💔🔥 ZADDY: ¡Recuperando a mi Esposa! 🔥💔
Perdió a la mujer de su vida... Ahora hará lo imposible para recuperarla.
Gerónimo Báez lo tenía todo: poder, éxito y una esposa leal que lo amó por más de veinte años. Marla Andrade de Báez, una mujer fuerte y empoderada, fue su compañera incondicional… hasta que él lo arruinó todo.
🔥 La crisis de los 40 lo golpeó.
💣 Un error. Un desliz. Una traición imperdonable.
Marla no era una mujer que se quedara llorando. Con dignidad, lo dejó atrás. Se convirtió en la versión más poderosa de sí misma, mientras el mundo la aplaudía… y él la veía desde la distancia.
💔 Gerónimo ahora es el villano de su historia.
Pero hay algo más, algo que nadie ha visto… y que él no puede revelar.
🔹 La verdad está oculta entre mentiras y apariencias
🔹 Las pruebas lo condenan.
🔹 El mundo la alienta a seguir adelante sin él.
Pero Gerónimo no está dispuesto a rendirse.
🔥¿Su amor será suficiente para obtener una segunda oportunidad?
🔥¿O Marla seguirá adelante…?
NovelToon tiene autorización de ARIAMTT para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
17. La vida es efímera.
POV GERÓNIMO.
Después de un viaje tan largo, llegamos exhaustos. Lo único que deseo es dormir en los brazos de mi esposa… de mi mujer.
Soy tan feliz solo con saber que está a mi lado, como siempre ha sido.
La observo frente al tocador, realizando su rutina de belleza antes de dormir. Me fascina verla así, tan concentrada. Me gusta que se cuide, y aún más saber que lo hace para mí.
De pronto, un golpe en la puerta rompe la tranquilidad.
Frunzo el ceño y me pongo alerta. No es normal que nos llamen a esta hora.
—¡Nana!
La puerta se abre con cautela y la voz dulce de la mujer que me crió resuena con preocupación.
—Perdona la molestia, hijo, pero el joven Arthur, el hijo del senador Becker, está llamando. Dice que tu teléfono está sin señal, por eso llamó a la casa.
Un escalofrío me recorre. Me levanto de inmediato y tomo el teléfono.
📱—Aló, Arthur.
📱—Gerónimo, qué pena molestarte a esta hora, pero no sabía a quién más llamar… —su voz se quiebra ligeramente y su respiración es errática—. Papá tuvo un infarto y murió… Acabo de encontrarlo. Me llamó hace una hora… —se interrumpe, y por un momento solo escucho su jadeo—. Me preocupé tanto que vine de inmediato a la sede, pero… ya era tarde.
Las palabras caen sobre mí como un golpe seco. La noticia me toma por sorpresa. Marcos siempre fue un hombre fuerte.
Un nudo me cierra la garganta. Aprieto el teléfono entre mis dedos.
"La vida es tan efímera… Nunca sabemos cuándo nos tocará marchar."
📱—Ya voy para allá —murmuro. Mi voz suena ajena, distante.
Cuelgo.
Cuando levanto la vista, Marla me observa con los labios entreabiertos, esperando una explicación.
—Amor, vístete… Marcos tuvo un infarto. Él... murió.
Marla parpadea. Sus labios se separan, pero no emite sonido. Un segundo después, lleva una mano a su pecho, como si el aire le faltara. Su rostro pierde color.
—Dios mío… pobre Bety.
***
Tardamos treinta minutos en llegar. En la entrada del edificio, la prensa ya está aglomerada.
El equipo de seguridad intenta mantenerlos alejados, pero los flashes y las preguntas se mezclan en el aire como un zumbido molesto.
Ingresamos por el subterráneo. En el interior, la atmósfera es pesada, impregnada de un silencio que se siente más fuerte que cualquier ruido.
—Buenos días, senador —me saluda el vigilante.
—Buenos días, Barrie.
—Qué cosa más dura lo del senador Becker… y pobre la señorita Valtierra —dice Barrie, rascándose la nuca.
Mi ceño se frunce.
—¿Qué tiene que ver Brenda?
El guardia baja la mirada un segundo antes de responder.
—El infarto le dio en su oficina.
Una punzada de desconfianza se instala en mi pecho.
"¿Por qué estaba en la oficina de Brenda a estas horas?" Algo en mi instinto se remueve.
Brenda es una víbora ponsoñosa.
El equipo de medicina legal ya está levantando el cuerpo. Arthur y su hermano están de pie, en silencio, con rostros duros y miradas vacías. Me acerco a ellos y les coloco una mano en cada hombro.
—Lo siento mucho. Estoy a su disposición para lo que necesiten.
Arthur asiente, pero no dice nada.
De pronto, algo en el ambiente cambia. Un escalofrío me sube por la espalda.
Un perfume demasiado familiar impregna el aire.
Antes de que pueda reaccionar, siento unas manos rodeándome el brazo. Un cuerpo pegándose al mío.
—Gero, mi amor… —solloza una voz empalagosa.
Aprieto la mandíbula.
Marla se gira en un movimiento calculado. Su mirada es letal.
—Te doy tres segundos para soltar a mi esposo antes de que te arranque los tres pelos que tienes.
Brenda parpadea con fingida inocencia y se aferra más.
Maldita sea.
En un solo movimiento, deslizo el brazo de Brenda y atraigo a Marla contra mí.
Brenda nos mira con un odio puro.
Entonces, Arnold ingresa. Y ella, corre a los brazos de su padre, fingiendo sollozos.
—¿Arthur, Jhon… Bety ya está enterada? —pregunta Marla con cautela.
—Sí. Nuestras esposas están con ella.
Marla asiente, pero su mirada se mantiene en Arthur, como esperando algo más.
—No tenía idea de que Marcos sufría del corazón… —digo para mí mismo más que para ellos.
Arthur y Jhon intercambian una mirada tensa.
—Nosotros tampoco —admite Jhon, su expresión endureciéndose—. Pero es la versión que Brenda nos dio… Ya la autopsia lo confirmará.
Un escalofrío me recorre la espalda.
Marla y yo nos miramos.
Algo aquí no cuadra.
Y no pienso dejarlo pasar.
El silencio pesa entre nosotros.
Arthur suspira, sus hombros se hunden. Su voz suena rota cuando habla:
—Solo sé que papá… tenía algo… Me llamó muy triste. Era como si presintiera su muerte. Como si se estuviera despidiendo.
"¿Qué pasó con Marcos…?"
La madrugada fue inmensamente larga.
La noticia sorprendió al país.
Lo más triste es que el cuerpo de Marcos aún se está enfriando, y los medios de comunicación ya están especulando sobre su reemplazo.
¡Dios, cómo pueden ser tan insensibles!
Una familia llora su partida, y a ellos solo les importa quién ocupará su lugar.
No pienso quedarme de brazos cruzados.
Le pedí a mi hacker que revisara minuciosamente las cámaras del edificio.
***
El sepelio de Marcos fue desolador. Su esposa, destrozada, parecía querer seguirlo al otro lado.
Esa imagen nos dejó a todos con el corazón adolorido.
***
Los días pasan y es horrible pensar en que la vida sigue... y hoy retorno a mis labores
Pero apenas entro a mi oficina, una carpeta sobre mi escritorio me hace detenerme en seco.
Frunzo el ceño.
—¿Qué es esto…?
Ahora sí doctorcita, aténgase a las consecuencias de sus palabras