Álvaro, creyente en la reencarnación, se encuentra atrapado en el cuerpo de Felipe, un ladrón muerto en un tiroteo. Con una nueva identidad, pero con la misma mente astuta y sedienta de justicia, decide vengarse de Catalina y de su amante. Usando sus habilidades empresariales y su inteligencia, se infiltra en su propia casa, ahora ocupada por otros, y empieza a mover las piezas de un plan de venganza que se va tornando cada vez más complejo.
Entre situaciones cómicas y tensiones dramáticas, la novela explora temas de identidad, amor, traición y justicia, mientras Álvaro navega en un mundo que no le pertenece, pero que está dispuesto a dominar. La lucha interna entre el alma de Álvaro y el cuerpo de Felipe crea un conflicto fascinante, mientras él busca vengarse de aquellos que lo destruyeron.
NovelToon tiene autorización de Carlos Contreras para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Revelaciones Peligrosas
El sonido de los pasos de Catalina resonaba en la sala principal del nuevo refugio de la resistencia, una vieja fábrica abandonada en las afueras de la ciudad. Afuera, la lluvia golpeaba con fuerza las ventanas rotas, creando una sinfonía caótica que se mezclaba con el murmullo de los rebeldes organizándose. Catalina, sin embargo, caminaba con la mente ocupada, un peso en el pecho que ni siquiera el reciente escape de las tropas de Eterna podía aliviar.
Álvaro estaba sentado en un rincón, con las muñecas atadas nuevamente, aunque ya no tan apretadas como antes. Habían recuperado su cuerpo de entre los escombros, pero la sospecha seguía siendo una presencia constante entre los rebeldes. Él no podía culparlos. Ni siquiera estaba seguro de poder confiar en sí mismo.
De repente, Catalina se detuvo frente a él, su rostro iluminado por la tenue luz de un farol. Su expresión era severa, pero había algo más: una chispa de duda, quizá de curiosidad.
“Levántate,” dijo, con la voz cargada de autoridad. “Tenemos que hablar.”
Álvaro asintió lentamente y se levantó con cautela. Catalina hizo un gesto a los rebeldes cercanos para que los dejaran solos. Lo condujo por un pasillo que daba a una sala más pequeña, donde los ecos del ruido exterior apenas llegaban. Cerró la puerta detrás de ellos y se giró hacia él, cruzando los brazos.
“No voy a andarme con rodeos,” comenzó, su tono frío. “Si realmente eres Álvaro, necesitas entender en qué mundo estás ahora. Y si sigues siendo Felipe, quiero que escuches lo que voy a decir. Porque esto no se trata solo de ti. Esto nos involucra a todos.”
El Pasado Oculto de Catalina
Catalina tomó asiento frente a Álvaro, aunque no lo invitó a hacer lo mismo. Su mirada era una mezcla de cansancio y resolución. Había liderado a los rebeldes durante años, pero el peso de sus decisiones, y de los secretos que guardaba, la desgastaban.
“¿Sabes lo que hace realmente Eterna?” preguntó, con un filo en su voz.
Álvaro negó lentamente, aunque algo dentro de él le decía que la respuesta no iba a gustarle.
“No son solo una corporación militar que quiere el control absoluto,” explicó Catalina. “Eso es lo que todos pensamos al principio, lo que era fácil de entender. Pero hay algo mucho más siniestro detrás de todo. Ellos experimentan con las vidas de las personas. Usan la tecnología para hacer transferencias de conciencia, robando cuerpos para sus propósitos.”
Álvaro sintió un escalofrío recorrer su espalda. Las piezas del rompecabezas que había intentado ensamblar empezaban a encajar. Felipe no era un error ni una anomalía; era parte de un experimento deliberado.
“Eso explica a Felipe,” murmuró Álvaro, más para sí mismo que para ella.
Catalina asintió lentamente. “Pero no es solo eso. Cuando comencé en la resistencia, pensé que estaba liderando una revolución, que éramos una fuerza unida en contra de un enemigo común. Pero poco a poco descubrí que incluso mi lugar aquí fue manipulado por Eterna.”
Álvaro levantó la mirada, confundido. “¿Qué quieres decir?”
“Quiero decir que me dejaron ganar pequeñas batallas,” admitió Catalina, con amargura en su voz. “Querían que yo creyera que tenía el control, que estaba liderando una causa justa. Pero cada paso que daba, cada decisión que tomaba, estaba siendo observada, calculada. Me usaron para probar sus límites, para estudiar cómo respondía la resistencia.”
La Desconfianza y la Duda
La revelación dejó a Álvaro en silencio. Por primera vez, vio a Catalina no solo como la líder indomable que siempre había imaginado, sino como una mujer cargada de cicatrices, tanto físicas como emocionales.
“¿Cómo puedes estar tan segura de eso?” preguntó finalmente.
Catalina apretó los dientes, claramente incómoda con la pregunta. “Porque lo vi con mis propios ojos. Documentos que logré interceptar. Imágenes. Me di cuenta de que las victorias que creía haber ganado eran parte de un plan mayor. Eterna nunca perdió el control, solo nos dejó creer que lo tenían. Yo misma soy un experimento para ellos.”
El peso de esas palabras cayó sobre Álvaro como una avalancha. Si Catalina no podía confiar ni en sí misma, ¿cómo podía confiar en él? Más aún, ¿cómo podía confiar en que no había algo más oscuro detrás de su reaparición?
“Eso significa...” Álvaro tragó saliva, sintiendo un nudo en la garganta. “Que tampoco sabes si estoy aquí por mi voluntad o porque ellos lo quisieron.”
“Exactamente,” respondió Catalina, con una franqueza brutal. “Y esa es la razón por la que no puedo confiar en ti. Pero también es la razón por la que no puedo matarte, no todavía. Hay demasiadas preguntas que necesitan respuestas.”
Fragmentos de Verdad
La conversación quedó en silencio por un momento, rota solo por el distante golpeteo de la lluvia. Álvaro finalmente se dejó caer en una silla, pasando las manos por su cabello en un gesto de frustración.
“Catalina,” dijo en voz baja, mirando al suelo. “No sé cómo demostrarte que estoy de tu lado. Pero lo que sí sé es que si seguimos peleando entre nosotros, ellos ganan.”
Catalina lo miró fijamente, evaluándolo. “¿Y cómo sugieres que haga eso? ¿Simplemente confiar en ti ciegamente?”
Álvaro levantó la mirada, su rostro marcado por la desesperación. “No te estoy pidiendo que confíes en mí. Solo te pido que me dejes ayudarte. Si hay una forma de destruir a Eterna, quiero ser parte de eso. Y si eso significa que tienes que vigilarme cada segundo, que así sea.”
Catalina soltó un suspiro pesado. “Esto es una locura,” murmuró, aunque había un destello de algo en sus ojos. Algo que podría ser esperanza, aunque fuera mínima.
La Revelación de Felipe
Antes de que pudieran continuar, una alarma estridente resonó en toda la fábrica. Catalina se levantó de inmediato, su expresión transformándose en la de una líder preparada para la acción.
“¡Nos encontraron!” gritó, saliendo rápidamente de la sala.
Álvaro la siguió, aunque los rebeldes que corrían de un lado a otro apenas lo miraban, demasiado ocupados preparando sus armas y buscando refugio.
Catalina subió a una plataforma para dar instrucciones. “¡Evacúen por los túneles de emergencia! ¡No dejen nada atrás!”
Álvaro se unió a ella, observando cómo el caos se desataba. Pero algo dentro de él cambió. Una presencia familiar, fría y burlona, comenzó a manifestarse.
“Álvaro...” susurró la voz de Felipe en su mente. “Sabes que esto no funcionará. ¿Por qué sigues luchando? Ellos no confían en ti. Nunca lo harán.”
Álvaro apretó los puños, resistiéndose. “No voy a dejar que tomes el control.”
Felipe rió suavemente. “Eso es lo que crees. Pero tarde o temprano, tendrás que aceptar que somos lo mismo. Y cuando lo hagas, será demasiado tarde para ella.”
De repente, Álvaro sintió un dolor punzante en su cabeza. Cayó de rodillas mientras las luces de la fábrica parpadeaban. Catalina lo vio desde la plataforma y gritó: “¡Álvaro! ¿Qué estás haciendo?”
Él levantó la mirada, pero sus ojos ya no eran los mismos. Una sonrisa torcida se formó en su rostro.
“No es Álvaro,” dijo Felipe, usando su voz. “Es Felipe. Y ahora, el juego acaba de empezar.”
Catalina está congelada en su lugar mientras Felipe comienza a caminar hacia ella, mientras las explosiones y disparos llenan el aire.
CONTINUARÁ...