Y Llegaste Tú

A la mañana siguiente, tras la noche de mil demonios que había pasado. Emmanuel decidio ir a buscar a sus amigos y los panqueques de la señora Greg. Pero antes tenía que debatirse a duelo con el gimnasio que tenian en la mansión para ser digno de ganarse esos panqueques y una buena taza de cafe.

Se puso un deportivo de mala gana e inició la caminata hasta la casa principal resentido. A medio camino, se desvió hacia el estudio de Marcos. No veía ninguna razón para qué su amigo se librase de su tormento.

Sin preguntar, si estaba permitido entrar, lo hizo y fue directamente hacia la cocina. Y allí estaba su amigo, todavía con el mono y la camiseta de dormir, apoyado en la barra y sonriendo de oreja a oreja con una taza de café en la mano. Y Carla estaba frente a él, imitando su postura y su misma sonrisa, vestida con un conjunto de chaqueta de color lila que le quedaba espectacular. Estaba hermosa esa mujer. —«Tendría que haber llamado»— pensó en ese instante. — Tenía que acordarse de llamar ahora que Carla también vivía allí.

Marcos lo vio y alzó la taza saludándolo con naturalidad.— Como andas compadre.

Emmanuel — Lo siento.

Marcos — ¿Te quedaste sin café, otra vez?

Emmanuel — No, yo...

— Tranquilo. Hay de sobra.— le dijo Carla.— He preparado una cafetera completa.

Emmanuel la miró con tristeza.— Todavía no logro entender, que vayas a casarte con él y no conmigo.

Carla no pudo evitar enrojecer hasta las orejas.— Bueno, si las cosas no salen bien Ya se que estas disponible.

— Muy graciosa amor.— intervino Marcos con aspereza. Luego se inclinó hacia delante y la tomo por sorpresa dandole un beso leve y dulce, que logro que Emmanuel sintiera una envidia terrible de su amigo.

Marcos — Ve al instituto, profesora. Ilumina las mentes de esos jóvenes.

— Ese es el plan.— Carla cogio el maletín y antes de salir se despidio de ellos.— Nos vemos esta noche. Adiós, Emm.— Y le dio un beso en la mejilla.— Que tengan un bonito dia.

Emmanuel — Adiós.

— Te Sucede algo, compadre.— preguntó Marcos. ¿Que te pasa?

— Nada.— contestó Emmanuel.— Solo pasaba por aquí de camino al gym. He pensado suplicarle a la señora Greg que me prepare unos panqueques después de entrenar un rato.

Marcos — Dame dos minutos para cambiarme.— Y subió corriendo las escaleras y Emmanuel se sento en la encimera de la cocina a pensar en lo ocurrido el día anterior con Samantha.

— Vámonos antes de que cambie de idea.— Marcos, con una sudadera de capucha encima de una camiseta de deporte y unos pantalones de ciclista, entró corriendo en la cocina.

Cuando salieron del estudio, Marcos le insistio al preguntar.— ¿Que te pasa?

— Porque la pregunta.— cuestiono Emmanuel.

Marcos — No has tomado café esta mañana, ¿verdad?

Emmanuel — No.

— Entonces es posible que sea tu dosis de cafeína lo que te haga falta.— Dijo Marcos.— Pero no lo creo, a ti te pasa algo. Asi que habla. Estas a punto de matar a alguien y yo estoy en tu campo de visión. ¿Que tienes?

— ¿Por qué tendría que sentirlo? Fue ella quien paró.— soltó Emmanuel, — No debería de haber pasado la noche de mil demonios que pase por su culpa.

Marcos — ¿Quién? ¿Qué fue lo que ella paro?

— Espera un segundo hermano.— Gruño, Emmanuel — Tengo la cabeza vuelta un desastre.

Marcos — Porque. ¿Que hiciste?

Emmanuel — Ayer vino Samantha a mi casa y la bese. O ella me besó a mí, no lo se. Pero sucedio. Rodamos por el sofa de la casa y nos empezamos a quitar la ropa hasta que ella se lastimo el codo por un golpe muy fuerte que se dio con la mesita que hay dispuesta en el centro de la sala. Y recobro el sentido. Por eso estoy que no me aguanto ni yo.

Marcos, que lo había estado escuchando, se le quedo mirando boquiabierto, desde la primera frase, era incapaz de cerrar la boca.—¿Qué hiciste que? Se golpeó la cara con la palma de la mano y sacudió la cabeza tratando de entender lo que su amigo le había soltado de un solo trancazo. ¿Qué?

Emmanuel — No voy a repetirme. Lo importante es que no paso nada.

Marcos — ¿Con Samantha?

Emmanuel — No bueno, sí

Marcos— Si o no.

Emmanuel — Si.

Marcos — ¿Como te sentiste despues?

Emmanuel — ¿Como crees que me sentí? Fatal. Y todavía lo estoy.

— Vale.— Marcos se quedó en silencio y se quedó mirando al horizonte.— No, espera estoy intentando asimilar lo que me acabas de contar. Porque no te entiendo.

— Veamos, probemos otra vez.— Hizo unos gestos con las dos manos simulando que borraba.— La pizarra ya está completamente limpia. Empecemos de nuevo.

— Samantha y tú ¡Que bien! Por fin se decidieron. Lo que no entiendo es porque no llegaron hasta el final. ¿Que paso?

Emmanuel — No lo se todavía. Lo que si te puedo decir, es que esa mujer besa como nadie, por eso estoy que me lleva, por la mala noche que pase.

Marcos — ¿Te arrepientes? Por detener lo que estaba pasando.

Emmanuel — No me arrepiento de haberla besado. De hecho, no lamento nada de lo que sucedio. porque fue la primera vez que senti, que estaba de regreso a casa. — Confesó — Marcos, se me hizo un nudo en el estómago cuando nos besamos bajo el capó del carro. Imaginate como me senti ayer.

Marcos — ¿Bajo el capó del carro? la noche que la auxiliaste. Despues de hablar con los Madgegan—

Emmanuel — Si.

Marcos — Eso no lo contaste, cuando nos colocaste a todos en el campo de tiro y comenzaste a disparar. No te aguantabas ni tu mismo compadre. Porque no lo dijiste.

Emmanuel — No lo se. Quizas porque ni yo mismo sabía por donde comenzar.

Marcos — Tenías que haber hablado, mira como estas Emmanuel. Estas mal.

Emmanuel — Lo se.

Marcos no quiso decirle en ese momento que ya estaba hundido hasta el fondo por esa mujer. Se veia a leguas que su amigo. El maestro en temas del amor no sabia que hacer, porque se habia enamorado. Y no quizo torturarlo mas de lo que ya estaba.

— Porque sabia lo que era sentirse así, cuando no sabes que hacer.

Emmanuel — Lo que no me esperaba era lo que paso despues en el cuarto almacén de la cocina y mientras me tomaba un descanso sentado en la escalera trasera por todo el trabajo que tuvimos ese dia.

— La escalera trasera.— musitó Marcos.— El evento de los Fernández. La celebración del Emporio CAMALEÓN.

Emmanuel — Me dio un masaje en los hombros. Que en vez de relajarme, lo que hizo fue activarme y ponerme peor de lo que ya estaba.

— Tendría que haberlo adivinado, pero tuve que obligarme a marcharme.

— Tenía que volver a la recepción.

— Estábamos ahí de pie, y ella me besó. Patricio me llamó por el busca y tuve que irme, y entonces me di cuenta de lo que había hecho.

— La dejé allí sola, pensando lo peor. Y despues no supe mas de ella, hasta ayer.

Marcos — ¿Se lo contaste a alguno de los chicos?

Emmanuel — Lo que ocurrió hasta el viernes, si. A Luis, pero le dije que cerrara la boca, hasta decidir que hacer.

Marcos — ¡Guao! Entonces lo dejaste bien amordazado porque no ha soltado nada.

Emmanuel — Lo de ayer no lo sabe. Solo tú.

Marcos Estupefacto, pregunto. — ¿Qué piensas hacer?

Emmanuel casi sin aliento, dejó caer los brazos en un gesto de abandono.— Esperar, ella me pidio un tiempo para pensar bien las cosas y no equivocarnos.

Marcos — Muy inteligente de su parte.

Emmanuel — Lo que menos quiero es lastimarla compadre. No quiero eso.

Marcos — ¿Que quiere ella?

Emmanuel — Tirarse a fondo pero segura.

Marcos — ¿Que sientes por ella?

Emmanuel — Todavia no logro descifrarlo, pero quisiera tener la oportunidad de ducubrirlo con ella cerca. No lejos de mi.

Marcos — ¡Ay compadre! En este momento no se que decirte.

Emmanuel inclinó la cabeza hacia delante y esbozó una sonrisa melancólica.

Marcos — Y en este momento, que se te pasa por la cabeza.

Emmanuel — Saltarnos el ejercicio y pasar directamente al café.

Marcos — Estoy de acuerdo.— dijo entrando por la puerta lateral y dirigiéndose a la escalera. — Hay que avisarle a los chicos.

Cuando llegaron al tercer piso, vieron que Luis y Patricio salían del gym.— Emmanuel y Samantha se han armado una buena y estuvieron a punto de acostarse.

— ¿Quéeeee? exclamaron los chicos al unísono.

Emmanuel — Ahora no voy hablar. No he tomado café, y no puedo hablar de esto hasta que tome uno. Además, no pienso hacerlo si no hay panqueques de la Sra Greg.— Luego entro en el gym, la cámara de tortura, como lo veia en ese momento y se subió a la bicicleta elíptica.

— Panqueques. Se lo diré a la señora Greg.— se ofreció Luis saliendo disparado hacia la cocina.

— ¿Con Samantha? ¿Con Samantha Mariño?.— preguntó Patricio.

Marcos flexionó los brazos y fue directo a la máquina de musculación.— Eso fue lo que dije. Escuchaste bien.

Los cuatro se instalaron en la mesa rinconera de los desayunos. Al ver que Emmanuel ya tomaba su primera taza de café, Marcos alzó una mano.

— Deja que lo resuma yo, tú, estas grave todavía.

— Emmanuel está que se lo llevan sus demonios por Samantha, Pero quiere ir con cuidado porque no quiere lastimarla ni mucho menos herirla.

Emmanuel — Corta el rollo Marcos, saben perfectamente que ella le teme al rechazo y quiere ir con cuidado. Que culpa tiene de lo que yo estoy sintiendo. Tiene miedo y tengo que esperar.

Marcos — No he terminado compadre. El día de la recepción de los Fernández, Samantha lo toma por sorpresa «y le da un masaje en los hombres que lo pone a millon», le da un beso bestial y en ese momento suena el busca de Patricio.

— Así que era eso lo que te pasaba. Gracias, señora Greg.— Patricio le sonrió al ama de llaves y tomó un panqueque de la fuente que ella había dejado sobre la mesa.

— Anoche, tras esperar una semana entera, ella fue a su casa para poner las cosas claras y los dos terminaron rodando por el suelo, desnudos.

— Ni siquiera llegamos a eso. — puntualizó Emmanuel.

Sra. Greg — Eso es porque eres una buen chico y tienes un corazón de oro. Come un poco de fruta. Es fresca. El sexo resulta mejor comiendo sano.

— Sí, señora.— Emmanuel tomo un trozo de piña y se lo metio a boca.

— Lo que no entiendo de entrada es por qué no nos los contaste.— Luis cubrió de sirope sus panqueques. ¿Que pasa compadre?, debiste haber hablado.

Marcos — Si lo hubiera hecho, se habría puesto a fardar hasta morir y ser asesinado por uno de nosotros.

Patricio — No es cierto.

Luis — Antes de conocer a Samantha, yo creo que si lo hubiera hecho. Ahora no. La chica, asi como Carla, se ha ganado su puesto.

Marcos reflexionó sobre lo que acababa de oír.— Sí, tienes razón. Me habría comportado así, de no haber conocido a Carla.

—¿Qué tal lo llevas?.— quiso saber Patricio.

Emmanuel — Estoy a tope. Samantha se marcó una buena en la escalera trasera. Y luego, fue por el récord.

Asintiendo, Patricio siguió desayunando.

Emmanuel — Esa mujer besa como nadie.

Patricio se limitó a sonreír.— Y a ti te tiene comiendo el polvo por ella.

Emmanuel estalló en carcajadas. Porque sabia que Patricio tenia razón. — Eso esta claro compadre.

Samantha llego al instituto donde trabajaba su amiga Carla y la encontró en su consultorio revisando unos expedientes. Le toco la puerta que la tenía abierta.

Carla — Adelante.

Samantha — Hola amiga, como estas.

Carla se levantó con una sonrisa en la cara al ver a su amiga, porque no habia sabido de ella desde ese viernes que la vio. La abrazo y observo que su amiga, no estaba bien.

Carla — ¿Que te pasa Sami? ¿Que tienes?

Samantha — Sueño. Pase una noche horrible.

Carla — Porque, que paso.

Samantha — Ayer fui a ver a Emmanuel a su casa. Para hablar sobre lo que esta pasando entre nosotros y nos besamos como si hubieramos estado hambrientos uno del otro, pero al final no paso nada, porque recobre el sentido a tiempo.

Carla — Porque. ¿Que te detuvo?

Samantha — Mi miedo. ¡Soy una Cobarde! Amiga.

Carla — No. No lo eres, simplemente eres una mujer Enamorada. Mas nada y nadie tiene porque culparte por sentir lo que sientes.

— Porque se que te importa un pepino que la sociedad a veces sea la imagen perfecta de un basurero y asi la aceptas, y vives. Que eso es lo que importa.

Samantha — Entonces que me detiene.

Carla — El miedo. Y tienes razón, el amor da miedo. Tu misma me lo dijiste cuando conoci a Marcos. Sino no estarías enamorada.

Samantha le sonrio con tristeza a su amiga. — Y si él al final no siente lo mismo.

Carla — Tienes que arriesgarte para saberlo. No fue eso lo que me dijiste tu misma, hace unos meses atras.

Samantha — Cierto. Pero es difícil ponerlo en práctica uno mismo.

Carla le sonrio con melancolía, porque sabia lo que le pasaba a su amiga. — Lo se, creeme que lo sé. ¿Que dijo él?

Samantha — Nada, no le di tiempo. Me fui.

Carla — Sami porque hiciste eso.

Samantha — Porque sino salia de alli, no iba a seguir manteniendome firme en mi decisión.

Carla — Bueno. Tienes derecho a sentirte como te sientes.

Samantha — Mi unico consuelo es saber que el iba a pasar una noche fatal.

Carla — ¡SAMI!

Samantha le sonrio con tristeza a su amiga. — Vine porque quiero que me digas, que hago, porque estoy a punto de salir corriendo para su casa y hacerle el amor a ese hombre.

Carla — Lo que has hecho desde el principio. Escribele y ve que pasa.

Samantha — Amiga desde cuando te volviste tan sabia.

Carla — Desde que me junte contigo y nos hicimos amigas.

Samantha se levanto de un salto de la silla donde estaba y se acerco a su amiga para abrazarla. — Te quiero. Gracias.

Carla — Yo también te quiero amiga.

Samantha mas tranquila — Bueno me voy para no interrumpirte mas, porque veo que tienes trabajo. Hablamos despues. — Se despidio de Carla y se fue.