Yaneli se casa enamorada a sus 16 años.
en el año de 1978 casarse a esa edad no era raro y más cuando las familias estaban de acuerdo.
Yaneli pensó que sería feliz, fue educada para hacer la esposa perfecta, pero nunca pensó que su infierno empezaría con ese matrimonio.
Antonio no era el hombre que esperaba y en el momento que lo encontró con otra mujer, no lo soporto, su orgullo, su dignidad, la hace abandonar a su esposo, su pueblo y renunciar a su familia.
ahora tiene que sobrevivir y darse a respetar ante una sociedad machista, de doble moral y sobre todo que juzga sin piedad.
te invito a conocer la vida de Yaneli, una joven que no está dispuesta a hacer el mueble de su esposo en una casa donde no tiene otra obligación que obedecer a su esposo.
¿ustedes creen que ella podrá ser feliz después de tener el estigma de una mujer separada?
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CAPÍTULO 22
Toda la tarde se preparó para dejar todo listo para en la mañana hacer las galletas, al día siguiente se levantó a las 4 am, se puso hacer los 5 kilos de harina; estaba emocionada, por esa razón puso más en peño en ella, para las 6 de la mañana las galletas ya estaban listas, María paso 15 minutos antes y llevo una canasta.
Yaneli acomodó las galletas en la canasta y María se las llevó para la tienda. Para las 9 a. m., se habían vendido todas y hasta había gente pidiendo más; tuvieron un éxito que más de una señora encargó una docena para el siguiente día, otras pidieron dos y una pidió tres.
Para las 10:30 a. m., María cerró la tienda y fue a la casa de Yaneli, le dio la buena noticia, de la venta, le dijo que para el siguiente día tenía que preparar los 5 kilos y unos más por los encargos que había.
Yaneli se emocionó, porque con las cuentas que sacó, a ella le iba a quedar de ganancia $10 pesos y no tenía que levantarse más temprano. Tenía ya el tiempo medido, podía con ese pedido y hasta más; pero había un problema y ese era el gas, no sabía exactamente cuánto le quedaba.
María le prestó uno de sus cilindros que estaba lleno, quedaron que con la venta de las galletas se iba a ir pagando; las dos se emocionaron, pero más Yaneli, porque con eso tenía para vivir feliz y, como ya se estaba haciendo costumbre, María terminó llevándose la comida del día para su casa.
Los días empezaron a pasar, Sofía no había regresado a la casa, pero no se atrevió a preguntarle a María. No entendía lo que había pasado, solo podía pensar que algo la había molestado.
Yaneli junto con María fueron al mercado, ella aprovechó para comprar un poco más de ropa, algunos trastes para la cocina, de todo lo que le hacía falta para cocinar como era debido, junto con algunas ollas más grande, platos, entre otras cosas; compro bastantes hilos para poder tejer sus cortinas, los suficientes para poder terminar dos pares de cortinas y un mantel para la mesa.
Compro algunas semillas para sembrar algunas flores en el corral, como de pepino, de jitomate, cilantro, repollo y lechuga. Ella podía hacer una pequeña huerta en ese enorme corral, sabía cómo lograrlo y lo iba a hacer.
Pro fin pudo comprar todo lo que necesitaba aunque eso significara que se quedó solo con 2 mil pesos, pero compro un tocador pequeño para poder guardar su ropa; era de un metro y medio de largo y de alto era un metro, tenía un espejo encima no muy grande de medio metro, de alto y de ancho un cuarto de metro.
Su casa la tenía bien arreglada, poco a poco fue dejándola perfecta para ella; sembró unos rosales en la parte de enfrente de la casa y el corral que ya lo había limpiado, completamente, puso una hornilla con unos ladrillos que se encontró en el corral, se las arreglo muy bien para dejar la hornilla bien colocada, la coloco a lado izquierdo del corral.
Para su suerte encontró algunos palos secos en el corral, los recogió y coloco bien acomodados a un lado de la hornilla. Ella ya tenía sembrada unas hortalizas al final del corral y en medio del corral había empezado hacer una ramada con las guías de algunas plantas, las había acomodado de una manera que estaba quedando bien cubierta.
Entre las guías había una que daba flores rosas, que en ese momento ya empezaba a florear y estaban haciendo ver hermosa la ramada; apenas iba en un cuarto de lo ancho del corral, había tomado un buen espacio para hacer su ramada y en cuanto la ramada cubrió una parte empezó a sembrar unas flores de sombra, estaba dejando un lugar hermoso, se imaginaba poniendo una mesa debajo de la ramada, sabía que iba a quedar un lugar hermoso en unos días.
Paso rápido un mes, cuatro semanas donde había ido a sacar los 5 mil pesos, en esos días la venta de galletas había aumentado y lo mejor que había hecho dos pasteles para unas personas que la buscaron para comprárselo; el rumor se había expandido hasta por fuera de las colonias, que debes en cuando llegaba alguien a encargarle uno.
María quedó de ayudarle a recomendarla con los clientes para los de los pasteles, pero ahí no se asoció con ella, solo le ayudaba a cobrar para que no se metiera en problemas con la gente abusiva y Yaneli estuvo de acuerdo, los pedidos llegaban con María.
Yaneli había terminado de tejer las cortinas de su recámara, después empezó con las de la ventana de la cocina; hizo unas para la sala y al final tejió una grande que puso en la división de la sala y el comedor. También hizo algunos manteles para la mesa, los hizo grueso para no correr riesgos con las astillas de la mesa; sus cortinas tenían un tejido perfecto, que María quedo encantada, con lo que miraba y al ver que había terminado otra que no pensaba poner pronto, se la pide, la mostró en la tienda y termino vendiéndola.
Ella, a los dos meses, ya estaba ganando dinero, entre la galleta, los pasteles y la venta de sus tejidos de cortina y manteles, que le hacían de pedidos, que sacaba dos por semana; también le agregó algunos bordados para las servilletas que se usaban para las tortillas o limpiar la cocina.
Gracias a todo lo que vendía, ya no tenía que tomar dinero de la tarjeta; el dinero que sacaba lo guardaba para pagar su casa. Sentía que a ese paso su vida cada día iba a ser mejor, no iba a necesitar nada más.
Sofía no había regresado a su casa desde ese día que los invitó a comer. Yaneli ya no podía pensar más que en algo que la había molestado, pero nunca se atrevió a preguntarle a María; se sintió triste porque ella realmente le había agradado, pero entendía que no podía forzar a nadie a su amistad.
María empezó pidiéndole de la comida a mediodía y después de tres días ya no ocupó de pedirle. Yaneli le llevaba de lo que preparaba siempre lo suficiente como para cuatro personas; para ella eso no era molestia porque le encantaba cocinar y compartir sus alimentos era lo que más le gustaba.
Pasaron dos meses desde que llegó ahí. Sus vecinos eran personas amables, que siempre la saludaban por las mañanas y empezaron a estar al pendiente de ella.
Claro que Yaneli se los había sabido ganar, porque con el paso de los días, fue haciendo postres que les llevó como una muestra de saludo y eso hizo que ella se empezara a sentir feliz en ese lugar, hasta pensar en su futuro, en una vida digna.
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