Una mujer despierta luego de estar en coma algunos días.
Sin recuerdos...
Sin saber quien es...
Edad y nombre no es algo que figura en sus recuerdos, ya que parece, los ha perdido todos.
Sin embargo, un hombre aparece delante de ella para recordarle que se llama Alma Rizzo, y que ambos, están casados desde hace cuatro años.
Él le promete ayudarla a recordar todo su pasado para poder encaminar su vida de nuevo.
Algo que a Alma, le parece irreal.
Sobre todo porque cuanto más aprende de si misma, más le aterra descubrir que tal vez no es la mujer que esperaba ser.
Ahora, componer su vida será su misión...
Cosa que no será sencilla cuando se tiene limitado los recuerdos y no sabes si convives con amigos o enemigos.
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Capítulo 4
—Vaya revelación. —murmuró la oji negra
—No debes sentirte mal, ahora estas sin tus recuerdos pero espero poder ganarme un poco de tu cariño.
Alma le observó, recostado en el barandal del balcón, con perfil a la luna, sin duda, era atractivo a la vista.
—Espero poder remediar algunas cosas antes de recuperar mis recuerdos.
Asintiendo, él se irguió.
—Si, pienso igual. Ambos debemos arreglar algunas cosas antes de que te recuperes del todo.
—¿Por qué mi abuelo te llamó a ti? —preguntó, cambiando de tema.
—Oh, tu celular se estropeo así que prometo comprarte otro.
—Gracias.
—Aunque no por eso venía a verte, si bien, haré tiempo para ir los dos a ver a tu abuelo... Quiero que consideres ir conmigo a una cena de beneficencia el sábado.
La peli negra miró su taza mientras una mueca adornaba su rostro.
—No lo sé.
—No te preocupes, no pienso exigirte nada de lo que no te sientas cómoda. ¿Terminaste? —pregunto, mirando a la taza y cuando ella se la dio él continuó —Que descanses. —dio un paso a ella pero se detuvo enseguida —Perdón, la costumbre.
—Está bien... Puedes eh... Hacerlo.
Él sonrió y acercándose a ella, le dio un beso en la mejilla.
—Los besos están prohibidos a menos que haya medios o familia cerca —recitó dando dos pasos atrás —Que duermas bien. —con la misma, se alejo y tomando el carrito salió de su habitación
Alma regresó la mirada a la luna, sin duda, no era la persona que creía ser.
Despedir personal, tratar fríamente a Valentín...
—¿Qué más escondes Alma Rizzo?
...[...]...
«—¡Mamá!»
Alma abrió los ojos con brusquedad. Se sentó rápidamente en la cama y miró a su alrededor. Seguía en la habitación de visitas, pero algo en el ambiente se sentía fuera de lugar. ¿O ella era la que estaba fuera de su sitio?
Bajando de la cama, se fue a duchar y una vez cambiada, bajo a la primera planta.
Sin perder tiempo se dirigió a la cocina mientras seguía el rico olor a café.
—Buenos días nana —saludo pero no era la anciana que preparaba el desayuno, sino Valentín —Buenos días. Creí... Que estarías en el trabajo.
El peli café le sonrió.
—Nana fue de compras como solo a ella le gusta hacerlo.
—¿Cómo?
—Sola. Así que decidí hacer el desayuno ya que no tengo que presentarme en la empresa hasta la tarde.
—Muchas gracias, prometo levantarme más temprano para ser yo la que prepare algo.
—Dudo que nana te deje, a mi me hizo prometer que no tocaría nada pero me moría de hambre. ¿Waffles?
—Si, gracias.
Valentín se desenvolvio perfecta y casi armónicamente por la cocina mientras le servía el desayuno.
—Dime que sueles cocinar y no solo lo haces para impresionarme.
Él río.
—Si, a veces yo preparo los desayunos.
—¿Qué haces ahora mismo en la empresa?
—Todo lo que tú hacías antes de... Quedar en coma.
—¿Cómo fue?
—Simplemente te desplomaste y no volviste a despertar.
Alma miro su desayuno.
—¿Té?
—No, me apetece café.
Valentín casi tira el líquido verde que le servía.
—¿Qué? —jadeo
—Quiero café. ¿Es malo eso? ¿No puedo tomarlo?
—No... —sacudió la cabeza —Solo que... Bueno, supongo que me alegro.
—¿Qué sucede?
Él la miró a los ojos
—Nunca has tomado café.
—¿Nunca, nunca?
—Nunca, tu abuelo te inculco desde pequeña el gusto por el te. Y no digo que este mal que tomes café solo que... Bueno, bebelo, es diferente al té.
«—¿Café?
—Oh, si muchas gracias.»
—¿Seguro?
—Siempre. Puedes preguntarle a tu abuelo mañana que vayamos a verlo.
Alma miro la taza de café que él había dejado delante suyo.
—Le puse azúcar, para que no esté muy amargo.
—Gracias.
El sonido de una puerta abrirse reino el lugar y Valentín se levantó de su silla.
—Debe ser nana, iré a ayudarla con las bolsas.
Alma le vio salir de la cocina y miro su taza de café nuevamente. Sin más, bebió un poco justo en el momento que Valentín y Chiara entraban a la cocina.
—Diablos...
—¿Estás bien? ¿Estuvo muy caliente?
—No no, todo lo contrario... —le miró —No puedo creer que nunca antes lo haya bebido.
El peli café se relajo un poco más.
—Menos mal... —suspiró —Bueno, una vez que lo pruebas no hay marcha atrás.
—Pero que sorpresa... —murmuró la anciana —Juraría que no viviría para verte tomar café. —sonrió
Valentín saco el celular del bolsillo de su pantalón y respondio de inmediato.
—¿Si? —de pronto, perdío la sonrisa —Claro, voy de una vez. —colgó —Tengo que irme a la oficina, así que te dejo más pronto de lo que me gustaría.
Alma asintió.
—¿Pero está todo bien?
—Si... —rodeando la isla, le deposito un beso en la frente —Le dije a nana que te muestre los álbumes que tenemos. Tal vez te ayude... Nos vemos luego —sin perder tiempo, salió de la cocina.
—Me gustaría recordar si quiera como administrar una empresa. —murmuró para si
—Lo recordarás todo pronto... ¿Quieres más café?
—No, té, mucho café por hoy.
—Bueno, terminemos de desayunar y veamos esos álbumes.
.
.
.
—Es raro ver a tu familia en fotos y no reconocer a ninguna... —suspiró
Chiara la miró con compasión antes de sonreír.
—Conforme pases más tiempo con ellos, te iras acostumbrando.
—¿Me llevo bien con todos?
—No con todos... La mayoría, tienen una relación formal contigo, solo tu abuelo es muy cercano a ti.
Alma asintio y miró sus muñecas.
—¿Cuando me dirás por qué intente quitarme la vida?
La oji negra pudo escuchar a la anciana contener casi con éxito un jadeo.
—Tenias 12 años. —confesó —Era el aniversario de la muerte de tus padres, no la pasabas bien en la escuela y cuando te deje sola en la cocina por un momento tú... —su voz se rasgo
—Lamento qué hayas recordado algo tan incómodo.
—Oh no, todo menos incómodo. Tu abuelo te presto más atención llevandote a terapias y así, sanando las heridas que tenías en el corazón.
—Si Valentín no administraba la empresa y lo hacía yo, ¿de qué trabaja el?
—Él es abogado en un pequeño despacho.
—Supongo que no es fácil tener que ocupar un puesto que no conoces con gente que no te conoce.
—Si, pero eso no lo detuvo, sabía que si no tomaba el mando, otro familiar querría quitarte lo que es tuyo. Tu familia busca verte caer sin importar que, querida.
Mirando el álbum, observó la foto con el anciano quien era su abuelo en el centro, a su lado derecho estaba ella y al izquierdo quien creía era uno de sus dos primos y detrás de ellos, el resto de su familia.
Según le había dicho nana, luego de la muerte de sus padres, su abuelo la eligió como siguiente heredera del apellido y fortuna de la familia Rizzo. Lo que trajo división entre todos los miembros. Pero que durante todo ese tiempo, demostró ser una heredera ejemplar y callar bocas.
Tenía que seguír siendo así y demostrarle a su familia que con o sin recuerdos era digna del apellido.
...[...]...
—¿Hay alguien de mi familia de quien debo cuidarme más que los otros?
Valentín la miró de reojo antes de regresar la mirada al camino.
—Bueno... Todos son de cuidado cuando se trata de tu familia —sonrió —Pero yo tendría cuidado con Paúl.
Alma miro la foto que llevaba en mano.
—El que está a lado izquierdo de tu abuelo. El padre de Paúl quería que él heredara Queen y la fortuna de los Rizzo, pero al ser menor que tú, no pudo. Si no hubieses aceptado, sin duda él estaría en tu lugar.
—Entiendo... ¿Cómo es mi relación con él?
—Formal, se llevan bien, pero sin duda, ambos podemos ver que hay un poco de rencor por no tener lo tuyo.