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Obsesión Del Diablo

Obsesión Del Diablo

Status: En proceso
Genre:Juego del gato y el ratón / Amor eterno / Demonios / Reencarnación / Mundo de fantasía / Pacto diabólico
Popularitas:6.6k
Nilai: 5
nombre de autor: Poire

— Advertencia —

La historia está escrita desde la perspectiva de ambos protagonistas, alternando entre capítulos. Está terminada, así que actualizo diariamente, solo necesito editarla. Muchas senkius 🩷

♡ Sinopsis ♡

El hijo de Lucifer, Azaziel, es un seducor demonio que se obsesiona con una mortal al quedar cautivado con su belleza, pero pretende llevársela y arrastrar su alma hacia el infierno.

Makeline, por su lado, carga con el peso de su pasado y está acostumbrada a la idea del dolor. Pero no está segura de querer aceptar la idea de que sus días estén contados por culpa del capricho de un demonio.

—¿Acaso te invoqué sin saberlo?
—Simplemente fue algo... al azar diría yo.
—¿Al azar?
—Así es. Al azar te elegí a ti.

NovelToon tiene autorización de Poire para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Eco del recuerdo

—Solo me da curiosidad —había respondido a mi pregunta.

Y yo solo pude pensar en que podía agarrar su curiosidad y ahogarse con ella, dejé que ese pensamiento flotara en mi interior cuando me di cuenta de que había retirado su mano del computador. Aproveché para volver a abrirlo, el sistema comenzó a reiniciarse; no lo suficientemente rápido para escapar de esa conversación.

—¿Me vas a ignorar?

—Si vas a seguir con lo mismo, sí —respondí sin mirarlo.

No era por capricho. De verdad no tenía las ganas ni la disposición de saciar esas dudas a flote. Mucho menos quería evocar momentos que no eran precisamente deseables para mí, ni para mi salud mental. Pero sabía que, una vez activado el switch de mi cabeza, ya no podía abandonarlos.

—¿En serio no me vas a contar? —siguió presionando.

—¿Contarte qué?

La computadora ya estaba completamente encendida, empecé a abrir y cerrar archivos en mi carpeta. Ni siquiera estaba prestando la suficiente atención para saber con certeza lo que estaba viendo en la pantalla, y me confundía una y otra vez.

—Sé que te estoy poniendo nerviosa. Puedo ver tu verdadera expresión, incluso cuando intentas disimularlo.

—Agh —resoplé, frustrada. 

Cerré la laptop con un golpe y salí del cuarto. Caminé hasta la sala y me acerqué a un estante de madera. Azazel venía tras de mí. Me acuclillé para abrir un cajón, él no pudo ver qué era lo que buscaba con tanto esfuerzo.

—Un poco temprano para beber, ¿no crees?

Claro. No era necesario verlo, me estaba leyendo la mente. Me levanté y giré hacia él, en efecto, con una botella en la mano.

—Dijiste que no leerías mi mente —le recriminé.

—De hecho, no dije que no lo haría. Solo dije que lo intentaría —Era mi culpa por confiar en la palabra de un demonio—. Y me cuesta mucho trabajo cuando estás tan nerviosa. Con todo lo que dijiste y lo que transmites, haces que no pueda evitar querer saber lo qué te pasa.

—No quiero que lo hagas ahora, te lo digo en serio.

Sabía que no tenía que confiar plenamente en lo que él había dicho. Desde luego, tenía lagunas y letras pequeñas aquél contrato.

—¿Por qué no?

—No lo hagas y ya. Al menos respeta eso, ¿quieres? —dije con firmeza. 

Cerré el cajón de abajo con el pie y me incliné para tomar una copa y el sacacorchos. Luego, caminé hacia el sofá con las tres cosas en la mano.

—De acuerdo. No voy a leerte.

Encendí la televisión. Destapé el vino con facilidad y se serví la copa hasta la mitad.

—No creo que debas beber ahora.

—Solo son un par de copas. Quiero relajarme un rato.

—Te vas a volver adicta, si es que no lo eres ya.

—No digas tonterías —repliqué, tomando un sorbo—. No voy a ser adicta por unas cuantas copas.

Por supuesto que podía dejarlo cuando quisiera, pero no mencionaría eso en voz alta, demasiado cliché, le daría la razón. 

—No son tonterías —dijo—. En ese cuerpo lo harás. Los mortales se vuelven adictos a prácticamente todo.

No le estaba prestando atención a sus regaños. En lugar de aceptar que el demonio tenía razón, le pregunté.

—¿Puedes desaparecerte un rato como lo haces algunas veces, y darme espacio? —Mi tono era directo. Él estaba ligeramente molesto, e iba a negarse, así que continué—. No me refiero a volverte invisible para mí. Quiero que te vayas de verdad.

—Sí. Me iré —respondió, rodeándome en el sofá hasta estar completamente en frente—. Pero solo si me respondes una pregunta primero.

—¿Qué, ahora qué quieres? —hablé con visible irritación.

—¿Por qué intentas con tanta resistencia evitar hablar sobre tus pensamientos?

Tomé un segundo sorbo antes de contestar.

—Es mi privacidad. No es muy cómodo que intentes meterte en mi cabeza. Y sobre todo, no es nada justo.

—Sé que tienes derecho a tu privacidad, es parte del acuerdo, pero... estás escondiendo algo.

¿Por qué sentía sus palabras como un reclamo? Él había decidido, por cuenta propia, mantenerme vigilada, ¿verdad? ¿Y qué más? ¿Eso le había dado una autorización oficial para inmiscuirse en mi vida? 

—Solo vete

—Está bien —dijo con resignación—. Voy a irme. Pero solo serán unas horas.

—El resto del día, si es posible —di otro sorbo.

—¿Todo el día?

—Te aseguro que no voy a escaparme, ¿sí —contesté, inclinando la cabeza hacia un costado para fijarme en el televisor.

—Sí. Muy bien —dio unos pasos fuera de la pantalla—. Estaré fuera todo el día.

Se desmaterializó, dejándome completamente sola. Me recosté y terminé de beber la copa de un solo golpe

......................

La ebriedad estaba nublándome el juicio, mi mente divagaba por mis recuerdos, en contra de mi voluntad, mientras el sueño me vencía. Intenté resistir, consciente de que si me quedaba dormida con los pensamientos activados, continuarían persiguiéndome dentro de mis sueños. Pero no pude. Mis ojos nunca habían pesado tanto y sentía un picor de incomodidad en ellos hasta que, por fin, me quedé dormida, tendida en el sofá con la mitad del cuerpo en el vacío.

El alcohol había subido a mi sistema,  elevando mi presión y haciéndome perder la noción de la temperatura en el ambiente, que iba descendiendo a medida que avanzaba la noche, despertaba débil y confundida por ratos, sintiéndome acalorada. 

De pronto, un sonido me trajo de vuelta de inmediato. Me levanté, analizando la escena. Vi líquido derramado y fragmentos de vidrio regados por el suelo, regresé mi vista a la pequeña mesa donde había dejado mi copa, aún mareada. Creo que había lanzado mi mano hacia el aire entre movimientos involuntarios y había chocado contra la copa hasta hacerla rodar y hacerse añicos. 

En el estado en el que me encontraba, me pareció una excelente idea ir por una escoba y recoger el desastre. Fui a la cocina con dificultad y luego volví. Me detuve a observar lo que había pasado. No podía barrer los vidrios si había líquido, le estaría dando más trabajo a mi yo del futuro con el cochinero que iba a dejar. Terminé por decidir que era mejor opción recogerlos con la mano. Me agaché cerca del recogedor y fui depositando, con mucho cuidado, vidrio por vidrio.

¿Pero qué clase de cuidado se podía esperar exactamente de alguien cuya conciencia estaba entorpecida por las sustancias? Atolondrada por el vértigo, el cuerpo se me venció hacia un costado. Antes de caer, divisé cómo los vidrios del piso se me insertarían en las piernas, y por instinto coloqué la mano para sostenerme y evitarlo. Lógicamente, se me enterró un pedazo en la palma izquierda, debajo del pulgar. 

Probablemente el alcohol actuaba como una buena anestesia porque no sentí casi nada al retirar el trozo con la otra mano. Analicé el corte detenidamente, pero enseguida dejé de prestarle importancia. Terminé de llenar el recogedor y lo llevé hasta la cocina para mantenerlo alejado de mí mientras no estaba en completo uso de mis facultades. Ya me encargaría de eso luego.

Aproveché que estaba dando una vuelta por allí para revisar la caja de medicamentos. Con un razonamiento poco sensato, tomé una venda y la envolví sin siquiera limpiar la herida primero. Además, claro que el alcohol seguía haciendo su trabajo como una especie de analgésico porque el corte no parecía superficial. Cuando terminé de asegurar la venda con un broche, fui a mi cama y me lancé sobre ella para seguir durmiendo. Era la una de la mañana.

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Lorena Ramirez
es muy bueno
Patricia Garcia Lizarraga
Excelente
Alcira Araujo
genial
Alcira Araujo
que ya no va a subir más capítulos
Poire: Todos los días subo, ntps
total 1 replies
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