— Advertencia —
Es una historia corta.
La trama tiene contenido adulto, se pide discreción.
♡ Sinopsis ♡
Jodie nunca se ha quedado quieta, tiene una energía desbordante y una manera de meterse en donde no la llaman. Cuando se muda a un nuevo edificio, se encuentra con Kai; totalmente opuestos.
Él es reservado, ama el silencio y su rutina inquebrantable, pero su tranquilidad empieza a flaquear cuando Jodie lleva el caos hasta su puerta. ¿Podrá Kay resistirse a sus provocaciones?
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Conversación interrumpida
Conseguir su número no fue complicado, solo hizo falta ingresar al chat grupal que tenían las personas del edificio. Estaba revisando los mensajes, aburrido leyendo las quejas sobre los demás inquilinos, deslizaba el dedo sobre la pantalla cuando vi su nombre aparecer, preguntando acerca del mantenimiento de su departamento. En ese instante, fue que se me atravesó por la mente escribirle, aunque solo superficialmente. Inicialmente, la razón fue que no la había visto rondar cerca de los pasillos en toda la semana y tenía que devolverle los audífonos que me había prestado hace unos fías; también se me ocurrió intentar mantener una cordialidad básica, como cualquiera que quisiera tener el contacto de un vecino en su teléfono sin que eso signifique que se volverán amigos y hablarán todos los días.
Sin embargo, a medida que redactaba, algo en su presencia invisible me incitó a seguir, me daba cuenta de su intriga y quise molestarle un poco, dejarle con la duda. Me salió mal: terminó bloqueándome, pero no la culpo. Había sido imprudente y había llevado muy lejos mi chistecito. No lo entendí del todo, pero creo que me estaba confundiendo con otra persona, y tal vez esa haya sido la única razón por la que siguió la conversación. Lamento haberte desilusionado, Jodie.
La vi salir al día siguiente. La seguí hasta antes de que terminara de bajar los escalones, con los audífonos en la mano, se los extendí cuando la alcancé. La verdad es que no sabía qué hacer después de nuestra extraña interacción de la cual ella no estaba enterada.
—Aquí los tienes. De nuevo, gracias —dije, tratando de sonar casual, y me adelanté a bajar antes que ella.
—¿Estás bien? —preguntó con una risa inesperada. No supe por qué, quizá me veía más serio de lo normal.
Me detuve en seco para girarme.
—Claro, estoy bien —respondí de forma automática y con una expresión neutra, intentando seguir sonando relajado, aunque mis manos se ponían rígidas dentro de los bolsillos—. Simplemente tengo algunas cosas en la cabeza y solo estaba algo distraído, eso es todo —dije sin dar más detalles.
Me miró fijamente. No insistió, a pesar de que seguramente no me había creído. En cambio, no tardó en recordarme que aún le debía un favor. Por alguna razón, me sentí más frustrado de lo que debería y me di media vuelta para seguir caminando, sintiendo su mirada en la espalda. Ni siquiera le hubiera aceptado el gesto de tomarlos prestados, de no ser porque consideré que sería grosero no hacerlo. Y bueno porque, repito, en parte sí los necesitaba.
......................
Esa tarde, mientras estaba calentando una sopa en el microondas, mi teléfono zumbó sobre la mesa. Lo encendí para revisarlo; era Jodie. Me había desbloqueado, sin embargo no había enviado nada. Solo era una acción silenciosa, así que lo dejé pasar. Me duró poco, no pude comerme la sopa con tranquilidad, el asunto me estaba carcomiendo. Dejé el plato en el lavabo con la sopa a medio terminar y me encaminé hacia mi habitación para concentrarme más en lo que planeaba, vacilando entre si decirle algo o dejarlo estar.
Cuando estuve a punto de hacerlo, ella lo hizo primero. La notificación iluminó los bordes de mi pantalla.
—Al final me quedé con la duda de quién eras.
Fue todo lo que escribió. Fue directa y clara. No respondí de inmediato, solo escuché el sonido de la notificación. Me tomé un momento para pensar en cómo contestar. Apenas pasaron menos de dos minutos antes de que enviara un signo de interrogación al no obtener respuesta. Qué impaciente.
—¿Quieres que te lo diga?
—Pues claro —mandó con rapidez.
—Sí, de acuerdo —suspiré con resignación, comprendiendo que no había vuelta atrás. No tenía caso seguir jugando a ocultarle nada, probablemente acabaría por bloquear mi número indefinidamente—. Soy Kay.
Silencio. Luego, otro mensaje.
—¿Qué? Jaksjsks —leí su mensaje con nerviosismo y confuso, ¿por qué se estaba riendo? ¿se estaba burlando de mí? Aguardé—. Ok, tengo muchas preguntas al respecto.
Resoplé. Es mi culpa, yo solito me metí en esto.
—Puedes hacer tus preguntas —dije.
—Primero, ¿Quién te dio mi número?
No era muy lista, no era tan complicado deducirlo.
—Lo vi en el grupo de vecinos, lo copié. Simple.
—Entiendo. ¿Y qué querías ayer? ¿Por qué fue que me escribiste?
La verdad, ni yo lo sabía con certeza, no tenía una razón específica. Había sido una especie de impulso momentáneo por una intención pasajera. Iba a estar complicado, no estoy acostumbrado a explicar mis acciones, especialmente cuando no tengo una buena razón detrás.
—Estaba aburrido y supongo que tenía ganas de hablar con alguien. Y como se me atravesó tu mensaje en el grupal, decidí escribirte, nqea más.
—Kay, ni siquiera te caigo bien, por dios.
Tenía un punto. Sí fue algo impulsivo haber querido hacerme pasar por bromista. Yo me había dicho lo mismo justo antes de escribirle.
—No te conozco lo suficiente para determinar eso, aunque no lo negaré del todo. Pero tampoco es que haya pretendido charlar contigo toda la noche, no iban a ser más que un par de mensajes.
—En fin —concluyó—. Eso es por no tener amigos —respondió, como si fuera una especie de diagnóstico que me hubiera hecho sin esfuerzo.
Me sentí levemente ofendido, más de lo que debería, pero me contuve. Estaba claro que disfrutaba siendo desagradable, insoportable. ¿Por qué es que le había mensajeado?
—Qué tontería, no necesito gente a mi alrededor para estar bien conmigo mismo, prefiero mi propia compañía a tener cerca gente como tú, no me sorprendería que nadie te aguante —dije con una frialdad que no solía mostrar.
—¿Y tú cómo sabes eso? —replicó. «Porque no lo sé, ingenua, nunca lo afirmé» fue lo que pensé—. Ni siquiera me conoces, ni sabes nada de mí tampoco.
—Tal vez no te conozco a cabalidad —dije—. Pero no necesito mucho para ver que eres una persona problemática y molesta, es obvio. Debe ser doloroso para tus amigos soportarte a veces.
La conversación quedó suspendida en el aire. Otro silencio. Y luego, un breve mensaje.
—Ah, okis —escribió antes de bloquearme nuevamente. ¿Era su modo de operar? Infantil.
Me quedé mirando la pantalla por unos instantes y luego maldije para mis adentros, arrojando el teléfono a la cama y a mí mismo hacia atrás. Tan solo estaba siendo honesto, no era para tanto, fue una discusión absurda. Aunque es cierto que no era propio de mí actuar así, normalmente era más reservado y cauteloso al tratar con la gente.
¿Yo desde cuándo hacía bromas tontas?, y sobre todo, ¿por qué me había sentido atacado?