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Oh ¡Doctor! Arregla Mi Corazón

Oh ¡Doctor! Arregla Mi Corazón

Status: Terminada
Genre:Completas / Doctor / Amor a primera vista / Amor-odio / Atracción entre enemigos / Polos opuestos enfrentados / Mujeriego enamorado
Popularitas:10.5k
Nilai: 5
nombre de autor: Mckasse

Soy Bárbara Pantoja, cirujana ortopédica y amante de la tranquilidad. Todo iba bien hasta que Dominic Sanz, el cirujano cardiovascular más egocéntrico y ruidoso, llegó a mi vida. No solo tengo que soportarlo en el hospital, donde chocamos constantemente, sino también en mi edificio, porque decidió mudarse al apartamento de al lado.

Entre sus fiestas ruidosas, su adicción al café y su descarado coqueteo, me vuelve loca... y no de la forma que quisiera admitir. Pero cuando el destino nos obliga a colaborar en casos médicos, la línea entre el odio y el deseo comienza a desdibujarse.

¿Puedo seguir odiándolo cuando Dominic empieza a reparar las grietas que ni siquiera sabía que tenía? ¿O será él quien termine destrozando mi corazón?

NovelToon tiene autorización de Mckasse para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Pequeño accidente

¡No, no podía ser!

Me sentí aún más incómoda, al punto de que empecé a sentir calor. Mi cara se sonrojó por completo mientras trataba de pensar en cómo reaccionar. Si le daba el azúcar, ¿qué pasaría? Si cerraba la puerta en su cara, ¿sería demasiado brusca?

¿Por qué me importa tanto lo que piensa?

—Ya, en serio no diré nada, me llevaré esa imagen a la tumba, perdón por reír, solo me sorprendiste, te juro que no le diré a nadie lo que acabo de presenciar—me dijo tratando de ponerse serio extendiendo la taza.

—Si vuelves a decir algo, te mato. —Mis palabras salieron más duras de lo que planeaba, y al instante me sentí más avergonzada.

Dominic levantó las cejas, como si no pudiera creer lo que acababa de escuchar. Su expresión era una mezcla de diversión y algo que no supe identificar.

—Bien, de acuerdo, dame azúcar y no sabrás de mi...por hoy—me dice ligeramente divertido, casi como si no le importara la situación. —Solo necesito algo de azúcar para mi café. Y parece que no estás muy feliz de verme.

¡No, no estaba feliz de verlo! Claro que no. No podía estarlo, ¿por qué lo estaría? Pero esa sonrisa suya, su actitud despreocupada, esa forma en la que me miraba sin parpadear...Dios mío, vi su excitación sobre su pantalón corto ¿tan grande la tiene? todo eso me hacía sentir incómoda de una manera que no quería entender.

—No soy una máquina de café. Así que ve a comprar tus cosas —Respondí bruscamente, tratando de poner distancia entre él y yo.

Me moví para entrar a la cocina, sin darle más tiempo para hablar. No podía seguir allí en el umbral de la puerta con él mirándome de esa forma. Tomé el azúcar con rapidez, aunque mi mente no podía dejar de pensar en lo extraño de la situación. Él estaba detrás de mí cuando me giré, me encontré con sus ojos brillantes que me observaban fijamente, como si supiera exactamente lo que pensaba, como si pudiera leerme.

Le tendí el azúcar con una sonrisa forzada, tratando de hacer todo más ligero.

—Aquí tienes, ¿satisfecho? —le dije, mi voz estaba tensa.

Él la miró, luego me miró a mí. Su sonrisa se ensanchó, y por un momento, me pregunté si lo hacía a propósito. Si estaba jugando conmigo.

—Sí, perfectamente. Gracias. Si necesitas cualquier cosa, solo dime, te prometo que no abriré la puerta en toalla y menos dejaré que se caiga al piso exponiendo mis virtudes.

—«Lo mato ¿Cuántos años dan de prisión por asesinato?»—pienso al instante—«¡¿Qué está pasando con este tipo?!»

Yo trataba de encontrar la calma. Mi mente estaba nublada por lo extraño de la situación. ¿Por qué, por qué demonios tenía que ser tan complicado?

Quería cerrar la puerta tras él con más fuerza de la necesaria, quería arrojarlo por las escaleras, no, mejor por el balcón.

«¿Por qué siempre me pasa esto con él?» Pensé, llevándome las manos a la cara. Su sonrisa burlona se clava en mi cabeza, como una marca que no podía borrar. Sus brazos, sus malditos brazos al descubierto, y esa sudadera sin mangas... era como si lo hiciera a propósito para desquiciarme. Y ese trozo de carne colgando debajo de su fina tela...Ahahahaha (grito interno)

Alcanzo una sartén y él abre los ojos como platos, pero el maldito la esquiva, mi furia crece.

Extendí una mano hacia Dominic, tal vez para enseñarle a respetar, tal vez para golpearlo, pero lo único que logré fue aferrarme a otro salten más cercano en ese arrebato de rabia.

—¡Sal de mi casa! —le grité mientras lo lanzaba hacia él con más intención de asustarlo que de atinarle.

Dominic, con sus reflejos impecables, también lo esquivó pero por un pelo, y el sartén chocó contra la pared. Su sonrisa arrogante se ensanchó.

—Vaya, Bárbara, no sabía que tenías tan buena puntería. Aunque creo que necesitas practicar un poco más.

—¡Imbécil! —tomé un cucharón como si fuera una espada y avancé hacia él.

Pero el universo parecía haberse aliado con Dominic. El agua que yo había ido estimando en el suelo jugó en su favor, y antes de que pudiera alcanzarlo, resbalé. Mi pie salió disparado hacia adelante, y sentí cómo perdía el equilibrio.

Dominic reaccionó al instante, avanzando para atraparme. Pero ni él pudo evitar el desastre: su impulso lo llevó a resbalar también. Ambos caímos, él de espaldas al suelo con un golpe seco y ridículamente sincronizado con el mío sobre su enorme tórax.

Así es...para mi desgracia, caí encima de él. Pero eso no muere ahí. Peor aún, mientras caía, la traicionera toalla del mismísimo infierno que apenas se sostenía decidió rendirse al drama. Rodó justo antes de que aterrizáramos, dejándome completamente desprotegida.

«¡Me cago en la putísisima desgracia de la encueres!»pense mientras siento como tiene una mano en mi culö y la otra en mi cuello.

Dominic se quedó inmóvil bajo mi peso, sus ojos abiertos como platos. Sus manos, que me habían sujetado en un intento fallido de evitar la caída, seguían apoyadas en mis partes sensibles. El calor en mis mejillas podría haber encendido una maldita hoguera.

—Bueno… —empezó a decir, su voz cargada de un humor que me irritaba y me avergonzaba a partes iguales—. Si querías que nos acercáramos, creo que esto ya es suficiente. Te cuento, no te alteres, no tengo a nadie que me cele.

—¡Eres un idiota! —grité, intentando levantarme de inmediato. Pero entre mi torpeza y la risa incontrolable de Dominic, solo logré quedar aún más enredada con él.

—Tranquila, Bárbara —dijo él con ese tono molesto que mezclaba burla y diversión—. Puedo quedarme aquí todo el día, pero... ¿no prefieres ponerte algo de ropa primero?

Mis manos volaron hacia mi pecho, intentando cubrirme con lo poco que quedaba de mi dignidad, y de un empujón me aparté de él. Me levanté tan rápido como pude, cuando sentí a su miembro aumentar de tamaño bajo mi cuerpo desnudo, sentía como me clava en el ombligo, intento levantarme y termino resbalando de nuevo un poco en el proceso, cayendo de culö en el piso con las piernas abiertas, estoy segura que me vio hasta la madre de los tomates, apuesto que vio mi maldito lunar cerca de mi zona erógena y aunque sujeté la toalla como si fuera mi escudo al agarrarla ya no había más nada que ver.

Él se incorporó sentandose, todavía con esa maldita sonrisa en los labios. El maldito estaba privado de la risa, estaba que se cagaba, el imbécil en vez de ayudarme se quedó sentado mirando a su antojo.

—¡Cállate! ¡No te rías!

—No todos los días te persiguen...jajajaja... con un cucharón y terminas en el suelo de esta forma. Jajajaja. Debo decir que ha sido una...jajajaja... experiencia única. Te ayudo a limpiar la azúcar en el suelo.

—¡Sal de mi casa! —le espeté, apuntando de nuevo a la puerta.

—De acuerdo, jejeje...de acuerdo —dijo él, levantando las manos en un gesto de rendición, pero su risa seguía en el aire mientras se dirigía a la salida—. Nos vemos, Bárbara. Ojalá que la próxima vez podamos... hablar sin armas de cocina de por medio.

Cerró la puerta tras de sí, y yo me quedé en medio de la sala, con Cleo y Max ronroneando a mis pies como si nada hubiera pasado y el suelo azucarado.

"Esto no puede estar pasando", pensé mientras me dirigía al baño. Pero una cosa era segura: Dominic nunca me dejaría olvidar esto. Y, para mi horror, tampoco yo.

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Edith Valenzuela
ese es el final?....
/Shy/
Iliana Oliva Remon
🌺🌺🌺💐🌺
mar rodriguez
es el finsl??
Mckasse Escritora: primera parte
total 1 replies
Emérita Soledad Briones Oyarce
ah se me olvidó decirle que quité todos los me gusta
Emérita Soledad Briones Oyarce
no lo puedo creer pensé que la autora era más seria pero es tan fome dejar el final o lo mejor en blanco no me atraen así siempre pensando en ella que a los lectores
Marcela
5 capítulos van pasando y sigue comenzando a escribir la historia le voy a prestar una lapicera se ve que no le anda. Así la escriben de una vez
Marcela
Excelente
Eret Lopez
Dominic te dicen MI ALMA y YA QUIERES LA RECIDENCIA
Eret Lopez
Bárbara EL TE VA A CONQUISTAR A TI
Eret Lopez
Las PERSONAS LLEGAN a NUESTRA VIDA PARA DISFRUTAR y VALORAR LA VIDA
Eret Lopez
Bárbara está GUAPO y TIENE BUEN CULO AHORA FALTA que TE SEPA CONQUISTAR
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