La Gavia una emblemática hacienda llena de historia cerca de la capital del país, la cual solo puede ser heredada por un Sámano. A veces pensamos que es solo casualidad que sucedan los mismos infortunios para el heredero, terminando solo y consagrado a favor de mantenerla en pie. Es la segunda parte de La gavia, aquí conoceremos el destino de Matías Sámano. Sobre todo las decisiones y el cambio de Cecilia. También la traición y el engaño de parte del esposo de Cecilia, creando una enemistad con otra familia importante de la comunidad. En la guerra y el amor todo es posible, es ahí donde nace el amor entre Matías y Paulina. Sin saber el porqué de la rivalidad entre sus familias. Poco a poco quedará al descubierto la causa del conflicto entre ellos.
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Advertencia
Capítulo 16
Alejandro volvió a la hacienda era momento de enfrentar la situación que lo tenía por años atormentado, al entrar se dió cuenta que no era el momento. Sin embargo ya estaba ahí.
—Ahora ¿por qué lloras?—
—Porque Matías está molesto conmigo, nadie me comprende. Lo hago por su bien.—
—Apoyarlo sería hacerlo por su bien. Cecilia tu no eres esta mujer, si quieres desquitarte con alguien hazlo, yo soy el culpable de tu infelicidad debimos separarnos hace mucho.—
—Ahorita lo que menos me importa eres tú o yo, se trata de mi hijo. Es capaz de renunciar a todo por esa malnacida, la detesto solo por ser hija de Romina ahora me arrepiento de no haber logrado echarlas del pueblo.—
—Pero también es la hija de Heriberto, y estoy seguro que tiene más cosas buenas que malas, en primer lugar por su padre y en segundo porque fueron educadas por la señorita Natalia.—
—Una manzana podrida, pudre a las demás.—
—Tal parece estas es negación total, espero que no te arrepientas algún día de haber hecho infeliz a Matías. Que triste que ya no seas la Cecilia de la que me enamoré y que la admire por muchos años.—agregó Alejandro despues salió de la habitación de su esposa necesitaba hablar con Matías, sin esperar más llamó a su puerta.
—¿Quién?—
—soy yo, tu padre.—Matías recordó la confesión de su madre, pero después de tanto tiempo ya no importaba lo que pasó entre la madre de su novia y su padre.
—pasa.—
—Te ves realmente molesto, ¿hay algo que pueda hacer por ti?—
—Nada, Paulina no quiere verme más por las amenazas de mi madre. Además me corrieron a balazos de ahí, si muero pasaré la eternidad sin ella no puedo permitirlo.—
—¿Quien se atrevió a atentar contra tu vida?—preguntó molesto
—La madre de Paulina, no le tengo miedo pero es obvio que a Paulina no le importó, ni si quiera salió a defenderme. Mi princesa aún respeta a su madre, ahora sé que mamá tiene razón cuando la llamo asesina.—
—Desgraciada, hijo no vamos a darles gusto de verlos separados. Ambas deben entender que ustedes tienen una relación, ya pasó de moda evitar que dos personas estén juntas. Dale tiempo a tu madre sé que reaccionará tarde o temprano.—le daba ánimos Matías abrazó a su padre, tal vez como esposo no fue el mejor pero como papá siempre será lo máximo para él.
Alejandro pudo ver el disparo en la camioneta de su hijo, así que no se contuvo, y fue a buscar a Romina. Paulina lloraba encerrada en su habitación, Natalia y Sofía estaban sufriendo con ella.
—Ahora que, vamos a ayunar por el llanto de Paulina por ser ingenua y estúpida.—decía Romina
—Ya déjala en paz, es su única manera de sacar el dolor que siente. Como se nota que tú realmente nunca has amado a alguien.—
—Te equivocas, yo siempre amé a un solo hombre aunque me haya traicionado. Es por eso que mi vida se convirtió en una porquería.—
—Hasta crees que se iba a fijar en una mujer como tú, se le veía lo ambicioso. Era obvio que tú no le convenías para nada.—
—Ya basta Natalia, eso te debe de dar mucha alegría que jamás pudo corresponderme como debía.—
—Si la verdad si, no te mereces ni a él, y mucho menos merecías a Heriberto. Solo querías tenerlos, pero el que si te amaba lo traicionaste y hasta te atreviste a…—guardo silencio Natalia, casi descubría el secreto de su madre.
—¿Engañaste a mi papá?—preguntó Sofía
—No es asunto tuyo niña, y si no vas a comer lárgate a tu habitación. No escuchaste.—gritaba Romina
—Ya basta, ellas no tienen la culpa de que hayas arruinado tu vida por haber sido amante de Alejandro Barbosa, el solo te utilizó. Decidiste salvarle la vida, ahora te toca pagar todo lo que hiciste. En esta vida todo se paga.—
—Eso quisieras que pagara para al fin saber que se hizo justicia por la muerte de tu amado Heriberto.—
—Si Heriberto y yo nos hubiéramos enamorado, yo hubiera dado mi vida para hacerlo el hombre más feliz. Nuestra vida sería tranquila, él estaría aquí haciéndose cargo de la huerta y cuidando de nuestros hijos. Pero solo quedamos como amigos, y no porque tú me lo hayas quitado. Si no por la diferencia de edad, recuerda que él era mayor que yo. Tenía miedo, a mis 17 años y el casi 30 que iba a hacer él con una jovencita como yo. Él necesitaba una mujer, lástima que te eligió a ti.—
—Si es verdad, él quería una verdadera mujer, no una niña a quien cuidar. No creo que lo hayas rechazado, más bien él te rechazó.—
—Piensa lo que quieras, si estoy sola es porque le prometí que siempre cuidaría de sus hijas, porque tú no lo harías. Solo estás fastidiándoles porque tú no eres feliz y quieres que también sean unas frustradas y amargadas como tú.—Romina la iba a abofetear pero esta vez Natalia no se dejaría.—Jamás vuelvas a tocarme, ya es hora de que sepas que tengo mis límites.—en ese momento llamaron a la puerta.
—Ve abrir no escuchas.—dijo Romina
—Ve tu, si quieres.—respondió Natalia y subió a su habitación. Romina estaba realmente furiosa, la verdad siempre duele, no soportaba escucharla todo el tiempo, después de mucho tiempo estaba frente a frente con Alejandro.
—Buenas tardes Romina.—
—¿Qué haces aquí?—Alejandro la empujó hacia adentro y la sujetó de la barbilla
—Fácil, vengo a decirte que no quiero que vuelvas a atentar contra la vida de mi hijo. Te estoy haciendo el favor de que mi esposa no acabe contigo.—
—Ese bastardo no es tu hijo.—
—Cállate estúpida, aunque no lleve mi sangre es mi hijo. Y no voy a permitir que le hagan daño.—
—Entonces que no se acerque a mi hija, porque si no ahora la bala va hacer directa para el.—
—Crees que asesinar a mi hijo, va ser tan fácil como cuando acabaste con Heriberto. ¿Que pensaría la policía si yo les entregara la escopeta con la que fue asesinado, y que según tú sepultaste? O que tus hijas se enteren de quién acabó con la vida de su padre, por si no lo sabes aún está abierto el caso del asesinato de tu esposo, así que puedes pasar toda tu vida encerrada hasta que te pudras.—
—Eres un infeliz lo hice para defenderte a ti, y tú me traicionaste.—
—En ningún momento, te prometí quedarme contigo. Las mujeres como tú solo sirven para un rato, porque no vales nada.—
—Desgraciado lárgate de mi casa.—
—La que debería largarse para siempre eres tú, véndenos y lárgate lejos donde sigas llevando la vida que tanto te gusta. No te vuelvas a acercar a mis hijos, porque no dudaré en acabar contigo asesina.—
—Debí dejar que Heriberto te matara como un perro.—Alejandro la aventó contra el sofá.
Alejandro se reía mientras se marchaba, Romina estaba llorando de coraje e indignación, vivía arrepentida de haber elegido a Alejandro en lugar de su esposo, la culpa no la dejaba en paz.