-Eres una maldita zorra
Le doy una una cachetada que bien merecida la tiene, siento como palpita la palma de mi mano de la fuerza con que la golpee; cuando de repente siento una punzada en mi pierna derecha
-¡No le pregues a mamá tonto!
¿Mamá? Cuando esta mujer había decidido hacer una vida con alguien más, además ahí estaba el fruto de eso...
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CAPÍTULO XXIII
Aglaya
Pasaron tres días y llegó Ana y Raul. Los presente formalmente a Aiden y ellos estaban bastante escépticos sobre todo, Ana trajo las “modelos” a mi apartamento para verlas; pues ella tampoco quería que me esforzara para recuperarme rápido. Las modelos pasaban de lado a lado, eran desde cuerpos comunes a mujeres preciosas; mujeres despampanantes
-¡Aiden! -le hablo al guapo hombre a mi lado- que opinas de la modelo
-¡Eh si claro esta super guapa y esta bien!
-Supongo que -Ana interrumpió la conversación- Aiden podría dar una mejor opinión si mirara a las modelos en vez de mirarte a ti.
Lo mire y un pequeño rubor se extendió en las mejillas de él, y me miró apenado; sentía plena felicidad que él al ver multitud de mujeres en ropa interior y lencería el solo me mirara a mí, no me molestaría si las mirara pero si amaba que solo me mirara a mi.
-Lo lamento, prestaré algo mas de atención -dijo sonriendo- voy a traer un poco de vino
Paso así toda la tarde, las opiniones de Aiden no ayudaban mucho, ya que siempre le atrapaba mirándome; su mirada destilaba cariño profundo y aunque trataba de permanecer centrada en mi trabajo mi alma abría un impulso de lanzarme a los brazos de él y besarlo. Ana salió a recoger a Gael en compañía de Raúl luego irían a buscar un apartamento en compañía de mi hijo. Entre tanto Aiden me pidió que me duchara y pusiera algo cómodo para cenar algo delicioso.
Narra autor
Aglaya entró y busco una lencería negra de su propia colección y un vestido negro a juego con el mismo, preparo el agua de la tina con pétalos de flores y esencias se tomaría un baño largo y relajante para calmar el calor de todo su cuerpo. Se había sentido nerviosa durante todo el día, su cercanía se había hecho cada vez más insoportable sin tener contacto físico.
En la otra habitación se encontraba Aiden, un hombre nervioso caminado de lado a lado; se desnudó frente a él inmenso espejo que había allí, en este contempló pequeñas cicatrices en sus piernas de quemadura de cigarro y suspiro hondo nadie le había visto desnudo. Se había acostado con mujeres pero claramente jamás en plena luz, se dio un baño largo pensando en la mujer que le había hecho esto; su madrastra, cada vez que el sobresalía más que Luca le quemaba en las piernas y le prohibía usar short claramente para que nadie lo notará. Se puso su bóxer y un jeans negro y salió sin camisa jurando que Aglaya aún estaba en su cuarto
Ninguno de los cuerpos habían bajado lo suficiente la temperatura.
La mirada de Aiden chocó con la de Aglaya, que estaba sentada en la barra tomando un whisky en las rocas, en ambos cuerpos aún habían gotas de humedad.
-Estas, hermosa -Aiden sonrio- ¿me das un trago
-Claro
Ambos tragaron grueso, Aglaya le dio un trago a Aiden y este se lo tomó de golpe mirándola con lujuria, mirada que no pasó desapercibida por ella. Bajo de la barra y se acercó a él, mientras él retrocedía sin darse cuenta
-¿Estas huyendo de mi? -Aiden sonrió ante el comentario de ella- no te voy a hacer nada
-No lo hago, pero acepto que así te vez demasiado tentadora
Aglaya sonrió ante esto, pero su sonrisa se esfumó cuando él pasó sensualmente su mano por su propio cuello y abdomen
-Inicia el juego de tentación -sonrió Aiden