En un futuro distópico devastado por una ola de calor, solo nueve ciudades quedan en pie, obligadas a competir cada tres años en el brutal Torneo de las Cuatro Tierras. Cada ciudad envía un representante que debe enfrentar ecosistemas artificiales —hielo, desierto, sabana y bosque— en una lucha por la supervivencia. Ganar significa salvar su ciudad, mientras que perder lleva a la muerte y la pérdida de territorio.
Nora, elegida de la ciudad de Altum, debe enfrentarse a pruebas físicas y emocionales, cargando con el legado de su hermano, quien murió en un torneo anterior. Para salvar a su gente, Nora deberá decidir hasta dónde está dispuesta a llegar en este despiadado juego de supervivencia.
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El enojo de los padres de la patria
Nora, Marcus y Lian habían corrido durante horas sin detenerse, siendo perseguidos implacablemente por los soldados de los padres de la patria. Cada rincón de la vasta sabana artificial era un peligro potencial, y no había lugar seguro para ocultarse. Los ecosistemas estaban monitoreados constantemente, y los soldados parecían omnipresentes, siempre a un paso de darles alcance. Sin embargo, con el amparo de la oscuridad de la noche, encontraron un grupo de densos matorrales donde se arrastraron, buscando refugio. Allí se quedaron en silencio, apenas respirando mientras escuchaban las botas de los soldados golpeando el terreno.
Los soldados, vestidos con sus uniformes rojos y negros, peinaban la sabana con sus linternas y sus armas listas. Cada resplandor que pasaba cerca les aceleraba el corazón, y el zumbido constante de los drones que patrullaban desde arriba parecía aumentar la presión en sus pechos.
-¿Seguro que desde aquí no nos van a ver? -preguntó Marcus en voz baja, casi susurrando. Sus ojos estaban clavados en Nora, buscando algún tipo de confirmación. Su respiración era agitada, el sudor caía en gotas desde su frente hasta la base de su cuello.
-No lo sé, Marcus -respondió Nora con un susurro. Apretó la mandíbula, tratando de controlar el miedo que sentía. Observó la línea de sombras proyectada por la luna artificial en la sabana, asegurándose de que los soldados no pudieran ver sus cuerpos agachados entre las ramas. Aun así, podía notar el miedo y la incertidumbre reflejados en los ojos de Marcus-. Pero lo que sí sé es que no se van a cansar de buscarme a mí. Yo fui quien alzó la mano.
Marcus resopló, con algo de frustración en la voz:
-Sí, ya lo sé. Por si no recuerdas, yo también lo hice, apoyándote -sus ojos se entrecerraron, su tono era agrio. Sabía muy bien las consecuencias de esto. Sabía que al hacerlo, nos convertíamos en blancos, no solo nosotros, sino también nuestras familias y nuestras ciudades. Te apoyé, pero... ¿sabes lo que pasará ahora con Altum? ¿Y qué pasará con Vire, mi ciudad? Nadie se librará de la furia de los padres de la patria. Matarlos es una posibilidad, y, por suerte para mí, yo no tengo padres.
Nora se quedó en silencio, su mente navegando entre la culpa y la esperanza.
-No-respondió finalmente, negando con la cabeza-. Lena les ayudará. Estoy segura de ello. Sé que hará todo lo que esté en su poder.
La mirada de Marcus era escéptica. No tenía mucha fe en los actos heroicos de los demás, y siempre había sido el tipo de persona que dependía solo de sí mismo. Sin embargo, en ese momento, no tenían muchas opciones.
Mientras tanto, en la ciudad de Altum, Nolan se encontraba de pie frente a los soldados, sintiendo cómo la desesperación lo envolvía. El sudor frío le corría por la espalda mientras los soldados lo miraban con ira evidente.
-Te dije que si nos mentías, te arrepentirías -dijo el oficial, su tono era tan frío como su mirada. Dio un paso hacia adelante y sujetó a Nolan del brazo con fuerza, arrastrándolo.
Nolan trató de mantener la calma.
-Les dije la verdad... No es mi culpa que se hayan ido... -intentó convencerlos, pero su voz se quebró. Sabía que nada de lo que dijera iba a convencer a los oficiales.
-No puedes burlarte así simplemente del ejército de los padres de la patria -espetó el oficial antes de propinarle un fuerte golpe en el estómago que lo dejó sin aliento.
Con el aire escapando de sus pulmones y la cabeza dándole vueltas, Nolan apenas escuchó las órdenes del oficial:
-Denle veinte latigazos por mentiroso.
Nolan fue empujado hacia el suelo mientras otros dos soldados comenzaban a desvestirlo. El aire frío de la noche le golpeó la piel y el miedo se apoderó de él. Lena observaba desde una distancia prudente, escondida detrás de una esquina. Quería ayudar, pero sabía que cualquier intervención la delataría a ella y, lo que era peor, pondría en peligro a los padres de Nora, a quienes había logrado esconder. Solo podía mirar, con los ojos llenos de impotencia y el corazón latiendo rápido.
En una base de la resistencia, oculta entre las montañas secas y áridas, el grupo discutía cuál sería su próximo movimiento. El helicóptero vibraba mientras volaban por encima del árido paisaje, buscando una manera de entrar a la Tercera Tierra, la sabana.
-Les dije que teníamos una posibilidad entre cinco millones -dijo Thomas mientras apretaba el puño sobre los mapas que tenían desplegados frente a ellos-. Es imposible... No veo manera de rescatar a Nora y a sus dos amigos sin ser detectados. Los ecosistemas están monitoreados, las tropas se mueven constantemente, y el riesgo es altísimo.
-Tampoco tengo una idea clara, Thomas, pero debemos hacerlo -replicó Marcos con un tono de desesperación en su voz. Pasó la mano por su cabello desordenado, intentando pensar-. Ellos son nuestra única esperanza. Si la gente vio a Nora alzar la mano, entonces tendrán la valentía de levantarse también. Ella representa el cambio que tanto necesitamos.
-Calma -intervino Lara, la mujer excesivamente maquillada, mientras apoyaba sus manos sobre la mesa de mando-. Los padres de la patria están intentando controlar la situación y las nueve ciudades. Obligan a la gente a cuarentenas violentas. Están sacando a gran parte del ejército de la sabana para mantener el orden, lo que significa que, como mucho, deben haber dejado solo dos tropas allí. Subestiman a Nora, creen que no habrá nadie intentando salvarla. Podemos bombardear desde arriba y luego descender.
-¿Bombardear desde arriba? -Thomas casi gritó, incrédulo-. ¿Y si Nora y sus amigos están en el rango del bombardeo? Es demasiado arriesgado, Lara, no podemos hacer eso.
-Thomas tiene razón -dijo Marcos, negando con la cabeza. No podemos correr ese riesgo. Tendremos que entrar por tierra y sacarlos lo más rápido posible.
En la ciudad de Altum, Nolan yacía en medio de la plaza principal, con el cuerpo lleno de marcas y heridas. Los soldados lo habían arrojado como si fuera basura, su piel ardía y el dolor era insoportable. Aun así, la mayor parte de los ciudadanos lo miraba con indiferencia. Nadie se atrevía a acercarse, nadie quería arriesgarse a ser castigado también.
Pero Lena lo observaba desde lejos, y cuando los soldados se marcharon, se acercó rápidamente.
-Ven, vamos. Yo te llevaré a curar-dijo Lena, levantando a Nolan, quien apenas podía sostenerse en pie. Lena, con lágrimas en los ojos, le susurró al oído-. Lo hiciste bien. Protegiste a los padres de Nora. No dejaré que esto haya sido en vano.
Nolan asintió levemente, el dolor era evidente en su rostro, pero también lo era el orgullo de haber hecho lo correcto.
En la Tercera Tierra, los soldados pasaban cerca del escondite donde Nora, Marcus y Lian se encontraban, sus linternas creando sombras erráticas entre las ramas y la maleza. Todos intentaban no hacer el más mínimo ruido, contener la respiración y esperar a que los soldados se alejaran.
-Demonios... -susurró Marcus, sintiendo cómo una rama se le clavaba en el costado-. Se me está atravesando en la herida...
Nora lo miró con sorpresa.
-¿Herida? ¿De qué hablas?
-Esta -Marcus levantó su camisa, revelando una gran herida justo al lado de sus costillas-. Me la hizo el león. Ese maldito león artificial cuando intentábamos ayudar a Jared. Aunque, al final, fue en vano.
-Eso se te va a infectar si no hacemos algo -dijo Lian mientras inspeccionaba la herida. Sus ojos estaban llenos de preocupación-. Necesitamos limpiarla y vendarla.
-¿Con qué? Apenas tenemos agua suficiente para beber, y salir a buscar más es imposible -respondió Marcus con un suspiro resignado. Sabía que estaban en una situación desesperada.
Nora miró la herida y luego al horizonte oscuro de la sabana. Las estrellas artificiales brillaban sobre ellos, y un sentimiento de impotencia la abrumó. Sabía que si no lograban encontrar una solución pronto, Marcus podría no sobrevivir. Mientras lo miraba, una idea comenzó a formarse en su mente, una idea que sabía que sería rechazada, pero que tal vez era la única opción.
Mientras observaba las sombras de los soldados moverse a lo lejos, Nora comenzó a considerar seriamente la posibilidad de entregarse. Tal vez, solo tal vez, eso podría salvar a Marcus y a Lian.