De Niña A Mujer

Conner respondió mi beso con delicadeza y dulzura y nos dirigimos torpemente a su cama sin separar nuestros labios ni un segundo. Nuestros besos comenzaron a subir de tono, sumergí mi lengua en medio del calor de su boca hasta encontrarme con la suya. No podía pensar. "Ay, mujer, estás desesperada", me dije como para recapacitar, pero mi cuerpo no respondió. Disfruté sus suaves caricias sobre mi espalda y le revolví el cabello oscuro con pasión. Me monté sobre él abriendo mis piernas alrededor de su cadera, me levanté para quitarme la polera, pero apenas subí mis brazos para hacerlo vi sus enormes ojos asustados. Me detuve. Solo se oía nuestra respiración agitada. "Soy una zorra, soy una zorra", me repetía.

—Está... bien —dijo Conner entre inhalaciones y exhalaciones rápidas.

—No... —me senté junto a él arreglando mi ropa—. Disculpa... me excedí.

—Mireya, no tengo mucha experiencia, pero... —dejé de oírlo. Ya me había acostado con un par de chicos y sentí como si estuviera aprovechándome de mi amigo. Sí, me gustaba, pero... él se veía incómodo. Nos quedamos un rato en silencio hasta que recuperamos nuestro color y respiración habitual.

—Buenas noches —me levanté.

—¡Flaca! ¡También me gustas! No quiero perderte... Cita. Mañana después de clases —le sonreí un poco avergonzada. ¿Por qué no permitirme seguir adelante como una adolescente normal?

—Una cita, entonces —respondí y salí de la habitación.

Apenas pude conciliar el sueño, tenía un revoltijo en mi mente.

"¿Me gusta Conner? Sí, me gusta, desde hace mucho... pero ¿por qué sigo pensando en Lex, incluso cuando me rechazó abiertamente? Porque soy idiota, no hay otra razón. Conner es perfecto para mí... aunque no debí lanzarme sobre él de esa manera, qué vergüenza".

Me llevaba así hasta que caía dormida y luego continuaba pensando al despertar en medio de la noche.

Apenas estaba amaneciendo me levanté a trotar para despejar mi mente, pero Conner quiso acompañarme. Se veía guapo en ropa de ejercicio.

Después de nuestro encuentro nocturno me permití disfrutar de su belleza. Su cara de niño se estaba poniendo más tosca, pero era realmente lindo, miraba su pequeña nariz sin cesar y sus dientes delanteros que sobresalían un poco por sobre el resto. Era delgado y sus extremidades parecían alargarse cada vez más. Tuve un momento tonto pensando en lo flacuchos que serían nuestros hijos hipotéticos.

"Jaaaa, Mireya... ¿te imaginas con un hijo?" me dije a mí misma "serías una pésima madre de seguro, con lo egoísta que eres..." Alejé los pensamientos de responsabilidad parental y me detuve a estirar las piernas cuando llegamos al destino planteado

—Me gustan los viernes —titubeó Conner nervioso. Le di un beso en la mejilla. Deseaba más de él, pero me decidí a esperar que él tomara la iniciativa de acuerdo a su ritmo. Se sonrojó y me desvió la mirada. Su ternura me llenaba y decidí que eso me iba a bastar de ahora en adelante. Ya no me importaba Lex…

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Después de clases fuimos al cine a ver una burda película de superhéroes y luego a comer un helado. Supuse que Conner quería conversar sobre sus pensamientos tras lo ocurrido, ya que no había tocado el tema en todo el día. Conversamos de asuntos insignificantes (la película, las series, el ejercicio, el colegio, etc.), hasta que me tomó de la mano mientras guardaba silencio. Me contorneó las uñas con sus largos y huesudos dedos y de pronto dijo:

—Sé mi novia, Mireya —me tomó totalmente por sorpresa. Me quedé mirándolo. Tenía la mirada clavada en mi mano y sentía cómo movía una de sus piernas con nerviosismo. Me hizo esbozar una sonrisa.

—¿Soy suficiente para ti?

—¿Cómo? No entiendo —me miró desconcertado.

—Si soy lo suficientemente buena para un chico como tú.

—Sigo sin comprender por qué me preguntas eso. Acabo de pedirte que seas mi...

—Odias mi trabajo... es algo importante para mí...

—Sé que no te acuestas con esos tipos, flaca. Sí me da envidia... pero conseguiré un empleo para que puedas...

—Me gusta mi trabajo... Creo que lo hago bien y me siento valorada... Me pagan bastante y...

—Bien. Puedo con eso... Si es lo que quieres...

—Y yo... bueno, ya te he contado de mis novios anteriores

—Sí, conozco tu vida. Somos amigos desde hace tiempo.

—¡Quiero...! —dudé un momento. No sabía qué nos depararía el futuro en una relación. ¿Se perdería nuestra amistad? ¿Duraría? ¿Terminaríamos haciéndonos daño? Conner merecía alguien mejor que una "loca cabra de monte" (como me decía el profesor de química tras escaparme repetidas veces de su clase)—. Quiero ser tu novia —completé un poco más decidida.

Se inclinó por sobre nuestras copas de helado y me besó un poco más firme que la noche anterior. Nos reímos sonrojados y salimos tomados de la mano conversando sobre la reacción que iba a tener Laura cuando supiera.

Mi mundo brillaba radiante de rosa pastel y de pronto comenzó a descascararse. Le solté instintivamente la mano a Conner. Parado frente a mí, mirándome fijo estaba Lex. Pareció que el tiempo se detuvo. Contemplé su cuerpo varonil, su barba incipiente y su rubio cabello sedoso. Nuestros ojos se conectaron y vi cómo su mirada de asombro pasaba a una de disgusto. "Debe odiarme", pensé y me dolió el pecho. Disfrutaba mucho ser su acompañante en el Club, pero para él solo era una chiquilla tonta que jugaba a ser grande.

El tiempo recobró su ritmo. Intenté mirar a Conner para ignorar su presencia cuando la vi: alta, de tacones y curvilínea. Su cabello tomado en un tomate perfectamente peinado y unos lentes de sol costosos. Le tomó el brazo a Lex, que seguía mirando, esta vez a Conner, como poseído por algo. Su mujer le dio un tirón que lo hizo dar media vuelta. Su ajustado vestido dejaba ver la forma de su cuerpo: estaba embarazada. Se me hizo un nudo en la garganta.

—Flaca, ¿estás bien? —las lágrimas rodaron por mis mejillas compulsivamente. Amaba a Lex.