Ella es una chica que vive su vida segura de que no nació para amar, mientras que él es un hombre que ya amó una vez pero que no supo hacerlo bien.
Una noche se encuentran en una situación extraña sin saber que el destino ya lo tenía todo planeado.
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Diecinueve
Ya era el miércoles de la siguiente semana y Renato seguía sonriendo al recordar aquellos besos que disfrutó con la chica pelirroja en la noche del sábado en el baño de mujeres de la discoteca y cuanto le había costado separarse de ella aunque le había quedado claro que aquellos besos no se iban a repetir.
No había vuelto a saber de ella pero sabía que ya era costumbre de la Parisi desaparecer por varios días.
- Buenos días señorita. - una mujer imponente con un portafolios en la mano se paró delante de la secretaria de Renato- Vengo a ver al señor Patel.
- ¿Tiene cita?- le preguntó Lisett con la misma prepotencia de siempre sintiéndose la gran cosa por simplemente ser el enlace de su jefe con las visitas que recibía en la empresa.
- Escuche bien lo que diré señorita. - le dijo la mujer como una advertencia inclinándose sobre la rubia- Usted es una simple secretaria, no la dueña del lugar, aténgase a su función y avise al señor Patel que vengo de parte de las empresas Parisi, así que llame a su jefe ahora.
La mujer fue acercándose a la secretaria hasta tenerla bien intimidada, por su jefa sabía de las artimañas de las que se valía para marcar un terreno que se creía que le pertenecía.
- Señor Patel- mencionó casi con miedo apretando el botón del intercomunicador- Una señorita...
- Señora, y para ti soy la licenciada Morales.- la corrigió interrumpiéndola.
- La licenciada Morales viene a verlo de parte de las empresas Parisi.
- Dígale que pase.- se escuchó desde el otro lado y la mujer no esperó que la secretaria hablara, se dirigió a la puerta y tocó como símbolo de respeto.
- Buenos días señor Patel. - le habló al hombre que se había puesto de pie y le extendía una mano en forma de saludo.
- Buenos días, siéntese y dígame en que puedo ayudarla.
- Soy la licenciada Morales- le dijo la mujer tomando asiento en frente del escritorio del rubio- Esta mañana se me comunicó que a partir de ahora yo sería el enlace entre usted y las empresas Parisi.
- ¿Sabe la causa de ese cambio?- preguntó extrañado y sentándose también.
- No, la señorita Danara me dio la información y los documentos pertinentes y me dijo que debía venir a presentarme.
El hombre se recostó en su cómoda silla de cuero, ya comprendía, al parecer la niña Parisi después de los besos se había acobardado, como decían por ahí, compró cabeza y le cogió miedo a los ojos.
- Pues licenciada le pido mil disculpas pero lamento decirle que ahora no puedo atenderla, ya me ve como estoy lleno de trabajo- le señaló a las carpetas que tenía sobre el escritorio- Hoy no tengo mucho tiempo pero me alegró conocerla y agradezco que haya venido a presentarse, que le parece si programamos una reunión para el viernes a esta hora y en ese encuentro revisamos los balances de estos días.
- Muy bien señor Patel, yo también me disculpo por venir sin hablar antes con usted pero este trabajo me lo entregaron hace muy poco y como ya dijo es mejor programar una reunión, así que estaré aquí el viernes, que tenga un buen día.
La mujer se puso de pie y él la imitó.
- Que tenga un buen día usted también.
Cuando la inesperada visita se hubo marchado el hombre tomó su teléfono y marcó un número.
- Sofía- dijo nada más que escuchó contestación- Ven ahora mismo a mi despacho.
- Renato no...
- Ahora te dije Sofía. - le ordenó con aquella voz que la hacía mojar ciertas partes- Y cuando llegues no esperes a presentarte, entra directamente.
No le dijo más y terminó la llamada.
- Lisett- le habló a su secretaria- Si cuando la señorita Parisi llegue interrumpes su entrada por un segundo siquiera, considérate despedida, a partir de ahora ella podrá llegar en el momento que desee y no tiene que ser anunciada.
- Señor Patel...
Intentó reclamar.
- Dime si no entendiste algo Lisett y ahora mismo llamo a recursos humanos para que me envíen una secretaria nueva.
- No señor, está todo claro.
Un momento después salía del ascensor Danara y como le dijo Renato entraba en la oficina sin aviso.
- Echa el cierre a la puerta y ven aquí. - le ordenó el hombre al verla entrar.
Ella hizo lo que le dijo, era la primera vez en su vida que obedecía sin chistar pero aquella voz...
Cuando Renato la vio avanzar hasta él rodó su silla para separarla del escritorio y esperó a tenerla delante.
- Siéntate aquí- le ordenó indicándole sus piernas y ella tragó saliva antes de obedecer.- Dime porqué va a venir otra persona en tu lugar a verme.- le habló al oído cuando la tuvo sentada sobre él.
- Yo te prometí que después del beso nunca más iba a molestarte.
- Y yo te advertí muchas veces que te alejaras de mi, que yo era un hombre y que no me gusta que calienten la comida para después no comer.- le dijo arrastrando la nariz por el cuello de la chica.
- Pero...
- Cállate Sofía- le ordenó sin levantar la voz pero con rudeza y eso la hizo estremecer- ¿Te creíste que después de darme a probar tu boca ibas a poder alejarte de mi así como así? Ahora vas a tener que seguir con tus besos, vas a tener que besarme una y otra vez como lo hiciste esa noche, ahora ya no te puedes escapar, ahora ya me cansé de fingir que no te deseo.
Y sin decir más tomó nuevamente sus labio, esos que tanto le gustaron y que desde que los miró lo invitaron a besarlos.
Si ella pensó que después de liberar a la fiera que él había dejado encerrada por tanto tiempo se podría escapar de ser devorada se equivocó.
Ella lo había incitado a probar nuevamente una boca de mujer y ahora se tenía que hacer responsable, la iba a besar hasta que se le gastaran los labios.
Enzo lo sabía por eso apoyo esa relación él sabía que en esta vida a pesar de nuestros errores todos merecemos amor