Entre Las Sombras Y Poder

El silencio que siguió al combate era casi ensordecedor. Luca sentía el latido de su corazón aún acelerado mientras se apoyaba en Alessandro, quien lo mantenía firme contra su pecho. A pesar de la tensión y el peligro, había una calma extraña en ese instante, una sensación de que, por un momento, estaban solos en el mundo.

—Debemos seguir —murmuró Alessandro, su voz ronca mientras sus dedos se enredaban en el cabello de Luca—. Esto no ha terminado, y no sabemos cuántos más vendrán.

Luca asintió, pero algo dentro de él lo mantenía anclado en ese pequeño fragmento de tiempo. Miró los ojos de Alessandro, esos ojos siempre impenetrables, pero ahora llenos de una intensidad diferente. Había algo más profundo que protección en su mirada, algo que Luca apenas empezaba a comprender. El peso del destino que ambos compartían se sentía más presente que nunca.

—¿Qué somos para ellos? —preguntó Luca en voz baja, rompiendo el breve silencio—. ¿Qué significamos, tú y yo?

Alessandro guardó silencio por un instante, el único sonido era el suave golpeteo de la lluvia que empezaba a caer afuera. Sus ojos se oscurecieron aún más, como si la respuesta lo atormentara.

—Los Destinados… —comenzó Alessandro— no son solo una amenaza para nosotros como individuos. Ellos creen en un destino escrito, en que hay personas que, al unirse, desatan fuerzas que van más allá de este mundo. Tú y yo, Luca, somos parte de ese rompecabezas.

Luca sintió un escalofrío recorrer su piel. Las palabras de Alessandro resonaban en su mente. Siempre había pensado que su conexión era poderosa, pero ahora parecía tener implicaciones mucho más grandes de lo que había imaginado.

—¿Por qué nosotros? —insistió Luca, su voz cargada de incertidumbre.

—Porque somos la clave de algo mucho mayor. —Alessandro hizo una pausa, mirando al suelo como si intentara encontrar las palabras adecuadas—. Desde que te conocí, supe que no eras alguien común, Luca. No solo por lo que siento por ti… sino porque eres parte de una antigua profecía que los Destinados han perseguido durante siglos. Una profecía que habla de dos almas destinadas a desatar el poder absoluto cuando se unan.

Luca lo miró, perplejo, mientras las palabras resonaban como un eco en su mente. La realidad era más aterradora y compleja de lo que jamás había podido imaginar. No era solo Alessandro quien lo quería. Había algo más, algo inescapable que los envolvía a ambos.

—Si es verdad, entonces estamos condenados a pelear siempre, ¿no? —preguntó Luca, sintiendo el peso del destino presionarlo.

—No si rompemos el ciclo —respondió Alessandro con firmeza—. No quiero que seamos peones de un destino que no controlamos. No quiero que nuestro destino sea manipulado por otros. Nosotros escribiremos nuestras propias reglas, Luca.

Pero antes de que pudieran continuar, el sonido de pasos apresurados volvió a cortar el aire. Alessandro se tensó de inmediato, poniéndose de pie y moviéndose hacia la puerta, su arma ya preparada.

—Vienen más —susurró Alessandro, con los ojos fijos en la entrada.

Luca se enderezó, tratando de controlar su respiración. Sabía que no podían quedarse mucho más tiempo ahí. El tiempo se estaba agotando, y con cada segundo que pasaba, los Destinados se acercaban más.

La puerta se abrió de golpe, pero esta vez, no fueron enemigos quienes aparecieron. Era Matteo, uno de los hombres de confianza de Alessandro, con una expresión de urgencia en el rostro.

—Tenemos que irnos ahora —dijo Matteo, jadeando—. Han rodeado todo el complejo. No podremos contenerlos por mucho más tiempo.

Alessandro miró a Luca por un instante, la decisión clara en sus ojos.

—Vamos —ordenó, empujando a Luca hacia la salida trasera que había mencionado antes.

Corrieron por el estrecho pasillo hasta una puerta de metal oculta entre las sombras. Alessandro abrió la puerta con rapidez, y el aire frío de la noche los envolvió. Afuera, el cielo estaba cubierto de nubes, y la lluvia caía con fuerza, como si el mismo mundo estuviera en contra de ellos.

—¡Sígueme! —gritó Alessandro mientras lo guiaba a través del denso bosque que rodeaba la fortaleza. La lluvia hacía que el terreno fuera resbaladizo, pero Luca siguió adelante, con el sonido de los pasos de sus perseguidores a lo lejos.

El bosque parecía interminable, cada árbol una sombra que se alzaba amenazante. Pero finalmente, llegaron a un claro. Una vieja cabaña, oculta entre los árboles, apareció ante ellos. Alessandro abrió la puerta rápidamente y empujó a Luca dentro.

—Este lugar… —Luca apenas pudo hablar, su respiración entrecortada.

—Es nuestro único refugio por ahora —respondió Alessandro—. Aquí nadie podrá encontrarnos.

El silencio volvió a caer sobre ellos. Dentro de la cabaña, el ruido de la tormenta era amortiguado, y la oscuridad del lugar hacía que todo pareciera más irreal. Luca se dejó caer en una silla vieja, sintiendo el agotamiento físico y emocional alcanzarlo.

Alessandro se acercó lentamente, arrodillándose frente a él. Tomó las manos de Luca entre las suyas, y en ese instante, no había mafia, no había enemigos, solo ellos dos, enfrentando el destino que los había unido.

—No sé cuánto tiempo podremos seguir escapando —dijo Luca, su voz suave pero cargada de emoción.

—No tenemos que escapar para siempre —respondió Alessandro, sus dedos acariciando suavemente la piel de Luca—. Solo tenemos que encontrar la manera de luchar… y ganar. Y te prometo, Luca, que no importa lo que venga… no permitiré que nada ni nadie nos separe.

Sus labios se encontraron entonces, como una promesa silenciosa de lo que vendría. El destino los había marcado, pero ahora era el momento de enfrentarlo juntos, con cada paso, cada batalla, cada sacrificio.