Aurora Dubois deberá enfrentar el dolor de su diagnóstico, la traición de su esposo y el devastador secreto que sacude los cimientos de su familia. En su búsqueda de respuestas y sanación, Aurora descubrirá la fuerza para perdonar y reconstruir su vida, mientras Aura se debe enfrentar a las consecuencias de sus propias decisiones.
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Capitulo 10: Explosión de emociones
Un nudo de lágrimas le aprisiona la garganta a Aurora, una mezcla de frustración y dolor que amenaza con desbordarse. ¿Por qué su madre siempre se ofrece como defensora de todos, menos de ella? Ni una sola vez le había concedido el beneficio de la duda, dejándola siempre con la amarga sensación de ser la última en su lista.
__Mamá, ¿podrías por una vez darme el beneficio de la duda? ¿Escucharme, intentar entender mi punto de vista, en lugar de aferrarte a lo que dirán y a lo que una 'mujer decente' supuestamente debe hacer?__.
El grito de Aurora resonó, una onda expansiva que dejó a Ariella y Aura petrificadas. La más sorprendida, sin embargo, es la propia Aurora, acostumbrada a silenciar su voz, a agachar la cabeza ante los regaños de su madre. Pero esta vez, algo se ha roto en ella. La traición de su esposo, el contagio del VIH, la humillación de ser reducida a un objeto... todo había conspirado en un estallido de furia, una liberación catártica frente a su madre. El cansancio la abruma, los últimos días la habían dejado sin aliento, pero algo ha cambiado en su interior. La valentía, un fuego recién encendido, le da fuerzas. Es el momento de romper el silencio, de liberar el dolor que la desconfianza, la preferencia y la falta de empatía de su madre habían acumulado durante años.
__¡Mi esposo!__. Escupió Aurora, la palabra cargada de veneno.
__El hombre al que le entregué mi carrera, mis sueños, ¡todo! Trabajé día y noche vendiendo postres para que él pudiera ser el gran abogado, el socio de un prestigioso consorcio. ¿Y cómo me lo pagó? Con infidelidades, quién sabe con cuántas mujeres, ¡y con esta maldita enfermedad! VIH, incurable, mortal si no se trata. ¡Me contagió de VIH!__. La voz de Aurora tiema, un huracán de rabia y dolor contenido, mientras ve a su madre, una vez más, ponerse del lado de cualquiera, menos en el lugar de su propia hija.
Los ojos de Ariella se abrieron de par en par, la incredulidad y la ira librando una guerra en su mirada. Frente a ella, no estaba la hija sumisa que había moldeado, la que agachaba la cabeza y obedecía sin rechistar. En su lugar, se levanta una figura desafiante, indiferente al dolor que la consumía por la traición y la enfermedad. Y lo que es peor, en vez de ofrecerle consuelo, de arroparla con palabras de aliento, su madre centró toda su atención en Aura, quien se tambaleó al borde del colapso. Aura no pudo ocultar su sorpresa, el shock dibujado en su rostro. Las lágrimas, silenciosas pero elocuentes, rodaron por sus mejillas, incapaz de creer lo que acaba de oír.
__Hija, ¿estás bien? Siéntate, no te vayas a caer__.La voz de Ariella, cargada de una preocupación que jamás le ha dedicado a Aurora, resonó a través del teléfono. Aurora, con el corazón hecho pedazos, no pudo contener las lágrimas. La injusticia la ahoga, la impotencia le quema la garganta. ¿Por qué para su madre nunca ella es suficiente? ¿Por qué los errores de Aura siempre son disculpados, mientras que ella solo recibe reproches?.
__¡No puedo creerlo, mamá! ¡Soy yo la que se divorcia! ¡A mí me engañaron! ¡Me contagiaron de una enfermedad! ¿Y te da igual? ¿No te importa lo que siento? ¡Me estoy muriendo por dentro! Siempre soy la última, ¡ni siquiera estoy en tu maldita lista!__.
La indiferencia de su madre, la preferencia descarada ante este momento de dolor, dónde la necesita más que nunca, es la gota que colmo el vaso. Aurora ya no puede más. Si Ariella es incapaz de amar a más de un hijo, ¿por qué las había traído al mundo? ¿Para sufrir su desprecio, su favoritismo? ¡Nadie pidió venir a este mundo para ser ignorado, para ser tratado como un estorbo por su propia madre!.
__¡No... no... eso es mentira! Arnold no pudo haberte contagiado. ¡Quién sabe con quién te acostaste! ¡Él no puede tener VIH! Porque si es así, yo... yo también...__. Aura, liberada por fin del shock, estalló en furia, sus palabras como cuchillos a través de la pantalla del celular. Aurora, ahora en shock, no logra procesar la acusación, ni lo que su hermana estaba a punto de confesar antes de que su madre la silenciara.
__Mi niña, cálmate. Alterarte no te hace bien. Pobrecita, delirando por las tonterías de Aurora. Y tú, Aurora, mira cómo la has afectado con tus palabras_. Las palabras cínicas de su madre arrancaron a Aurora de su estupor. Comprendió entonces el significado oculto: el shock, el reclamo, las lágrimas de Aura no son de una hermana preocupada, sino de amante dolida, incrédula. La traición la golpeó con fuerza. ¿Su hermana? ¿Con su esposo? La idea es absurda, repugnante.
__No es mentira. Arnold me fue infiel, me contagió de VIH. Él está enfermo, y yo también. Y quienquiera que se haya involucrado con él...__. El dolor se mezcló con la furia, cada palabra una búsqueda desesperada de respuestas. La sospecha, aunque increíble, atormenta a Aurora: ¿podría ser su hermana la amante de Arnold? Una idea que su mente rechaza, pero que el dolor y la decepción hacen cada vez más posible.
__Me niego a creerlo! ¡Él no puede tener VIH! Porque si lo tiene, yo... yo también...__. Aura, presa del pánico, se aferra a la negación. Ariella intenta silenciarla, pero sus palabras, cargadas de terror, resuenan como eco. Esa revelación terminó de destrozar lo poco que quedaba de la estabilidad de Aurora. Lo ve, lo oye, pero su corazón se niega a aceptar la verdad.
__No digas eso, hija. Eres joven, sana, fuerte. Tienes un futuro brillante por delante__. Ariella se niega a aceptarlo, protegiendo a su hija de la dura realidad. Su princesa, su creación perfecta, no puede estar infectada. La idea es inconcebible.
__No me sorprende en absoluto que seas la amante de mi esposo. Ahora entiendo tantas cosas, tantas actitudes tuyas hacia él. Aunque te duela, es mi esposo, pero no te preocupes, pronto será libre de este matrimonio. ¡Te lo regalo, con moño y todo! No quiero saber nada más de ustedes. Para mí, están muertos__. Aurora cortó la llamada, el eco de los gritos de su madre aún resonando en sus oídos.
__La familia no se abandona... Aura es tu hermana... no seas insensible...__. Las palabras, dardos envenenados, no lograron detenerla. Con un clic, la pantalla se oscureció, y Aurora se desplomó en el suelo, la incredulidad y el dolor como un peso insoportable. Amina se arrodilló a su lado, envolviéndola en un abrazo silencioso. Sabe que no hay palabras que puedan sanar la herida abierta, la rabia que consume a Aurora.
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Aquí les dejo otro capítulo 🙂😁😁.
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