Katherine es una joven que tiene un pasado secreto, decide escapar de Argentina y llega a Italia donde tiene parientes lejanos. consigue trabajo cuidando una abuela, pero el nieto de esta es el mayor mafioso Siciliano de la historia.
Siendo dos personas completamente opuestas, de mundos distintos, pero con un corazón que ha pasado por muchas cosas... ¿Puede haber algo más entre ellos?
¿Podrán encontrar juntos el amor? ¿O ella volverá a escapar?
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7
Las vacaciones pasaron sumamente rápido y tranquilas por suerte, en varias ocasiones salimos nataly, amelia, Sofía y yo a cenar o a merendar afuera, para que yo pudiese conocer más del lugar y que la señora pudiera caminar. Sofía no se alejaba mucho de nosotras y siempre teníamos seis guardias de seguridad custodiándonos, la verdad al principio me sentía incómoda con ellos, pero luego de un tiempo hasta me acostumbraba a su presencia y como buena sirviente también que yo era, en ocasiones les daba botellas de agua o alfajores o barras de cereal para que al menos puedan tener algo en sus estómagos.
La vuelta fue más rápida que la ida, o eso creía yo porque la verdad era que no me quería ir, pero había que romper en algún momento esa burbuja de felicidad.
Supongo que mañana empiezas en la mensajería ¿no?- me dijo nataly mientras volvíamos a la mansión en el auto.
Si, ya mañana debo empezar con mi rutina- intente esbozar una sonrisa que jamás llego a mis ojos.
Pues a mí no me gusta que trabajes allí- mire sorprendida a amelia, nunca me había dicho de esa manera las cosas.
Lo sé abuela, pero no puedo renunciar y realmente necesito poder tener otra distracción durante la tarde- le contesté.
Yo aceptaría gustosa pagarte lo mismo que cobras allí- me dijo y entendí su enojo, ella no quería que me expusiera.
No es ese el tema amelia, ya lo hemos discutido. Me gusta trabajar allí y me gusta tener otro ingreso en mi casa- le dije ya medio ofendida de que se metiera en mi vida.
No necesite decir nada más, el ambiente ya se había tensado y ellas entendieron que me había enojado, así que ya no hablarían. Amelia era una gran mujer, pero a veces era terca. El problema no era estar fuera de casa tantas horas, mi problema era estar en casa. Los recuerdos me atormentaban todos los días y a veces llegaba directamente a acostarme porque el dolor me superaba. Y más cuando se acercaba ese maldito 24 de septiembre donde mi vida dio un puto giro de 360° y me dejó con el corazón destrozado y el alma partida.
Como llegamos a la mansión ya cerca de la hora para cenar, directamente me quedé hasta las diez de la noche con ellas, inclusive ayude a Amelia a acostarse y luego de darle un beso me dispuse a irme a mi casa.
Estaba terminando de acomodar mi bolso en la moto cuando sentí que alguien se acercaba por detrás de mí.
¿Puedo hablar contigo Kat?- me dijo Isabella.
Me diste un gran susto, nunca debes acercarte a una persona de esa manera, dime ¿en qué puedo ayudarte Isa?- le dije mientras terminaba de atar bien el bolso para irme.
¿Sofía disfruto mucho de tu compañía en este viaje no?- me di vuelta en cuanto termino de decir esas palabras y fue en ese momento cuando note la tristeza en sus ojos y aunque quisiera ocultarlo, el golpe en su brazo.
Supongo que si, la ayude a hacer castillos de arena- le dije negando con la cabeza, como era posible que siendo la hija de una familia tan poderosa, permitiera que su marido, el hombre que supuestamente debía cuidarla, la golpeara así y encima le quitara tiempo con su hija.
Si algo llegara a pasarme, sé que cuidarás muy bien de ella- me dejó helada con esas palabras. No pude contestarle nada, la voz jamás me salió de mi boca y ella se fue sin esperar tampoco que pudiese decirle nada.
Solo vi como se alejaba y realmente el corazón me dolió, ella estaba viviendo un infierno y yo lo sabía, pero no podía ayudarla porque ella tampoco pedía ayuda, solamente se sentaba a seguir obedeciendo a ese estúpido que tenía por esposo. Me puse el casco, encendí la moto y me fui, de nada serviría meterme en el medio si ella no iba a admitirme nada y tampoco me pediría que la ayudase.
Pero acaso pensaba que ese hombre la iba a matar que me había dicho eso que era tan extraño, no eso no iba a ocurrir, jamás dejaría que él se atreviera a tanto y tenía que planear como decirle a todos sin que ella supiera que lo diría.
Llegar a mi casa fue toda una odisea, el bolso pesaba un poco más de la cuenta, claro había traído más cosas. nataly y amelia me habían comprado ropa, si mal no recuerdo sus palabras al dármela fueron" mereces un buen cambio de vestuario" ¿qué tenía de malo mi ropa? No era de marca, pero tampoco estaba en mal estado. Cuando llegue a Italia, fui con mi tía a comprarme más ropa de la que me había traído.
Pero lo cierto es que jamás me molestaba mi vestimenta mientras me sintiera cómoda. Faltaba solo un mes para la fecha de mis dos días al año, de a poco había ido comprando todo lo necesario para esos dos días, al final haría lo mismo que el año pasado, solo que esta vez estaba en un país distinto.
Llegue a casa, me duche y fui directamente a la cama. Cuando de pronto unos golpes me sobresaltaron, era demasiado tarde para que alguien viniese a visitarme. Así que con mucho cuidado me acerque a la puerta a mirar por la mirilla. Maldición era el dueño de los departamentos.
Buenas noches, señor Franccini ¿ocurrió algo?- le dije mientras abría la puerta, ahora que lo observaba bien podía notar que había estado bebiendo.
¿Quería saber como le había ido en sus vacaciones? ¿Fueron de su agrado?- me dijo sin dejar de mirarme los pechos. Pedazo de viejo baboso.
Si la verdad fueron agradables, estoy cansada del viaje ¿necesita algo?- le dije cortando cualquier tipo de conversación posible.
Eres muy hermosa pequeña, si en algún momento no puedes pagar el alquiler con dinero, podemos arreglar de otra manera- pedazo de viejo descarado. No tarde mucho en tomarlo por el cuello y darlo contra la pared.
Le voy a dejar algo bien en claro, usted intenta volver a decirme esas cosas desagradables de nuevo y vamos a tener serios problemas ¿me entendió?- le dije apretando un poco más mi agarre, creo que a este punto el pedo que tenía ya se le había ido.
Le pido mil disculpas señorita no fue mi intención molestarla- me dijo casi ahogado.
Lo solté y dejé que cayera de culo al piso
Si vuelve a insinuarme algo Así, hablaremos de otra manera- le dije antes de ingresar nuevamente a mi departamento, dejándolo ahí tirado como si no valiese nada, bueno la realidad es que para mí no vale nada.
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