Luigui Cardona hijo adoptivo de Cardona el encargado de la mafia Italiana.
Enamorado de Emma Greco Alvarez una de las hijas menores de Giacomo Greco y Soledad Alvarez .
Emma es la menor de las trillizas y es la última de los hijos de esta familia .
Es la más parecida en la forma de ser a Soledad pero tiene la fuerza , fortaleza de Giacomo.
Enamorada de Luigui en la cual le declara su amor a él siendo rechazada , eso le rompe el corazón a la pequeña Emma , pero no le impide después de cinco años aprovechar la situación y obligarlo a casarse con él así cumpliendo las palabras que le dijo ese día.
Luigui aceptará ese gran amor que siente por Emma desde el primer día en que la conoció .
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CAPITULO 16
Luigui fue guiado de nuevo a su celda. Cada paso que daba se sentía más pesado, como si el aire dentro de la prisión lo aplastara poco a poco. El eco de las pisadas de los guardias a su alrededor retumbaba en las paredes de concreto, pero él apenas lo notaba. Su mente estaba atrapada en un solo pensamiento: Emma que era su hermosa enana.
Desde que supo que estaba dispuesta a defenderlo, su mundo entero se había puesto de cabeza. Tenerla cerca significaba torturarse con su presencia, con su dulzura, con esos ojos verdes que lo perseguían incluso en sus sueños. Se había prometido no volver a lastimar a Emma por nada del mundo pero, ¿cómo evitarlo si su sola existencia lo tentaba a buscarla, a reclamar lo que pudo haber sido suyo?
Se dejó caer sobre la cama angosta, apoyando la cabeza en la pared fría. Apretó los puños con frustración. Cinco años sin buscarla, sin llamarla, sin saber nada de ella… Todo porque fue un cobarde. Porque la rechazó cuando se le declaró con el corazón en la mano. Porque después de esa noche en la fiesta de máscaras, cuando se dejó llevar por la pasión con aquella mujer de ojos verdes tan parecidos a los de Emma, supo que jamás podría borrar el deseo que sentía por ella.
Y ahora, Emma estaba de vuelta en su vida, ofreciéndose a defenderlo y sacarlo de prisión ahora como su abogada.
—¿En qué piensas, amigo? —preguntó Dylan, dándole una palmada en la espalda.
Luigui soltó un suspiro y se pasó una mano por el rostro, cansado.
—En que no tengo abogado. Todos han renunciado por amenazas. Parece que alguien no quiere que salga de la cárcel.
Dylan chasqueó la lengua y se dejó caer sobre su propia cama con un gesto pensativo.
—Eso suena a que alguien con poder está metiendo las manos en tu caso.
—Lo sé. Pero hay alguien que todavía está dispuesto a representarme.
—¿Y cuál es el problema?
Luigui soltó una risa amarga y desvió la mirada.
—El problema es que es la única mujer que he amado con el alma. Y también la única que he lastimado de la peor manera.
Dylan lo miró con curiosidad, esperando que siguiera hablando.
—Me declaró su amor hace cinco años, el día de su cumpleaños, y la rechacé, un mes después, en una fiesta de dónde había que llevar mascaras, me acosté con una mujer que tenía el color verde de sus ojos… Pero no era ella. Y desde entonces me alejé. No la he vuelto a ver.
Dylan silbó con asombro.
—Vaya historia de amor , hermano.
—Soy un idiota.
—Pues sí, lo eres —dijo Dylan sin tacto, pero con una sonrisa divertida—. Si de verdad la amas, deberías aceptar su ayuda. Mira, si estuviera en tu lugar, aceptaría cualquier oportunidad para salir de este infierno, aunque tuviera que ser un perro sumiso.
Luigui sonrió levemente, sin dejar de mirar el techo de la celda.
—No lo sé, hermano…
Se quedó en silencio por unos segundos, debatiéndose entre el deseo de verla y el miedo de volver a lastimar ese corazón. No estaba dispuesto a hacerlo de nuevo.
—Esperaré estos días por si consigo otro abogado. Si no, la mandaré a llamar o la llamo personalmente para llegar a un acuerdo con mi hermosa abogada —dijo finalmente, dejando escapar un suspiro.
—Sabes que quieres verla —bromeó Dylan.
Luigui sonrió, sin poder evitar que una imagen de Emma se formara en su mente. Debe ser la mujer más hermosa ahora que hace cinco años...
Y quizás, esta vez, ya no lo dejaría ir de su lado.Si fuera por él , se casaba a ojos cerrados con Emma Greco Alvarez .
Tal vez sus amigos Franco y Nick tenían razón. Era hora de olvidar que tuvo una aventura de una noche con una mujer con máscara y que quizá nunca la encontraría . Lo único que recordaba de ella era una pequeña mancha cerca de uno de sus pechos. Un detalle insignificante comparado con lo que verdaderamente importaba : Emma.
Estaba muy cansado de jugar al gato y al ratón con ella.
Y está vez, no la dejaría escapar.
El día transcurrió lento. En la cárcel, cada hora parecía durar el doble, y el tiempo se convertía en una tortura. Durante el almuerzo en el comedor, Luigui notó que varios reclusos lo miraban con desconfianza. No era un secreto que su caso era importante, y muchos sabían que alguien poderoso no quería que saliera de ahí.
—Mira lo que tenemos aquí —dijo un tipo fornido, con cicatrices en el rostro y mirada amenazante—. El niño bonito que cree que va a salir de la cárcel.
Luigui levantó la vista con calma, sin inmutarse.
—No tengo tiempo para las estupideces de ustedes dos.
El recluso rió, junto con algunos de sus compañeros.
—Eso lo dices ahora, pero en este lugar hay que demostrar quién manda.
Antes de que Luigui pudiera reaccionar, sintió el golpe en su mandíbula. El impacto lo hizo retroceder un paso, pero se sostuvo firme. No iba a dejarse caer .
Se pasó la lengua por los labios y sintió el sabor metálico de la sangre.
—Muy bien —susurró, cerrando los puños.
El segundo golpe del tipo no llegó a tocarlo. Luigui se agachó en el último segundo y contraatacó con un puñetazo directo al estómago. El recluso gruñó de dolor y se dobló levemente, pero aún tenía fuerza.
—Te crees listo, ¿eh?
Luigui no respondió. Se preparó para el siguiente ataque, pero esta vez fue él quien golpeó primero. Un derechazo directo a la cara del hombre lo hizo tambalearse. La pelea no duró mucho más. Luigui lo tomó del cuello y lo empujó contra la mesa, inmovilizando su cuerpo por completo.
—Si quieres demostrar quién manda, búscate a otro. Yo no estoy para estas mierdas.
Los guardias intervinieron y separaron la pelea. Luigui sabía que esto le traería problemas, pero no le importaba. No era un hombre facil de quebrar.
Esa noche, en su celda, se recostó con un suspiro.
—¿Siempre buscas problemas? —preguntó Dylan con una sonrisa.
—Los problemas me buscan a mí.
Dylan rió y negó con la cabeza.
—Creo que es hora de llamar a tu hermosa abogada. Si alguien puede sacarte de este infierno, es ella.
Luigui se quedó en silencio. Su cuerpo aún dolía por la pelea, pero su mente solo podía pensar en una cosa.
En su Emma...
Continuara...
únicos te felicito