"Ser una cobarde en el amor, ¿te puede costar tu propio corazón? Freya seguirá huyendo de sí misma."
Tendrá que decidir entre el amor o la pasión
Descubre lo que sucederá 🤓
Esta historia es solo amor entre chicas
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Capítulo 3:Seducción en la oscuridad
Al terminar de cenar, Min-ju salió conmigo del restaurante y abrió la puerta de su auto, un Mercedes-Benz negro brillante. Era imponente, aunque no era algo que me sorprendiera. Estaba acostumbrada a los lujos, sobre todo porque Charlotte siempre me llevaba en autos igual de costosos. La diferencia esta noche era mi compañía, y cómo ella lograba que todo pareciera distinto.
El trayecto hasta mi apartamento tomó unos 30 minutos. Vivía en un lugar algo alejado de la ciudad, pero afortunadamente sola, ya que mi madre trabajaba como profesora en otro estado. El departamento no era lujoso como los de mis compañeros, pero era cómodo y más que suficiente para mí.
—Por favor, pasa, Min-ju —dije, invitándola a entrar.
Min-ju se veía tan nerviosa que podría desmayarse en cualquier momento. Había algo dulce y casi inocente en su comportamiento que me hacía querer observarla aún más.
—Siéntate en el sofá. ¿Te parece si tomamos algo? Tengo agua, pero por lo que veo en tus manos necesitarás algo más fuerte. ¿Qué tal un whisky?
—Whisky con hielo estará bien —respondió con una voz temblorosa.
Mientras le servía, no pude evitar preguntarme si esta sería su primera vez. Su nerviosismo era evidente: no me miraba directamente, y sus manos no dejaban de frotarse entre sí. Cuando le pasé el vaso, lo bebió de un solo trago, como si estuviera sedienta.
—Tranquila, pequeña. La noche es joven, tómalo con calma —le dije, tratando de aliviar la tensión.
La verdad, yo también estaba algo nerviosa. Había estado con muchas mujeres antes, pero esta vez era diferente. Algo en ella me hacía dudar de mis movimientos. Era extraño y, a la vez, emocionante.
Con cada trago, la conversación fluyó más fácilmente. Hablamos de trivialidades, y para cuando estábamos en el quinto vaso, nuestras manos se encontraron. Sus dedos, pequeños y cálidos, temblaban al entrelazarse con los míos. No pude evitar darle un beso en las manos para tranquilizarla. Algo en mí había cambiado: nunca me preocupaba por cómo se sentían las mujeres con las que estaba, pero con Min-ju era distinto.
Al acercarme a su cuello con besos pude escuchar un gemido que salía de su garganta, eso me motiva a seguir mas adelante, al llegar a su oreja ese sonido se hizo mas fuerte, para esto mi cuerpo tenía la necesidad de hacerla mia.
La bese apasionadamente haciéndome probar sus labios grueso sabor a fresa me dejaban atónita en cada beso sentía una corriente que deslizaba por mi espalda una sensación que no había sentido antes.
Entre caricias mis manos se deslizaba por su espalda hasta sus caderas, me dispuse a quitarle su hermoso vestido por el cual no tuvo resistencia alguna, al deslizar su vestido mis ojos se abrió tan grande porque la imaginé de esa mujer era tan exitante un cuerpo con curvas que simplemente era perfecto, Lucía una lencería roja como su vestido y en el unos ligeros que cubrían sus muslo tan brillantes.
Mis manos perdieron el control de ellas misma al igual mi mente se nublaba, me sentía tan hambrienta que necesitaba comer carne, pase de besar sus labios al deslizarme hasta sus pechos los cual apreté, mientras mi lengua absorbida sus pezones, eso hacia que gimiera cada vez mas fuerte, su cuerpo temblaba pidiéndome mas.
Ya no podía resistir tenía que probarla mas, me deslice de beso a beso por su abdomen hasta llegar a su parte intima la cual toque lo que traspasaba de su ropa interior, eran sus propios fluidos, ella estaba tan mojada, al quitarle su ropa interior comprobé, estaba tan húmeda.
-¿qué haces? - ella dijo de forma sorprendida tartamudeando.
-tengo sed asi que beberé un poco.
Le dije mientras la miraba a los ojos, ella simplemente se cubrió con su propia mano mientras apretaba la sabana con sus manos.
Mi lengua se deslizó cada vez por su parte masíntima , ella tenía un sabor a fresa tan agradable, hice mi mejor movimiento absorbiendo todo.
-por favor mas rapido
La pequeña pedía a gritos mas rapido y yo estaba decidía a cumpliré su placer, mientras seguida en mi labor la pequeña se dejó venir en mi boca unas veces, estaba decidía hacerla llegar al máximo órgamo.
Mis dedos se deslizaron adentro de ella de un dedo, hasta dos dedos, pude sentir tan húmedo y caliente su zona que me motivaba a seguir mas rapido, rápido, mientras mordía sus labios y besaba todo su cuerpo, ella solo podía gritar mientras rasguñaba mi espalda.
Esa noche yo era un lobo y ella Caperucita, quien comería hasta el último hueso de su cuerpo, nada podía detenerme.
Todo parecía perfecto hasta que mi celular, olvidado en la mesa, comenzó a vibrar insistentemente, rompiendo la magia.
—¿Quién diablos llama a esta hora? —susurré con frustración mientras me levantaba de la cama.
La pantalla mostraba el nombre de Charlotte. Contesté de mala gana.
—Hola, dime.
—¿Por qué me ignoras, Freya? Han pasado cinco horas y no sabía nada de ti. ¿Dónde estás? —preguntó con un tono entre preocupado y molesto.
—En mi departamento. ¿Por qué tanto drama?
—¿Sucede algo? ¿Por qué no me llamaste?
—Nada, solo tengo visitas.
Hubo un silencio incómodo al otro lado de la línea antes de que Charlotte hablara de nuevo, esta vez con evidente irritación:
—¿Quién está contigo?
—Min-ju —respondí con un tono neutral, aunque sabía exactamente cómo se tomaría eso.
La línea quedó en silencio por unos segundos, y luego:
—¿Por qué...? Freya, no puedo creer que estés... —comenzó a decir, pero no la dejé terminar.
—Tengo que irme, Charlotte. Nos vemos mañana. Te quiero.
Corté la llamada antes de que su sermón continuara. Charlotte podía ser demasiado protectora, pero esta vez su tono había sido distinto: estaba molesta, casi furiosa. ¿Estaría celosa?
Suspiré y volví a la cama, donde Min-ju dormía profundamente. Su pequeño cuerpo se movió de forma inconsciente hacia el mío, abrazándome con fuerza. La miré por un momento y no pude evitar sonreír.
Había algo en ella que me atrapaba, algo que no entendía y que prefería no analizar. Mañana sería otro día, pero por ahora, solo quería disfrutar de su compañía, sus caricias y ese aroma cítrico que no podía sacar de mi mente.