Yaneli se casa enamorada a sus 16 años.
en el año de 1978 casarse a esa edad no era raro y más cuando las familias estaban de acuerdo.
Yaneli pensó que sería feliz, fue educada para hacer la esposa perfecta, pero nunca pensó que su infierno empezaría con ese matrimonio.
Antonio no era el hombre que esperaba y en el momento que lo encontró con otra mujer, no lo soporto, su orgullo, su dignidad, la hace abandonar a su esposo, su pueblo y renunciar a su familia.
ahora tiene que sobrevivir y darse a respetar ante una sociedad machista, de doble moral y sobre todo que juzga sin piedad.
te invito a conocer la vida de Yaneli, una joven que no está dispuesta a hacer el mueble de su esposo en una casa donde no tiene otra obligación que obedecer a su esposo.
¿ustedes creen que ella podrá ser feliz después de tener el estigma de una mujer separada?
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CAPÍTULO 06
Yaneli le dio las gracias a la mujer que le había ayudado y, después de eso, sale de la central camionera dispuesta a iniciar su vida, pero al estar afuera no supo a dónde ir y, a pesar de ser de noche, había mucho movimiento, carros pasando, gente caminando aprisa, puestos de comida.
Ella tragó saliva, no sabía a donde ir y ese subidón de adrenalina que en un momento la hizo seguir adelante estaba desapareciendo, pensando que eso no iba a ser fácil, ese miedo y la inseguridad se volvía hacer presente; por un momento se quedó mirando a todos lados sin saber a donde ir, tenía miedo de dar el primer paso, de equivocarse más de lo que ya lo había hecho.
Por un momento volteó a la central camionera, a la puerta por la que había salido. Tenía muchas dudas de a dónde tenía que ir, pero en ese momento, cuando más insegura estaba, escuchó la voz tranquila de la mujer que la ayudó cuando chocó con esa señora. — Señorita, parece desorientada y puedo ver que no es de la ciudad.
Permítame ayudarla…
Mi nombre es Sandra, trabajo aquí en la central camionera, me dedico a limpiar los pisos, las oficinas, los baños y usted, señorita, ¿cómo se llama?
Yaneli se le quedó mirando, la observo de pies a cabeza, era una mujer delgada, no muy alta como de 1.60, su cabello lo tenía sujetado, pero se podía ver que lo tenía largo; su piel era morena clara, podía ver que su vestido que era largo debajo de sus rodillas se miraba desgastado, maltratado, sus zapatos estaban rotos, en sus pies tenía unas medias gruesas y largas, pero se podía ver lo desgastada que estaban.
La parte de arriba del vestido era de manga larga, cerrado con un cuello redondo y de holán que ya tenía algunas roturas; la mujer estiro su mano y ella se la observó, podía ver que su mano tenía algunos cayos, su piel reseca, se podía ver que toda su vida había trabajado, pero a pesar de lo que veía su mirada no se miraba sincera.
Insegura, toma su mano y le dice. — Mi nombre es Yaneli, y no…
No soy de la ciudad, esta noche me quedaré en un hotel, estaba a punto de ir a buscar uno.
Sara la observó un poco y tranquila le dijo. — Discúlpame por lo que te voy a decir, pero creo que tú no estás aquí por gusto y creo que estás huyendo, traes pintado en tu rostro esa sensación de miedo.
Permíteme ayudarte, mira, mi casa no es grande, pero pienso que estás sin dinero. Puedes quedarte esta noche en mi casa, ya es noche y no está bien que una jovencita tan hermosa como tú esté sola.
Yaneli sintió extraña a la señora, hasta el agarre de sus manos fue fuerte y firme, se podía sentir que la mujer era imponente; era cierto que su mirada le decía que confiara y hasta su voz era noble y dulce, pero que la mujer la invitara a su casa así de la nada, que le hablara con tanta confianza fue lo que no le agrado.
Aunque nunca había salido del pueblo, Yaneli era una ávida lectora del periódico. Las noticias sobre las desapariciones en la central camionera la habían obsesionado. Todas las víctimas eran mujeres que viajaban solas, igual que ella lo estaba haciendo en ese momento.
La idea de desaparecer sin dejar rastro, de ser una más en esas estadísticas, la aterraba y esa mujer frente a ella no le causó confianza, algo no le gustaba.
No entendía muy bien lo que sentía y, sobre todo, esa desconfianza que le daba esa mujer; algo dentro de ella le decía que no debía seguirla, que algo no estaba bien. Insegura, suelta su mano y dice. — Muchas gracias por su apoyo, pero está equivocada, no estoy huyendo.
No quiero molestarla y no se preocupe, iré a un hotel, va a ser lo mejor, muchas gracias por el apoyo, por su ayuda.
A la mujer no le gustó nada lo que le contestó, se podía ver molesta y eso solo hizo que Yaneli se alterara. Terminó desconfiando más de ella, en ese momento empezó a ver a su alrededor, sentía que tenía que salir de ahí, alejarse antes de que algo malo le pasara.
Sin dudarlo, le dio las gracias y le dijo adiós. Se dio media vuelta para salir de ahí, en ese momento la mujer la tomó del brazo, al mismo tiempo que le decía. — Tú no te vas.
Tú estás sola en la ciudad y no tienes a nadie que te defienda o proteja, así que vas a venir conmigo por las buenas o por las malas.
Yaneli sintió un escalofrío que recorrió todo su cuerpo, pero no pensaba ir con ella, no iba a dejar que su vida tuviera un sufrimiento peor de lo que ya tenía; por las diferentes formas que pensó en escapar, su adrenalina subió y con eso su valor.
Frunció el ceño y con todas sus fuerzas empezó a gritar. — ¡Auxilio, ayuda, ayuda, Auxilio! Esta mujer quiere obligarme a ir con ella, alguien que me ayude, ¡policía, policía! ¡Háblenle a la policía! ¡Auxilio, ayuda! ¡Policía, policía!
Grito con todas sus fuerzas haciendo un escándalo, la mujer se alteró, trata de taparle la boca, al mismo tiempo le dice. — Será mejor que no sigas gritando, no te servirá de nada. Si la policía se acerca le diré que estas locas, mal de la cabeza, que no te presten atención y créeme cuando te digo, que me van a creer más a mí que a ti.
Tú solo eres una jovencita loca, que no hace caso y que merece unos golpes para que aprenda a obedecer.
Yaneli al escuchar cómo la amenazaba si sintió miedo, pero aun así no pensaba dejarse y tratando de sonar indiferente, le dice. — Esperemos que la policía llegue y veremos si la palabra de una simple mujer tiene más valor, que la esposa del hijo de la familia Bayori.
Sabes que ellos son los mayores productores de la miel de maguey en todo el país y aquí en el estado una de las familias más reconocidas; será mejor que me suelte y se retire, porque una vez que la policía llegue, usted señora se va a meter en muchos problemas.
Yaneli sentía que su corazón latía con mucha fuerza, realmente no deseaba que la policía llegara, por eso significaría hablarle a la familia, volver a ese infierno de vida y realmente no deseaba volver a lado de Antonio, eso no podía permitirlo; aunque en ese momento no le quedo más que usar el apellido de su familia, tampoco quería ser secuestrada por los tratantes de personas, prefería mil veces volver con Antonio que estar con gente peor de mala que él.
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