Daniel, un joven curioso, intenta robar un libro misterioso, pero todo sale mal y, en lugar de escapar, es transportado a Nova, un mundo maldito cubierto por agua. La única forma de regresar a su mundo es salvar Nova de la maldición, pero no será fácil. Enfrentará a poderosos enemigos y luchará por sobrevivir, mientras descubre secretos sobre el mundo y su propia tripulación. Con un futuro incierto, Daniel deberá encontrar una manera de romper la maldición y regresar a su hogar, antes de que sea demasiado tarde.
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Zeus el pirata
El sol comenzaba a caer sobre la ciudad de Marine, sumiendo el puerto en una cálida luz dorada. El consejo de los siete mares, ese poderoso y temido grupo, había convocado nuevamente a Dan, aunque nadie sabía que en realidad no era el verdadero Steven, sino Daniel en su cuerpo. La reunión había sido breve, pero lo suficientemente importante como para darle una misión de gran calado: liberar una ciudad. conocida como Aqualis, que había caído bajo el yugo de Zeus el pirata, un hombre de temido renombre que había conquistado la ciudad con su temible flota. Sin embargo, lo más desconcertante para Daniel era que ni él ni Josh sabían nada sobre el mundo en el que habían aterrizado, por lo que la misión los ponía en una situación aún más complicada. A pesar de ello, no podían revelarlo; su única opción era actuar como si fueran quienes debían ser.
Cuando salieron de la sala del consejo, el ambiente a su alrededor seguía siendo tenso. La gran sala, llena de mapas y documentos, estaba resguardada por los mejores oficiales, pero fuera de ella, todo parecía más caótico, como si el viento arrastrara consigo secretos de toda clase. Joshua, que aún no había comprendido completamente su rol en todo este enredo, se acercó a Daniel mientras caminaban por los pasillos del edificio.
—Entonces, ¿qué es lo que tenemos que hacer exactamente? —preguntó Josh, que aún no terminaba de digerir lo que acababa de suceder. Parecía que todo había pasado tan rápido que no había tenido tiempo para procesarlo adecuadamente.
Daniel suspiró mientras cruzaba la puerta principal del consejo. Aún seguía adaptándose a su nueva identidad, aunque debía admitir que el cuerpo de Steven le quedaba como un guante, al menos de manera física.
—Nos envían a liberar Aqualis —respondió Daniel, mirando al horizonte desde la pequeña plaza del consejo—. El pirata Zeus la ha tomado, y según lo que pude entender, no solo ha destruido la ciudad, sino que tiene a su gente bajo su control.
Josh frunció el ceño, sintiendo que todo eso parecía un panorama más grande de lo que habían imaginado. No conocían a Zeus ni cómo funcionaban las batallas o los movimientos estratégicos de este mundo, pero sabían que, de alguna forma, la misión era crucial.
—No tenemos ni idea de cómo hacerlo, ¿verdad? —preguntó Josh con una ligera sonrisa nerviosa.
Daniel asintió, pero no pudo evitar sentir una creciente presión sobre sus hombros. Sabía que no podían hacer mucho sin un plan adecuado, pero aún quedaba mucho por descubrir sobre cómo operar en este mundo.
—No. Pero no tenemos opción —dijo con firmeza. Era extraño, pero desde que había asumido el cuerpo de Steven, algo dentro de él lo impulsaba a seguir adelante sin vacilar. Tal vez, de alguna manera, había comenzado a comprender a este nuevo personaje, a pesar de no ser él en realidad.
De repente, el sonido de pasos apresurados llegó hasta sus oídos. Cuando se giraron, vieron a Doria, la chica de cabello morado, acercándose rápidamente hacia ellos. Su rostro estaba radiante, pero sus ojos denotaban una mezcla de preocupación y curiosidad.
Doria se acercó a Daniel, abrazándolo efusivamente como lo hacía siempre. Daniel, aunque estaba comenzando a acostumbrarse a su nuevo cuerpo, no pudo evitar sentirse incómodo por la familiaridad que ella mostraba. Estaba bien que la tripulación de Steven, incluido él ahora, lo tratara de esa forma, pero aún le resultaba raro.
—¡Steven! —exclamó Doria, sus ojos brillando con emoción—. ¡Ya he escuchado lo que han decidido! ¿Qué misión tienes esta vez? ¿Será peligrosa?
Daniel, tomando aire, trató de mantenerse en su personaje y sonrió, intentando no hacerle preguntas incómodas. Aunque sabía que su nueva vida era un enigma, también debía mantener su fachada como capitán.
—Tengo que liberar la ciudad de Aqualis. Zeus, el pirata, la ha tomado. Vamos a sacarlo de allí —respondió, tratando de sonar convincente.
Doria lo miró un momento, pensativa, y su sonrisa se desvaneció por un instante. Parecía que algo no cuadraba, aunque no supo decir qué exactamente.
—¿Zeus el pirata? —murmuró, como si intentara recordar algo—. Pero, Steven, él... él no debería ser tan fuerte como para conquistar una ciudad tan grande. —Se quedó callada un momento, pensativa. Luego, con más cautela, preguntó—: ¿Qué harás primero?
Daniel se quedó en silencio, sin saber qué responder. En realidad, no tenía ni la más mínima idea de cómo enfrentarse a Zeus o a su ejército de piratas. ¿Y si había un plan de guerra detrás de todo esto? ¿Y si había algo más en juego?
—Yo... aún estoy decidiendo, Doria. —Mentirle no era fácil, pero parecía ser lo único que podía hacer—. Lo primero será reunir a la tripulación.
Doria lo observó un momento más, antes de abrazarlo nuevamente. Algo en su rostro mostraba que todavía estaba buscando respuestas, pero por alguna razón no lo cuestionó más. En su mente, Daniel seguía siendo el Steven que conocía. A pesar de que su intuición le decía que algo no estaba bien, su amor por él y su lealtad parecían ser más fuertes.
Después de separarse, Doria lo miró con una mirada curiosa.
—No sé por qué, pero desde ayer siento que hay algo diferente en ti. —Dijo suavemente, con una mezcla de duda y cariño.
Daniel sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal. No sabía cómo contestar a eso, y decidió no hacerlo. En lugar de eso, miró hacia Josh, quien estaba a un costado, observando la interacción entre ellos con una ligera sonrisa.
—Voy a ir a prepararme. Necesito hablar con el resto de la tripulación. —Doria dio un paso atrás, pero antes de marcharse, se detuvo un momento y le lanzó una última mirada a Daniel—. Ten cuidado, Steven. Hay algo raro en esta misión.
Con una última mirada llena de suspenso, Doria se alejó, dejando a Daniel pensando en sus palabras. Mientras tanto, Josh se acercó, observando cómo se alejaba Doria.
—¿Crees que nos ha descubierto? —preguntó Josh con una sonrisa socarrona.
Daniel negó con la cabeza. A pesar de todo lo que había sucedido, sabía que Doria estaba buscando respuestas, pero no entendía por qué le parecía tan extraño todo. Ella seguía pensando que él era Steven. Pero tal vez... algo estaba por cambiar.
—No lo creo —respondió Daniel con firmeza—. Ella aún cree que soy Steven, pero hay algo en su mirada que me dice que algo sospecha.
Justo en ese momento, un grito lejano se escuchó desde el puerto. El mar comenzaba a agitarse, las olas se levantaban más de lo normal, como si presagiara algo. Las palabras de Doria seguían rondando en la cabeza de Daniel, pero no tenía tiempo para pensarlas ahora. Había que prepararse para la misión.
—Vamos a reunir a todos. —Dijo, decidido. En el fondo, sabía que esta misión no sería fácil, pero de alguna forma, debía avanzar.
Era hora de enfrentarse a Zeus, aunque ni Daniel ni Josh sabían lo que les esperaba.