Sinopsis
Emilia Bernade fue forzada a casarse con el duque Mazheón, quien era descrito por todos como alguien cruel y de corazón frío, ella atemorizada por el futuro que le esperaba decidió acabar con su vida, no obstante alguien reencarnó en su cuerpo, sin saber absolutamente nada de su anterior vida, cargando consigo pequeños fragmentos de como había muerto. Esa nueva Emilia para no estar sola decidió aferrarse al duque a pesar de sus rechazos.
¿Se ganará su amor o su odio?
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Miedo
El cielo se nubló un poco, pronto empezaría a llover. La caza estaba marchando aparentemente bien, sin embargo un grito me alarmó al igual que a Ian, provenía más al fondo del bosque. Y de la nada un hombre saltó encima de Ian, no habíamos sentido su presencia, era un asesino. ¿Cómo era posible?
—Duquesa, corra. —Ian había recibido un corte en el hombro, y estaba en el suelo siendo superado por el enmascarado. Mi pecho estaba latiendo demasiado fuerte, incluso mis manos temblaban, temí morir así que corrí en mitad de los árboles. ¿Qué estaba ocurriendo?
Por la desesperación tropecé cayéndome al suelo, volví a levantarme pero me congelé al ver unos zapatos frente a mi, levanté la vista encontrándome con el príncipe heredero. Dejé escapar un suspiro, él sostenía una espada ensangrentada, por precaución me alejé dando varios pasos sin mirar atrás.
—¿Cuál es tu nombre?
—¿Por qué le interesa eso en un momento como este? —Apunté con el arco mientras me seguía temblando la mano.
—¿Qué? —Comenzó a reír, —Baja eso, puedes hacerte daño. ¿Has visto a Iruen?
Negué con la cabeza, él sonrió arreglándose el cabello un poco.
—Una pena, en estos momentos es un monstruo por completo.
Arrugué las cejas confusas, el príncipe heredero se dio la vuelta dejándome sola en ese sitio. Temí seguir corriendo sin rumbo y escalé un árbol para tener mejor visión. Después de unos minutos escuché unas pisadas acercándose, estaba oscureciendo y era difícil identificar a los hombres, sin embargo sabía que no era Iruen o Ian. Desde arriba apunté con el arco rezado para que se fueran rápidamente, sin embargo uno de ellos se agachó sosteniendo mis zapatos y levantó la cabeza sonriendo. Mierda, había sido una estúpida al escalar el árbol descalza.
—Oh, ¿qué haces allá arriba?
—Aléjense o disparo.
—Que miedo, —dijo el otro con sarcasmo. Me golpeé mentalmente por haber dejado los zapatos a la vista, uno intentó escalar pero disparé una flecha y él se molestó soltando una grosería.
—Esta perra, de todas maneras no tiene flechas infinitas.
—¿Tenemos que traerla viva? —Él otro preguntó.
—Sí, el señor hará luego lo que quiera con ella. El duque es difícil de matar, si tomamos a una rehén…
Disparé otra flecha pero él se movió rápidamente esquivándola, chasqueó la lengua y le ordenó al otro que derribara el árbol. Se acercó golpeando con la pierna el árbol, con el segundo golpe escuché como el árbol cedía ante él. Cerré los ojos con miedo, no quería morir, no otra vez, no quería volver a estar en esa oscuridad.
De repente escuché un golpe sordo, cuando abrí los ojos el bosque se encontraba en llamas y en medio de ese círculo de fuego se hallaba Iruen apuñalando con un cristal repetidas veces a uno de los hombres, el otro se acercó intentando golpearlo pero sufrió el mismo destino que el anterior. Sentí náuseas al ver la escena, mientras observaba todo desde arriba noté su mirada sin vida y una sensación escalofriante me invadió, estaba aterrada. Mis ojos se cerraron repentinamente y cuando los abrí me encontraba en la habitación del duque, me levanté con prisa.
—Tranquila, ya no hay ningún asesino cerca, me encargué… —Comprendí a lo que se refería, era en defensa propia, él me protegió; sin embargo ver eso me sorprendió bastante.
—¿Dónde está Ian? —Me sentí triste al recordar que lo dejé solo debido al miedo.
—Está bien, —dejé salir un suspiro de alivio. —¿Te encuentras bien? —Él intentó acercarse pero cuando notó mi mirada decidió permanecer en la silla.
—Sí…
Él luego dejó la habitación diciendo que me mandaría a Katelyn para acompañarme, cuando llegó Katelyn ella me abrazó llorando de preocupación. Yo por otra parte me sentía horrible mientras recordaba las escenas anteriores, y la noche entera no pude dormir bien por las pesadillas.
Al día siguiente no pude pararme de la cama, estaba ardiendo en fiebre, supongo que el shock fue demasiado.
—Estas caliente, —Iruen tocó mi frente con cuidado, aún seguía temeroso de acercarse a pesar de que le dije que si podía hacerlo. Él iba a irse pero sostuve su mano reteniéndolo.
—No te vayas, no quiero morir. —Susurré débilmente. Mis labios estaban secos, parecía alguien que estaba cerca de fallecer.
—Eso no sucederá, —le escuché decir mientras me quedaba dormida nuevamente.
Al día siguiente, me enteré gracias a Katelyn que el duque y él príncipe tuvieron una fuerte discusión, por el mismo asunto de los asesinos. El príncipe aseguraba que aquello era una emboscada organizada por el duque, para obtener el trono a través de la sangre. Eso me pareció tan absurdo.
Estuve en la tienda de Paulette durante todo el día, me centré en avanzar con el vestido de Julen. Por otro lado no pude ver al duque ese día, Katelyn dijo que estuvo ausente toda la mañana hasta la noche. Ian seguía recuperándose, lo visité por la tarde antes de irme a dormir. Por alguna razón mi fiebre seguía sin bajar, lo sentía peor por la noche porque no podía respirar bien.
La noche estuvo pesada, tuve varias pesadillas acompañadas de parálisis del sueño, mientras amanecía me senté en la cama mirando el amanecer. Nuevamente empecé la rutina, me vestí cómodamente y otro soldado me llevó en el carruaje, Ian tardaría varios días en recuperarse.
—¡Duquesa!, te estaba esperando —Paulette me arrastró a la habitación del personal, me sentó en una silla y arrastró otro asiento acomodándose frente a mi. —¿Es cierto que confeccionarás el vestido de la señorita Julen? —Asentí en respuesta y ella abrió los ojos de la sorpresa. —¿Estás segura de que puedes hacerlo?, ¿tienes el diseño contigo?, déjame ver.
Le pasé la libreta con el diseño y otras ideas en las qué pensé anteriormente. Cada vez que pasaba una página arqueaba las cejas con interés.
—Eres un genio, esto es espectacular, ¿Puedo copiar tus ideas? —Ella carcajeó, luego me entregó la libreta. —Lo último es una broma, primera lección de tu maestra; no dejes que nadie te robe tu esencia. Por cierto, ¿Qué tan rápido puedes coser?
—Depende de la prenda, pero el vestido de Julen lo tendré listo para mañana.
—Tus ideas son increíbles, así que confecciona dos vestidos para estas clientes, así conocerán tu trabajo y estoy segura que llamaras la atención.
La señora Paulette me pasó las medidas de las mujeres, después de eso empecé a trabajar, tanto en el vestido de Julen como en el patronaje de los otros vestidos. Con el dinero de esos trabajos compraría varias telas y de esa manera podría cambiar mi estilo.
En ningún momento el estuvo enamorado de Elena, solo le gustó
sigue sin gustarme el duque, por qué no aclara las cosas desde el principio y se hace la víctima
Debe salir conocer mejor donde está, seguir con sus negocios, aprender magia y combate cuerpo a cuerpo, entrenar físicamente.
Salir de ese matrimonio, que lo único que hace el duque es actuar de manera inmadura. ni el sabe que siente..
Cuando va dejar al duque, se deja envolver por él