"En medio de una bulliciosa ciudad, donde el susurro de personas apresuradas y luces parpadeantes, el tiempo parecía desvanecerse para dos almas destinadas a encontrarse sin saberlo. Ella, una joven hermosa de mirada perdida, llevaba sobre sus hombros el peso de un pasado difícil. Él, un hombre inteligente, magnate de los negocios, caminaba por las calles escondiendo un dolor profundo teniendo la certeza de que su vida cambiaría de manera inesperada".
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Capitulo XIX Te crees muy valiente
"Hacen una bonita pareja", comento Marcos al papá de Sebastián quien acababa de llegar.
"Nunca había visto a Sebastián comportarse de esa manera, parece un adolescente enamorado", respondió Augusto sorprendido.
"Te dije que esa muchacha era la mejor opción, conocí a su madre y era una buena mujer.
"Pero ella fue criada por esa otra arpía, algo debio enseñarle", respondió Augusto no muy convencido.
"Le enseño el maltrato y la tortura", las palabras de Marcos dejaron en silencio a su hijo, Augusto no sabía de que hablaba su padre, pero cuando quiso preguntar Sebastián y Aurora volvieron a la mesa.
"¿Quieres algo de tomar?", pregunto Sebastián.
"Agua por favor", respondió Aurora acariciando el rostro de su esposo.
Sebastián llamo al mesonero para que les sirviera sus bebidas, mientras hablaba con el muchacho vio a lo lejos una figura familiar, después de dar una excusa se levantó de la mesa y fue en búsqueda de aquella mujer.
"¿Qué haces aquí?", pregunto Sebastián confundido.
"Mi familia fue invitada, o es que acaso olvidas que también pertenecemos a este círculo social", manifestó Daniela indignada.
"No pensé que mi abuelo los invitara", comento Sebastián mirando a lo lejos a su abuelo.
"Veo que al final hiciste lo que tú familia te ordeno", comento con saña la mal intencionada de Daniela.
"Eso no es así", respondió Sebastián, quería darle una explicación a su ex.
"No digas nada, tus gustos cambiaron drásticamente, ahora te gusta cambiar pañales", expreso Daniela mirando a Aurora.
"Deja de decir estupideces, tú no la conoces y por lo que alguna vez tuvimos, te pido que te marches", Sebastián no quería que Aurora pasara un mal momento.
"Si lo qué pretendes es proteger a tu niña, déjame decirte que es muy tarde", dijo Daniela señalando a Aurora que se estaba acercando.
"Miren nada más quien quiso acompañarnos, la responsable de la muerte de mi hijo", Daniela acuso a Aurora injustamente.
Muchos de los invitados voltearon a ver qué estaba pasando después de haber escuchado a Daniela lanzar una acusación tan grave.
"Señorita Casanova, ¿cómo se encuentra?", saludo Aurora con amabilidad.
"Tan sofisticada la mustia, a mí no me engañas con tu carita de niña buena", respondió Daniela al saludo de Aurora.
"Lo que piense de mí, es muy su problema, solo quería ver porque tardabas tanto, pero ya que sé la razón, me retiro", Aurora dio la vuelta para marcharse, solo que Daniela no se lo permitió.
"No creas que te irás tan fácilmente, tú destruiste mi vida, por tu culpa perdí al hombre que amo y por tu culpa perdí a mi hijo", Daniela grito estas cosas para que todos los presentes la escucharán, la música debo de sonar en ese instante, Marcos y Augusto se pusieron en pie para ir a ver qué pasaba.
"Estoy harta de que siempre me culpen por sus miserias, si tu vida está arruinada la única culpable eres tú, yo a ti ni te conozco, es la primera vez que te veo en mi vida, si el hombre que amas te dejo, bueno por algo sería, aunque viéndote en este estado es obvio por qué lo hizo y en cuanto a tu hijo, yo no te obligue a que te atiborraras de pastillas y por eso perdiste a tu hijo", Aurora saco un valor del cual no tenía idea que tenía, ya no dejaría que otros la lastimaran, ni la humillaban.
"¡Aurora!, ya basta", regresa a la mesa, yo llevaré a Daniela a su auto", ordeno Sebastián.
"Eres una estúpida, no te permito que hables así de mi, Sebastián me ama, solo está contigo por...", Sebastián no permitió que Daniela terminara sus palabras.
"Ya basta, Daniela camina, Aurora tenemos que hablar, ya vuelvo", dijo Sebastián muy molesto.
"Si te vas con ella no te preocupes por regresar, pues ya no me encontraras", Aurora se dio la vuelta y camino hasta donde estaba el abuelo Marcos.
"Sabía que eras la indicada para ser la nieta de la familia Santos", dijo el abuelo con orgullo.
"Siento haber arruinado su fiesta, creo que lo mejor es que me retire", respondió Aurora avergonzada.
"Claro que no te irás, ahora yo te protegeré y si mi nieto no te valora, entonces que se jxxx, ya se arrepentirá", respondió el abuelo llevando a su nueva nieta hasta la mesa.
"Lo hiciste muy bien querida niña, eres fuerte y nos darás herederos más fuertes", comento Augusto tomando de su copa.
La fiesta continuo como si nada y ningún invitado se atrevió a decir ni una sola palabra sobre lo ocurrido. Aurora apenas se estaba calmando por lo ocurrido cuando su padre se le acercó.
"Buenas noches, señor Santos una vez más felicitaciones por su cumpleaños", saludo Francisco amablemente.
"Francisco por favor siéntanse, usted es el papá de mi nueva nieta, así que ahora somos familia", respondió Marcos.
"Gracias, hola hija", Francisco intento besar la frente de su hija, pero Aurora lo rechazo apartando la mirada.
Apenado el hombre se sentó como si nada hubiera pasado.
"Te parecías mucho a tu madre cuando te defendiste de esa mujer", comento Francisco buscando conversación con Aurora.
"Era mi madre, algo de ella debo tener", aclaro Aurora indiferente.
"Abuelo si me disculpa iré al sanitario", Aurora se levantó dejando a su papá con la palabra en la boca, en realidad la joven necesitaba un respiro, había sufrido muchas emociones en una sola noche y sentía que no podía con tanto, por eso quiso ir a echarse un poquito de agua en la cara.
Al entrar al baño vio una escena muy desagradable, ahí estaba Camila con el tal Edmundo, esos dos estaban teniendo intimidad en el baño, fue una escena bastante asquerosa, con el estómago revuelto salió al jardín para tomar aire fresco y poder tranquilizarse un poco. Con lo que no contaba era con que Lucrecia la seguiría.
"Ahora te crees valiente, solo por llevar el apellido Santos", la voz de Lucrecia salió de la nada asustando a Aurora.
Aún no estaba preparada para enfrentarse a su mayor miedo, y este era Lucrecia de Ledezma.
"Permiso", dijo Aurora tratando de volver al salón.
"Espérate mocosa atrevida, ya verás lo valiente que eres", dijo Lucrecia colocándose un anillo.
Aurora tembló de miedo al ver aquel anillo con el que Lucrecia la quemaba sin piedad. La mujer se acercó a la joven levantando la mano para golpearla, cerrando los ojos Aurora espero el golpe que nunca llegó, sin atreverse a abrirlos se quedó paralizada.