura de lo que implica ser Duquesa. Si aceptas lo que te ofrezco, ya sabes lo que conlleva. —
Le respondí con una sonrisa confiada.
—No te preocupes. Seré la Duquesa más vanidosa que este ducado haya visto —dije, con una pizca de diversión en mi voz.
Él se echó a reír, pero esa risa no tenía la misma ligereza que solía tener antes. Esta vez estaba más contenida, casi como si estuviera aceptando que realmente entendía lo que implicaba.
Entonces, de repente, se puso serio.
—Bien, firmemos el contrato —dijo, sacando un par de plumas y un poco de tinta. Luego me miró con una sonrisa un tanto sombría— Vamos a ligar este contrato con magia. Si alguno de los dos incumple con sus promesas, su vida se acabará. ¿Estás dispuesta a firmar? —
Lo miré, algo sorprendida por la seriedad de la propuesta, y por la obvia razón que es la primera vez que vea magia aquí… en mi mundo eso no existía… Pero después de pensarlo un segundo, asentí.
—Por mí no hay problema —respondí, segura de que cumpliría con todo lo que habíamos acordado.
Él levantó una ceja.
—Entonces, que quede claro. No voy a arriesgarme a equivocarme contigo dos veces. La magia es pura y conoce el corazón envidioso del humano. Si uno de nosotros intenta romper este contrato sin cumplir las condiciones, la magia se encargará de castigarlo. ¿Está claro? —
Asentí nuevamente, sin dudar.
—Estoy segura de cumplir con todo —dije, con una sonrisa que casi reflejaba mi satisfacción por el control que había ganado en esta situación.
El Duque sonrió levemente, y mientras ambos firmábamos el contrato, me hizo una última advertencia.
—Solo una cosa más. No quiero que tengas amantes, Duquesa. Tenlo en cuenta. —
Lo miré divertida.
—Sí, querido —respondí, mientras la sonrisa en mi rostro se volvía un poco más burlona.