Amor, traición, asesinato, misterio que se irán descubriendo poco a poco sobre todo quien es la que se oculta tras los sucesos misteriosos que ocurren tras la guerra de poderes para obtener el dominio absoluto de las empresas Santibáñez.
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Capitulo 19 Feliz Aniversario
En la lujosa Mansión Santibáñez, Esteban sostenía su copa de vino con una sonrisa triunfal, mientras Isabel, sentada a su lado en un sillón de terciopelo, miraba el fuego danzar en la chimenea. La noticia oficial sobre la "muerte" de Chloe había salido en todos los periódicos, y aunque la búsqueda de su cuerpo había sido intensa, las autoridades finalmente habían desistido. Ahora, el caso estaba cerrado, y para ellos, significaba que Chloe había desaparecido para siempre.
—Por fin podemos dejar todo esto atrás, mi amor —dijo Isabel, alzando su copa para brindar.
—Por Chloe, y porque nunca volverá a interferir en nuestras vidas —agregó Esteban con un tono cargado de satisfacción mientras chocaban las copas.
Sin embargo, el momento de celebración fue interrumpido abruptamente cuando la joven empleada de servicio entró al salón, cargando un enorme ramo de tulipanes frescos. Los colores vibrantes de las flores contrastaban con la penumbra del lugar, atrayendo todas las miradas.
—Señor Esteban, esto acaba de llegar para usted —dijo la empleada, extendiendo el ramo.
Esteban frunció el ceño mientras tomaba las flores, notando el pequeño sobre blanco que colgaba de uno de los tallos. Isabel dejó su copa en la mesa y se inclinó, su curiosidad despertada.
—¿De quién son? —preguntó Isabel, aunque en su voz había una mezcla de incertidumbre y alarma.
Esteban rompió el sello del sobre y extrajo la tarjeta, sus manos comenzaron a temblar al leer el mensaje escrito con una caligrafía inconfundible:
"Feliz aniversario, mi amor. Cada día a tu lado es un regalo y mi amor por ti crece más y más. Hoy celebramos un año más de novios, aunque sé que ya somos esposos, no debemos perder esta hermosa costumbre. Con amor, porque ni la muerte nos podrá separar, Chloe".
El silencio que cayó sobre la sala era tan denso que parecía que el aire mismo había desaparecido. Esteban sintió que un sudor frío le recorría la espalda, mientras Isabel, visiblemente pálida, se levantaba de su asiento.
—¿Qué clase de broma macabra es esta? —exclamó Isabel, mirando a Esteban con los ojos desorbitados.
—No lo sé... Esto no puede ser real —balbuceó él, intentando racionalizar lo imposible.
—¿Quién entregó esto? ¿Quién lo trajo? —preguntó Isabel, girándose hacia la empleada.
—Era un mensajero, señora. No dijo nada más, solo que debía entregarlo de inmediato al señor Esteban —respondió la empleada, confundida por el evidente pánico de sus patrones.
—¡Quiero saber de dónde vienen estas flores! —ordenó Isabel, su voz subiendo de tono.
Mientras tanto, en Italia, en la Villa situada lejos del caos de la Mansión Santibáñez, Chloe observaba su teléfono con una sonrisa enigmática. Había colgado tras dar instrucciones precisas para enviar las flores y la nota. Esto era solo el comienzo; un pequeño recordatorio de que el pasado nunca se entierra por completo.
—Ahora empieza el juego —susurró para sí misma, su mirada oscurecida por una mezcla de determinación y venganza.
En la mansión, Esteban y Isabel seguían debatiendo nerviosamente, incapaces de aceptar la posibilidad de que Chloe estuviera viva, o peor aún, que desde el más allá estuviera jugando con ellos. Sin embargo, la inquietud había echado raíces, y esa noche, ningún brindis ni palabras reconfortantes serían suficientes para calmar el creciente temor que comenzaba a consumirlos.