Una mujer despierta luego de estar en coma algunos días.
Sin recuerdos...
Sin saber quien es...
Edad y nombre no es algo que figura en sus recuerdos, ya que parece, los ha perdido todos.
Sin embargo, un hombre aparece delante de ella para recordarle que se llama Alma Rizzo, y que ambos, están casados desde hace cuatro años.
Él le promete ayudarla a recordar todo su pasado para poder encaminar su vida de nuevo.
Algo que a Alma, le parece irreal.
Sobre todo porque cuanto más aprende de si misma, más le aterra descubrir que tal vez no es la mujer que esperaba ser.
Ahora, componer su vida será su misión...
Cosa que no será sencilla cuando se tiene limitado los recuerdos y no sabes si convives con amigos o enemigos.
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Capítulo 18
—¿Qué? —Alan le miró con irritación
—¿Acaso dije algo? —sonrió —¿No deseas saludarlos?
—No andes de broma. —gruñó
Anastasia amplio su sonrisa.
—Cobarde. —se burlo y siguió comiendo
El rubio la miró con dureza.
—¿Le has dicho sobre el documento?
Abriendo la boca con asombro y tocandose el corazón con exageración, la pelirroja murmuró.
—¿Pero qué dices? ¡Claro que no! Yo siempre cumplo con mi palabra, te dije que aplazaria la información sobre el testamento y eso haré. ¿Por quién me tomas?
Alan miró sobre el hombro de la oji azul hacia la pareja detrás de ellos. Alma, parecía disfrutar de una calurosa platica con su esposo.
—Mmhm... —murmuró sin más
Si ella no le dijo nada, ¿para qué quería verlo el sábado?
Anastasia siguió comiendo y el rubio la imito.
—Deberías hablar con ella. —susurro antes de beber un poco de jugo
Alan clavo sus ojos en su acompañante pero, no dijo nada.
—¿Qué? —se encogió de hombros —Solo digo la verdad, las cosas se arreglan el 95% de las veces hablando.
Mirando de nuevo a la pareja, él bufo con fastidio.
—¿Puedes creerlo? Si tuviera todos sus recuerdos lo que menos haría con él sería comer a su lado. —siseo
—Pero lamentablemente perdió los recuerdos —Anastasia alzó una ceja sin mirarlo mientras prestaba atención a su comida —Claro, a menos que alguien le recuerde su trágica vida amorosa. —comentó con indiferencia
—No me compete. —se recordó más a si mismo, que en un intento de aclararselo a la oji azul
Anastasia asintió. Pero Alan seguía con la mirada hacía la pareja.
La pelirroja suspiro y soltó los cubiertos.
—¿Qué vas a hacer? —quiso saber —Podemos ir a saludar si eso te hace sentir menos miserable. —argumento, levantándose de la silla
Alan Conte la tomó del brazo y la hizo sentarse.
—¿Estás loca? —le riño
Anastasia suspiro.
—Alan, ve y habla con ella. Eran muy unidos... Lo dejaron de ser, lo fueron luego, después ya no... —explico, moviendo las manos de un lado a otro de la mesa —Luego paso lo de tu esposa y volvieron a serlo, luego... Ya no. ¿Si me explico?
—No.
Anastasia rodo los ojos, antes de suspirar con dramatismo.
—¿Qué te preocupa?
Alan miró a la pareja.
—Que hace un mes estuvieron a punto de divorciarse y ahora... Es como si nada hubiera pasado.
—Ah, ya, ahora lo entiendo. —Anastasia coloco el codo cobre la mesa y dejo caer su cara en la palma de su mano —Y a ti te carcome por dentro que no lo haya hecho. —sonrió con diversión y una chispa de malicia asomo en aquellos ojos zafiro
—¿Qué? —Alan la miró enojado —¿Qué intentas decir?
Ella alzó las manos en señal de rendición mientras se recostaba en el respaldo de la silla.
—Tranquilo, entiendo que odies la situación. Después de todo, eran grandes amigos... Pero debes entender que si no hablas con ella pueden suceder dos cosas: la primera es que todo siga como hasta ahora y la segunda es que al recordar te odie por no haberle dicho nada.
—Si ella recuerda, lo que menos haría sería reclamarme eso, ya que me odia.
—¿Con justa razón? —inquirio la pelirroja alzando una ceja
—No lo sé... —admitió el rubio
—Yo digo que te prepares para contrarrestar el testamento. Lo demás, tomará su lugar pronto. ¿No deseas un consejo?
Alan Conte bufo.
—¿De ti? No.
Anastasia puso los ojos en blanco y sonrió.
—Sabio. Bien, es hora de irme. Hasta luego...
El rubio asintió.
—Buen viaje.
—Gracias, querido.
Anastasia se levantó de la mesa y salió del restaurante sin mirar atrás. Por su parte, Alan Conte espero al mesero para pagar.
.
.
.
—¿De verdad?
Valentín sonrió y asintió varias veces.
—Bueno, podemos intentar pasar la junta para...
El peli café levantó la mirada y se encontró con Alan Conte dirigiéndose a la salida.
El oji azul le clavo los ojos unos segundos antes de salir del restaurante.
—¿Qué pasa? —Alma miro sobre su hombro
Valentín la tomó de la mano sobresaltandola.
—No es nada. ¿Qué me decías?
—Ah si, te decía que...
Pero él no le prestaba atención ya que se aseguraba de que el rubio no estuviera por el área.
...[...]...
Alma contuvo el aliento cuando se encontró delante del edificio de King.
Era hora de hablar con él y dejar las cosas claras, necesitaba mejorar su relación con ellos. Después de todo, se lo había prometido a su abuelo.
Dirigiéndose a recepción, la mujer de mediana edad le comunicó amablemente donde debía ir y donde debería entrar.
Así que subiendo al elevador, la peli negra subió al último piso del edificio.
Cuándo salió, el lugar estaba casi muerto. Tal vez por ser sábado al igual que en Queen, todos o la mayoría salía temprano.
Ella se detuvo delante de la puerta cuya placa decía: Alan Conte, CEO.
Tocó dos veces antes de esperar respuesta. Sin embargo, nadie lo hizo.
De nuevo, tocó. Pero el resultado fue el mismo.
Arrugado la frente, la peli negra sacó su celular y le marco a su asistente.
—Dígame, jefa.
—Elena, ¿confirmaste la reunión de hoy con el CEO de King? —preguntó, apoyándose de hombro en la puerta
—Si, claro que si. ¿Desea que llame para preguntar nuevamente?
—No, no te preocupes, estoy aquí, yo misma puedo hacerlo.
—Entiendo, estoy a sus ordenes.
—Tranquila, cualquier cosa, yo te llamo. —colgó y suspiro —Genial... ¿Dónde te metiste Alan Conte? —se cruzo de brazos —¿Huiste de mi? —murmuró, colocando la cabeza sobre la puerta mientras miraba el pasillo por si asomaba
Alan sonrió y alzó una ceja con diversión, ¿huir de ella? Tal vez en otro tiempo, pero ahora, parecía que la oji negra era una persona completamente diferente.
Aún sin recuerdos, Alma no sería capaz de acomodarse de esa manera en su puerta.
Porte siempre fino y correcto era algo que la caracterizaba, incluso, aunque fueran muy cercanos, ella siempre mostró elegancia.
Colocando su hombro en la pared, justo detrás de ella, la observó mientras estaba mirando algo en su celular.
—Me dejaste esperando. —siseo antes de separarse de la puerta
Mirando sobre su hombro, la oji negra dio un salto del susto y retrocedió dos pasos cuando su mirada se encontró con la de Alan Conte.
—Se-señor... —balbuceo.
Él le regaló una sonrisa coqueta, mientras miraba el fruto de su espera.
—¿La asuste? Lamento la tardanza.
—No, no me asustó —Alma sacudió la cabeza rápidamente —Crei que no me recibiría.
—Yo siempre cumplo con mi palabra, le pedí verla y es justo lo que voy a hacer. Adelante... —murmuró, abriendo la puerta de su oficina
Alma miró el interior y luego a él.
—Gracias... —con valor, entro a la habitación
El rubio entro detrás de ella y cerro la puerta.
Alma observó la habitación y se sintió más tranquila al saber que no era la única que decoraba elegante su espacio.
—Bien, dígame cuál es el motivo que la ha traído hasta aquí, señora Rizzo. —murmuró el oji azul luego de verla escanear de arriba a bajo su oficina
La peli negra le miró.
—Vine porque...
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.
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—¡Eres un imbécil, Valentín!
El peli café suspiro y miro con fastidio a la mujer que se paseaba delante de él como si de un animal enjaulado se tratase.
—¿Algo más que desees agregar a la lista? —pregunto con fastidio
—Me dijiste que eras más que capaz de evitar que Alma regresará a trabajar.
—¿Qué más puedo hacer? Está en su derecho, ¿o no?
—Esa maldita no puede volver a trabajar y lo sabes.
—Cuida tus palabras, Olivia. —siseo del oji verde
La oji azul, rodo los ojos con fastidio.
—No puedo creer que la estés defendiendo después de todo lo que nos ha hecho, ¡de lo que te ha hecho! —exclamó levantado las manos al cielo —¡Por todos los cielos, Valentín! —gruñó —Alma te ha humillado demasiadas veces que no las puedes contar con los dedos.
El peli café apretó la mandíbula.