TE ENSEÑARÉ A AMAR

Malena tomó un taxi y se dirigió al único lugar, dónde se sentía segura. Ese lugar de donde jamás debió haberse ido.

Malena entró y se sentó en su banca. En su refugio seguro y ahí soltó el llanto que tenía retenido. Malena se permitió llorar y sacar todo ese maldito dolor que llevaba adentro.

De pronto, siente que alguien se sienta a su lado y ella levanta su mirada, para encontrarse con la mirada de compasión del sacerdote.

—Bienvenida a tu casa. Espero esta vez, poder ofrecerte un lugar más cómodo donde descansar.

Malena no pudo evitar sonreír y el sacerdote le señaló una cámara de seguridad que había en el lugar.

—Gracias padre. Por haberme permitido quedarme aquí, todas esas noches. Mi nombre es Malena.

—Hum, un diminutivo de Magdalena. Es un gusto conocerte Malena y por lo otro, no hay nada que agradecer. Muchas veces, estuve tentado a acercarme y ofrecerte una pequeña habitación que hay en el campanario. Pero no quise arriesgarme a que te asustaras.

—Hizo lo correcto, porque no hubiese aceptado y me hubiese marchado.

—Entiendo, Malena todos tenemos un lugar en este mundo. Todos somos parte del gran rompecabezas de Dios. Pero damos vueltas y nos llevamos algunos golpes, hasta que llega nuestro momento de encajar y ahí es cuando llega nuestra felicidad. Dios jamás te dará una prueba que no puedas superar. Estás en tu casa y la habitación sigue vacía y disponible para ti.

—Muchas gracias padre. Lo tendré en cuenta.

—Espero que sí y si necesitas hablar o confesarte. Puedes confiar en mí.

Esa frase "Puedes confiar en mí"."Jamás te lastimaré". Trajeron un mal sabor a la boca de Malena.

—Tal vez, más adelante padre. Muchas gracias.

El sacerdote se puso de pie, le hizo la señal de la cruz, para otorgarle la bendición y se alejó de ella.

Los ojos de Malena, se posaron nuevamente en el hombre en la cruz y se arrodilló ante él.

—Aquí estoy nuevamente señor a tus pies. Pidiéndote un poco de clemencia para mí y para mi pobre corazón agonizante. Ilumina mi camino señor. No sé qué hacer, ni a dónde ir. Pero confiaré en que tú guiarás mis pasos.

Malena siguió con sus plegarias, derramando sus lágrimas y desahogando su dolor.

En ese momento, ella voltea al sentir una presencia y se voltea para ver a una señora que se sienta detrás de ella y se arrodilla ante la cruz. La mujer comienza a orar y Malena se conmueve al oírla llorar.

Pero Malena, decide ignorarla y seguir en sus propios asuntos. Ella limpió sus lágrimas y fijó su mirada en Jesucristo y comenzó a analizar su situación actual.

No tiene adonde ir. Sospecha que Fabián tratará de encontrarla y eso no le permite quedarse en la iglesia, ni regresar a su cuartucho en Chicago, porque le había hablado a Fabián de ese lugar y al colegio tampoco puede regresar.

Tampoco puede usar la identidad falsa que le dio Depp, porque resultó ser un maldito traidor.

Entonces, será necesario viajar a otro lugar. Tal vez Las Vegas o Hawái. Por lo menos, está vez tiene algo de dinero para viajar un poco más lejos y alojarse un par de semanas en algún cuartucho. Mientras que consigue algún trabajo.

Malena estaba sumergida en sus pensamientos y seguía con su mirada fija en la cruz, suplicándole Jesucristo.

"No me abandones, por favor. Dame una señal".

De pronto, Malena siente que alguien se acerca a ella y sienta a su lado.

Malena rueda los ojos, está notablemente incómoda. Pero sin más remedio, voltea hacia su derecha y se sorprende al ver que la señora elegante que lloraba y oraba en la banca de atrás, se había sentado a ella.

Entonces, Malena fijó su mirada en ella y la mujer no tardó en romper el silencio.

—Disculpa si te incomoda mi presencia. Pero me pareció muy admirable, que una jovencita venga a la iglesia a desahogar sus penas. Por lo general, van con sus amigas o un bar y toman licor hasta embriagarse.

Malena entendió el punto, pero no quería hablar.

La mujer se dio cuenta, de que la estaba incomodando y se levantó de su lado.

—Lo siento, pero estoy buscando una niñera para mi nieta y me pareció admirable tu actitud. Te voy a dejar mi tarjeta, por si te interesa.

Malena sin decir nada, fijó nuevamente su mirada en la cruz y volvió a mirar a la mujer.

—Soy menor de edad —Fue lo único que respondió y la mujer le sonrió.

—Eso no sería un problema. Trabajarás internamente. Eso quiere decir que vivirás en la casa. Tendrás techo, comida, usarás un uniforme y también tendrás un salario.

Malena volvió a mirar a la cruz y pudo ver al sacerdote, acercarse a ellas.

—Buenas tardes ¿Ocurre algo, Malena? —le preguntó el hombre, al notar un semblante de nerviosismo en ella.

Malena se acercó a él y le explicó todos los detalles de la propuesta de la señora. Ella necesitaba una segunda opinión.

El sacerdote fijó su mirada en la mujer y se quedó en silencio hasta que la reconoció.

La mujer le sonrió y lo saludó.

—Deme su bendición padre. Entiendo que no se acuerde de mí. No había regresado a esta ciudad en muchos años.

—Si señora Julieth, pero confiaré en que has visitado la casa de Dios en tu ciudad y también quiero agradecer por sus donativos.

—Si padre, le aseguro que cada domingo, asisto a la misa y en cuanto a los donativos. No tiene nada que agradecer, es una manera de retribuirle a Dios, tantas bendiciones recibidas.

Malena sintió un alivio al saber que el sacerdote conocía a la señora. Está propuesta era muy buena para ella. Tan buena que ella desconfiaba y estaba por negarse a aceptarla.

—Malena si te conviene la propuesta. Puedes aceptarla. La señora Tarasov pertenece a una de las familias más importantes del país y no te hará ningún daño. Yo los conozco hace muchos años y son buenas personas.

Malena asintió y se acercó a Julieth.

—Si el padre la recomienda. Entonces acepto.

Mientras tanto, Maximiliano esperaba en el auto. Su madre había prometido a su comadre Denisse, cuidar de la chica y sabe que se la llevará con ella a Rusia, por las buenas o por las malas.

⭐⭐⭐NOTA⭐⭐⭐

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