Esta es la historia de Sofía Bennet, una joven con un sueño muy grande, pero tuvo que dejarlo ir por una tragedia.
Leandro Lombardi un hombre acostumbrado a tener siempre lo que quiere con un pasado que le hizo mucho daño.
Dos personas totalmente opuestas pero con una química impresionante.
¿Podrán dejar fluir sus sentimientos o solo lucharán por evitarlos?
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17 — Nuevas Promesas.
Leandro Lombardi.
Estuve esperando a que ella bajara las escaleras, pero eso no sucedía. Su tía había comentado que se encontraría con nosotros antes de irse, ya que aún no se había presentado ante mis hermanos.
Esa parte no me agradaba del todo, porque si Federico la ve, se dará cuenta de que es la misma mujer que estaba conmigo en el centro comercial, y como es bastante indiscreto, podría dejar escapar la información, y no quiero que eso ocurra.
— Voy a ir un momento a la cocina por unas bebidas — anunció la señora Estela al levantarse de su asiento.
Mi madre se ofreció a acompañarla y ella aceptó, así que nos quedamos solos los tres.
Pasaron varios minutos y escuché cómo se cerraba una puerta; sabía de quién era. La ansiedad me invadió y decidí ir a buscarla, sin tener idea de lo que iba a suceder.
Ella se resbaló en uno de los escalones.
Sin pensarlo dos veces, corrí a sostenerla de la cintura antes de que cayera al suelo, lo cual podría haberle causado un fuerte golpe.
Afortunadamente, logré evitarlo.
Tenía los ojos fuertemente cerrados, pero poco a poco los fue abriendo y, de nuevo, me quedé cautivado por su hermosa mirada.
Sus ojos me miraban, pareciendo examinar cada parte de mi cuerpo, o al menos eso fue lo que percibí.
Su mirada ascendía desde mi cuello hasta mi rostro, deteniéndose unos segundos en mis labios, y en ese momento deseé besarla; sin embargo, fue el contacto de nuestros ojos lo que la hizo reaccionar, sonrojándose al instante.
¿Qué pasaría por tu mente, pequeña traviesa?
No pude evitar sonreír al ver lo adorable que se veía, y gracias a nuestra cercanía pude apreciarla aún más.
Su rostro, tal como lo recordaba, no tenía ninguna imperfección.
Sus pestañas oscuras realzan su belleza de manera perfecta, y su mirada grisácea le confiere un toque de misterio que resulta muy seductor.
Sus mejillas, ligeramente sonrojadas, le brindan un aire más inocente y dulce.
Pero lo que más atrae mi atención son sus labios rosados, que parecen anhelar el roce de los míos.
Mi autocontrol está al límite, y se vuelve más frágil cada vez que miro sus labios.
No tengo dudas de que no podré resistir, así que decido romper el silencio, pero esta vez elijo mis palabras con cuidado, para que no se incomode y no se aleje de mí otra vez.
Su cuerpo tiembla al escuchar mi voz, y eso me provoca una sonrisa aún más amplia, porque ahora sé que siente lo mismo que yo, lo cual es muy positivo para mí.
— Totalmente, necesitamos solucionarlo de inmediato — dice esas palabras en voz alta sin darse cuenta, lo que despierta en mí la curiosidad de saber qué hay en su mente.
¡Cuánto desearía poder leer la mente!
Me he dado cuenta de que el color de sus mejillas ha aumentado, y estoy seguro de que se debe a lo que está pensando.
¿Serán buenos? ¿Serán malos? ¿Qué es lo que pasa por tu mente que te hace sonrojar? ¿Y si yo fuera la razón?
¡Ay! Cómo me gustaría serlo.
Y, como si quisiera confirmarlo, ella se aleja de mí y baja la mirada, completamente nerviosa y avergonzada.
He alcanzado muchos logros a lo largo de mi vida, pero ninguno se compara con ser el centro de atención de este ángel que deseo con tantas ganas que sea mío y que, tal vez, pueda corromper.
Eso me llena de satisfacción y mi sonrisa lo refleja.
— No quise decir eso, de verdad lo siento. No fue mi intención caerte encima, perdón, quise decir caerme yo.
» Venía bajando y me resbalé. No vaya a pensar que lo hice a propósito ni nada por el estilo, es solo que a veces soy un poco despistada y no me doy cuenta de lo que hago. Por favor, no te enojes.
Hablaba tan rápido que casi no lograba entenderla, pero eso no impidió que se me escapara una carcajada al escuchar esas palabras.
Ella creía que me había molestado tenerla en mis brazos, cuando en realidad no era así.
Si tan solo supieras todo lo que deseo hacerte, querido angelito, ni siquiera habrías mencionado algo tan absurdo como eso.
Parece que ella se molestó por mi risa y decidió dar media vuelta para irse.
Sin embargo, la detuve con delicadeza, tomando su brazo y girándola para tenerla nuevamente frente a mí.
No la solté; me negaba a hacerlo. Con mi otra mano, acaricié su hermoso rostro, deseando conocer su textura.
La encontré tan suave y tersa como la seda.
Quería tocar sus labios, pero me contuve, observándola para ver su reacción.
Sus ojos brillaban de una manera extraordinaria, y no sé si fue algo involuntario, pero se humedeció los labios.
No lo pensé dos veces y, sin poder resistir, la atraje hacia mí y la besé.
En el momento en que nuestros labios se rozaron, la realidad me golpeó. .
Me detuve, dándome cuenta de que era un total desconocido para ella y que no tenía derecho a hacer eso.
A pesar de que el deseo me consumía, traté de alejar esos pensamientos y me distancié de ella.
En lugar de regresar a la sala, decidí salir de la casa y tomar un poco de aire fresco.
— Leandro, cálmate, no puedes reaccionar así, o la asustarás — me dije a mí mismo.
Estuve a punto de dejar salir uno de mis deseos y, aunque estoy seguro de que ella no me habría rechazado, sé que no es la forma adecuada de actuar.
Ella no me conoce y yo no sé nada de ella, así que si hubiera avanzado, podría darle una mala impresión de mí y pensar que mis intenciones no son sinceras, lo cual sería totalmente erróneo.
Mi madre apareció en la puerta y me miró con los ojos entrecerrados, sospechando qué era lo que me tenía tan inquieto.
— Te vi con Sofía en las escaleras — dijo con seriedad —. No quiero que sea lo que estoy imaginando y que la hagas ilusionarse, porque entonces me tendrás de enemiga.
— Puedes estar segura de que no son esas mis intenciones — respondí con tranquilidad —. Me gusta, y puede que suene cursi o lo que sea, pero desde que la vi, captó por completo mi atención y deseo tener algo serio con ella.
Raisa transformó por completo su expresión y su mirada se iluminó de alegría.
— ¡Eso es maravilloso! — exclamó entusiasmada — ¡Por fin hay una mujer que te ha capturado! ¡Pronto seré abuela!
Mis ojos se abrieron de par en par, asombrado por lo que había dicho.
— ¡Mamá, por favor! — le reproché — Ten cuidado con lo que dices. Apenas conozco a esta chica y no puedes dar nada por seguro sin saber qué pasará. Quizás me rechace.
Mi madre simplemente movió la cabeza en señal de desacuerdo.
— Eres una persona encantadora y, cuando decides dejar de ser tan brusco y amargado, puedes transformarte en alguien divertido y alegre — dice mientras toma mis manos entre las suyas. — Además, vi en sus ojos que siente atracción por ti, aunque probablemente esté confundida; después de todo, como mencionaste, apenas se han conocido. Claro que se habían visto antes, pero ninguno de los dos lo recuerda.
Mi ceño se frunce, pero el recuerdo de una niña con dos coletas a quien siempre nos visitaba llega a mi mente.
— Me doy cuenta de que ya te has acordado, y me alegra mucho. Además, desde niños siempre se han mirado con cariño, pero al perder el contacto, eso se fue olvidando. Sin embargo, después de tantos años, esa chispa parece ser aún más intensa.
— ¿De verdad crees que es así? — pregunté con esperanza, lleno de expectativas.
Ella asintió sonriendo.
— Soy tu madre, querido, nunca me equivoco — dijo antes de darse la vuelta para regresar a la casa. Sin embargo, se detuvo un momento para mirarme a los ojos — Tómate unos segundos antes de entrar, pero, eso sí, cásate primero antes de que la vayas a corromper, y sabes a qué me refiero.
Antes de que pudiera responder, se metió rápidamente en la casa.
Mi madre siempre dice las cosas sin rodeos, y tiene razón en lo que ha dicho.
Quiero algo serio con ella, pero también la deseo y quiero tenerla en mis brazos, hacerla mía.
Un día juré no volver a caer por una mujer y mucho menos enamorarme, pero hoy mando esas palabras al carajo porque no pienso hacerlo.
Ella me llegó al corazón, así sea a primera vista, y no voy a negar lo que siento por cosas del pasado.
Prometo que lucharé por ella y terminaré ganando su corazón, como que me llamo Leandro Lombardi.