Lena, una joven que siempre ha sentido que es diferente, sin saber por qué. En la noche de su vigésimo primer cumpleaños, su vida da un giro inesperado cuando descubre que es la Luna destinada del alfa de la manada más poderosa de la región, un hombre llamado Aiden, conocido por su ferocidad y liderazgo implacable.Aiden, marcado por una profecía ancestral, ha esperado años para encontrar a su Luna, la única persona capaz de calmar la bestia dentro de él y traer equilibrio a su vida. Sin embargo, Lena no está dispuesta a aceptar su destino fácilmente. Mientras lucha por comprender y aceptar el vínculo que la une a Aiden, descubre que su conexión va mucho más allá del amor: está vinculada a un oscuro secreto que podría destruirlos a ambos.En medio de luchas internas, conflictos con otras manadas, y una amenaza que podría desencadenar una guerra, Lena debe decidir si está dispuesta a aceptar la marca del Alfa y el destino que le ha sido impuesto, o seguir su propio destino
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Capítulo 19 El Despertar de la Bestia
La noche estaba en calma, el aire fresco se filtraba entre los árboles, y la luna llena iluminaba el claro donde Lena se encontraba, sola y en busca de respuestas.
Había pasado días entrenando su cuerpo y mente, intentando desatar la conexión con su loba interior, esa fuerza que aún permanecía dormida dentro de ella.
Había leído y releído los antiguos textos que su madre le había dado, buscando una clave que desbloqueara lo que sentía atrapado en su interior.
Lena cerró los ojos y dejó que la energía de la noche la envolviera.
Se concentró en su respiración, en los latidos de su corazón que resonaban en sus oídos, en la sensación de la tierra bajo sus pies descalzos.
Trató de conectar con el flujo de la vida a su alrededor, esperando que algo dentro de ella respondiera. Y entonces, sintió un ligero tirón, como una chispa de energía que se encendía dentro de ella. Su respiración se aceleró mientras se enfocaba en esa sensación, tratando de amplificar la, de atraerla hacia la superficie.
Era como si su loba interior finalmente estuviera respondiendo, emergiendo de su largo letargo. Pero, justo cuando Lena sintió que estaba a punto de alcanzar esa conexión tan ansiada, algo la detuvo.
Una presencia oscura y poderosa se infiltró en su mente, interrumpiendo el proceso.
Era como si una sombra se cerniera sobre ella, cubriendo su luz interior y sofocando la chispa que había sentido. Lena abrió los ojos de golpe, su corazón latiendo con fuerza. Se levantó, inquieta, y miró a su alrededor, buscando la fuente de esa perturbación.
El claro seguía vacío, pero ella podía sentir la amenaza en el aire, algo o alguien estaba cerca, observándola.
Lena retrocedió lentamente, su cuerpo tenso mientras intentaba identificar la fuente de esa presencia. Sabía que no estaba sola, pero lo que sentía no era un simple animal del bosque.
Era algo más, algo mucho más peligroso.
—¿Quién está ahí? —gritó Lena, su voz temblando ligeramente mientras giraba en círculos, escudriñando la oscuridad.
No hubo respuesta inmediata, pero el aire a su alrededor pareció volverse más denso, casi sofocante.
El suelo bajo sus pies tembló ligeramente, y Lena pudo sentir que la energía a su alrededor comenzaba a agitarse, como si respondiera a una fuerza que se acercaba.
De repente, una figura emergió de las sombras, caminando lentamente hacia ella. Lena sintió un escalofrío recorrer su columna vertebral cuando reconoció la silueta: era Aidan. Pero algo en él era diferente, algo aterrador.
—Aidan... —murmuró Lena, su voz apenas un susurro.
Él no respondió de inmediato. Sus ojos, normalmente cálidos y llenos de vida, estaban ahora oscuros, casi sin alma.
Lena vio que sus músculos estaban tensos, su mandíbula apretada como si estuviera luchando contra algo dentro de él.
A medida que se acercaba, Lena notó que una energía oscura lo rodeaba, una que no había visto antes.
—Lena... —finalmente, dijo Aidan, su voz baja y grave, cargada de una amenaza velada—.
No deberías estar aquí. Lena retrocedió un paso, su corazón latiendo con fuerza mientras intentaba procesar lo que estaba viendo.
Aidan no era él mismo, algo oscuro había tomado el control.
—¿Qué te está pasando? —preguntó Lena, tratando de mantener la calma—.
Aidan, soy yo, Lena.Aidan frunció el ceño, como si estuviera luchando por reconocerla.
Un bajo gruñido escapó de su garganta, y Lena pudo ver que sus colmillos se alargaban, un signo claro de que estaba al borde de transformarse.
—No puedo... no puedo controlarlo... —gruñó Aidan, llevando las manos a su cabeza como si intentara detener algo que lo consumía desde dentro.
Lena dio un paso adelante, su instinto era acercarse a Aidan, ayudarlo de alguna manera. Pero cuando lo hizo, Aidan soltó un rugido ensordecedor, su cuerpo convulsionando mientras caía de rodillas.
La energía oscura a su alrededor se intensificó, ondulando en el aire como un torbellino que lo envolvía.
—¡Aidan! —gritó Lena, su voz llena de desesperación. Pero ya era demasiado tarde.
La oscuridad dentro de Aidan había tomado el control. Con un último rugido, su cuerpo se retorció y comenzó a transformarse, pero no en el lobo que Lena conocía.
Esta vez, la transformación era diferente, más violenta, más dolorosa.
Lena retrocedió rápidamente cuando vio cómo el cuerpo de Aidan se expandía, sus músculos hinchándose mientras su piel se oscurecía y su rostro se alargaba en un hocico más feroz de lo habitual.
Sus ojos, ahora completamente negros, la miraron con una ferocidad que Lena nunca había visto antes.
Lo que había sido Aidan ahora era una bestia, una criatura mucho más grande y peligrosa que cualquier lobo que Lena hubiera conocido.
Su respiración era pesada, y cada exhalación parecía resonar en el aire, llenándolo de un aura de miedo que hacía que Lena quisiera correr.
Pero no corrió. Sabía que huir solo provocaría a la bestia, y además, no quería dejar a Aidan. Sabía que él estaba atrapado dentro de esa criatura, luchando por recuperar el control.
Tenía que haber una manera de ayudarlo.
—Aidan, sé que estás ahí —dijo Lena, su voz temblando pero decidida—.
Lucha contra esto, no dejes que te controle.
¡Recuerda quién eres!
La bestia la miró, y por un momento, Lena pensó que había una chispa de reconocimiento en sus ojos. Pero entonces, la criatura rugió y se lanzó hacia ella con una velocidad aterradora.
Lena apenas tuvo tiempo de reaccionar. Se lanzó a un lado, sintiendo el aire silbar cuando las garras de la bestia cortaron el espacio donde había estado segundos antes.
Cayó al suelo, rodando hasta ponerse en pie de nuevo, su corazón latiendo desbocado.
—¡Aidan, por favor, vuelve a ser tú! —gritó, pero la bestia no respondió, solo giró hacia ella y se preparó para atacar de nuevo.
Lena sabía que no podía huir, no había manera de escapar de la velocidad de la bestia que antes había sido Aidan.
Tendría que enfrentarlo, pero ¿cómo? Ella no era una guerrera, no tenía la fuerza ni las habilidades para luchar contra una criatura de ese poder.
Pero no podía dejarlo destruir todo a su alrededor, y mucho menos a sí mismo.
Mientras la bestia se preparaba para atacar nuevamente, Lena sintió una oleada de desesperación mezclada con determinación. Ella no tenía la fuerza física para enfrentarlo, pero había algo dentro de ella, algo que había estado latente, esperando el momento adecuado para despertar.
El tirón que había sentido antes, cuando intentaba conectarse con su loba interior, regresó, más fuerte esta vez.
Lena sintió una oleada de energía recorriendo su cuerpo, como si algo dentro de ella finalmente respondiera a la urgencia de la situación.
La bestia se lanzó hacia ella, y en ese instante, Lena sintió que su loba interior despertaba, empujando desde lo más profundo de su ser. La energía la envolvió, y por un momento, todo se detuvo.
El aire pareció vibrar a su alrededor mientras un aullido bajo y profundo emergía de su garganta, resonando en la noche.
La bestia se detuvo a mitad del ataque, sorprendida por la repentina transformación de Lena. Sus ojos oscuros la miraron con una mezcla de confusión y reconocimiento, como si Aidan, desde dentro, pudiera sentir el cambio en ella.
Lena no se había transformado por completo, pero su loba interior había tomado el control.
Su fuerza aumentó, su vista se agudizó, y un instinto feroz de protección se apoderó de ella. No iba a dejar que Aidan se perdiera en la oscuridad.
—Aidan, escúchame —dijo Lena, su voz ahora impregnada de un poder que no había sentido antes—.
Lucha contra esto. No eres una bestia, eres el Alfa de esta manada.
¡Recuerda quién eres! La bestia se detuvo, su cuerpo temblando mientras luchaba contra la oscuridad que lo consumía.
Los ojos de Lena se encontraron con los suyos, y ella supo que había una lucha interna ocurriendo dentro de él.
No podía permitirse perderlo, no cuando finalmente había despertado su propio poder.
La energía que Lena sentía era abrumadora, pero también inestable. Sabía que su transformación no estaba completa, que lo que estaba experimentando era solo una fracción del verdadero poder de su loba interior.
Pero tenía que arriesgarse, tenía que intentar salvar a Aidan..............