Oliver es un joven aventurero que quiere recuperar el alma de su hermana mayor, pero el mundo le recarcará lo difícil que será su deseo para alguien como él. ¿Podrá cumplir con su cometido? Acompáñalo junto a su grupo de compañeros: Evelyn, Richard, Ginna y Victoria, quienes a pesar de tener distintos motivos, comparten un mismo destino, el continente oscuro. Para ello, deberán unirse a la Unión de Asalto antes de su excursión hacia el continente oscuro.
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recado
El sol de la mañana iluminaba suavemente la sala principal de la casa de Victoria y Richard, proyectando cálidos destellos que reavivaban los colores de la estancia. Las ventanas abiertas permitían entrar una brisa fresca y ligera que hacía bailar las cortinas de encaje como si estuvieran vivas. En el corazón de la sala, una mesa de madera robusta era el centro de atención, rodeada por Ginna, Oliver, Richard, Victoria y Evelyn, quienes conversaban con alegre entusiasmo.
—Es un alivio que los problemas finalmente se hayan detenido, comentó Richard, recostándose en su silla con una sonrisa que reflejaba un profundo alivio. Podríamos incluso escuchar un suspiro de alivio en su voz—. Podremos regresar a nuestras misiones en el gremio con normalidad.
Ginna asintió, aunque su mirada reflejaba una mezcla de preocupación y esperanza. —Sí, pero aún no se resuelve el tema de la licencia de Oliver, dijo, sus palabras revelando una preocupación latente.
Victoria respiró hondo y soltó un suspiro, su expresión era serena. —Tienes razón, pero con el problema de Luna resuelto, lo demás puede hacerse más rápido, ¿no te parece, Oliver?, inquirió, buscando en Oliver un suspiro de acuerdo.
Sin embargo, antes de que Oliver pudiera responder, la puerta se abrió de golpe y un joven aventurero del gremio entró con paso fuerte. Se detuvo frente a ellos y, con un gesto de respeto, se inclinó ligeramente. —Buenos días. Tengo un mensaje para Ginna y Oliver, anunció con voz clara y segura.
El aventurero les entregó un sobre sellado con el emblema del gremio, y Ginna lo tomó con manos inquietas, abriéndolo con cuidado. Su corazón latía más rápido mientras sus ojos recorrían las palabras. —Ginna y Oliver, leyó en voz alta, pero su tono revelaba una mezcla de sorpresa y aceptación—, se les asigna una misión de exploración como compensación por las faltas cometidas. Deberán unirse a otros aventureros para esta tarea.
Richard sonrió ampliamente, sus ojos brillaban con un entusiasmo contagioso mientras le daba una palmada en la espalda a Oliver. —Con esto se confirma que estás de regreso en el gremio, Oliver.
Oliver respondió con una sonrisa serena, sintiendo un cálido alivio al ser aceptado nuevamente. Al contrario, Ginna frunció ligeramente el ceño, cruzando los brazos en un gesto de ligera frustración. Dejó escapar un suspiro de resignación al observar la petición. —¿Por qué me toca a mí?, pensó, sabiendo que las misiones de exploración suelen ser tediosas.
—Te lo compensaré después de la misión. ¿Qué te parece un vasito de fresa?, sugirió Oliver con una sonrisa conciliadora, ofreciéndole la mano para ayudarle a levantarse.
Ginna esbozó un pequeño cambio de actitud ante la oferta. Toma la mano de Oliver y, con un tono más animado, respondió: —En ese caso, que sean dos.
Al término de la reunión, Oliver y Ginna se dirigieron al bullicioso mercado, cuyas calles sinuosas estaban llenas de vida y color. Los vendedores gritaban sus ofertas mientras los clientes negociaban con pasión.
—Necesitamos provisiones, pociones y algunos equipos, dijo Ginna, con una lista en la mano que consultaba con atención. —Vamos a estar bien preparados; ahora el desafío es elegir alimentos que puedan durar lo suficiente.
Oliver asintió con determinación, seleccionando cuidadosamente los mejores productos.
Con las mochilas llenas y pesadas con los suministros, caminaron a casa para guardarlos y retomar camino hacia el punto de encuentro. Allí, los otros aventureros ya estaban congregados, rodeados de un aire vibrante de expectación y camaradería mientras compartían ideas y discutían los últimos detalles de la misión.
—Nos reuniremos en la gran puerta del lado este antes del amanecer, explicó uno de los aventureros con voz firme, pero con un leve destello de emoción en sus ojos.
—Como es una mazmorra ya explorada, los enemigos y todos los recursos están escasos. Solo es una misión de exploración para revisar que no se haya quedado nada. Es una mazmorra grande por lo que tardaríamos varios días en explorarla por completo. ¿Están listos para eso?, expresó entre quejumbroso y resignado mientras tomaba un gran sorbo de cerveza, sus ojos buscando aprobación o compañerismo en los demás.
Todos asintieron, comprendiendo lo aburrido de la misión, suspirando con resignación. Después de ultimar los detalles, se despidieron para descansar y estar preparados para el día siguiente, intercambiando miradas de complicidad y expectativa.
Oliver aprovechó la ocasión para visitar el orfanato y saludar a los pequeños. El lugar, aunque modesto, estaba envuelto en un silencio desolador, como si el tiempo se hubiera detenido. Al ser un poco tarde, ya los pequeños estaban adentro, pero al verlo, algunos lo saludaron a través de las ventanas agitando sus brazos con entusiasmo infantil, rompiendo momentáneamente la tranquilidad.
Oliver también respondió a sus saludos, agitando más fuerte sus brazos en un juego silencioso que reflejaba la alegría inocente del momento, casi parecía una competencia de quién lo agitara más fuerte, provocando risas tímidas detrás de los cristales.
Mientras saludaba, Elizabeth, la cuidadora del orfanato, se acercó con una sonrisa cálida y lo invitó a sentarse a su lado. —Es bueno verte, Oliver. Los niños te han extrañado mucho, dijo con una mezcla de ternura y preocupación—. Aunque muchos rumores se estuvieron extendiendo, los pequeños no les prestaron atención y solo respondieron que eran mentiras.
—Son unos pequeños realmente cautivadores, ¿no te parece?, comentó Oliver, mientras miraba al cielo estrellado y luego dirigía su mirada hacia Elizabeth.
—Sí, supongo que sí, respondió Elizabeth con una sonrisa melancólica—. Les has dado esperanza. Cuando tu hermana estaba en el gremio, recibíamos donaciones tanto del gremio como de ella. Pero cuando dejó de ser parte del gremio, las donaciones del gremio cesaron. Sin embargo, tu hermana continuó ayudándonos por su cuenta.
Elizabeth hizo una pausa, recordando esos tiempos.
—Nos sentíamos muy agradecidos, aunque ella ya no trabajaba para el gremio, seguía ayudándonos. Después del ataque que sufrió, tuvimos que enfrentar tiempos muy difíciles. No importaba cuántos trabajos tomara, nunca era suficiente para igualar el salario de un aventurero. Era difícil cuidar a tantos niños, especialmente sabiendo que muchos perdieron a sus padres, también aventureros, quedándose huérfanos.
Oliver suspiró suavemente, apenas esbozando una sonrisa.
—Mi hermana siempre fue excepcional, dijo con voz suave, llena de admiración y cariño.
—Sí, realmente lo es. Pero tú también has hecho mucho. En nuestro momento más crítico, apareciste para continuar con las donaciones. Gracias a ti, pudimos recibir a muchos más niños, Elizabeth lo miró con gratitud en los ojos—. Me sentía mal por ti, porque no eras considerado un aventurero prodigio. El gremio no te apoyaba y tenías un rango bajo, pero aun así lograbas recaudar el dinero para ayudarnos los fines de semana.
Después de los disturbios que resonaban en torno a ti, pude verte pasar una noche con tan solo una manta, antes de que fueras arrestado. Quise llamarte, pero pensé que podría causar problemas. Al siguiente día, me enteré de que estabas arrestado. Temía que quizá no volveríamos a verte. Elizabeth suspiró profundamente, el frío viento acariciando sus manos mientras sus pensamientos la embargaban.
—Tú también les has tomado cariño, ¿no es así?, preguntó Elizabeth con suavidad, tomando la mano de Oliver con cuidado, tratando de transmitir su apoyo.
—¿Y cómo no? Sus sonrisas son genuinas. respondió Oliver, su voz llena de nostalgia—. En un mundo tan desgastado, ellos parecen ser una luz al final del corredor.
—Los niños deberían ser niños, dedicarse a estudiar y disfrutar de su infancia, no deberían preocuparse por tener que empuñar una espada mañana, ¿no crees?, añadió, observando a Elizabeth con una sonrisa melancólica.
Elizabeth, algo sorprendida por las palabras de Oliver, titubeó antes de responder. —¿Pero eso no es lo que...?, Intentó decir, pero Oliver la interrumpió antes de que pudiera terminar la frase.
—Mañana iré a una mazmorra, anunció Oliver—. Es una misión algo aburrida, pero podría tardar más de lo esperado. Aquí está lo de esta semana, por si no regreso hasta el final de semana.
La preocupación se reflejó claramente en el rostro de Elizabeth mientras asentía. —Cuídate, Oliver.
Tras despedirse de Elizabeth, Oliver fue a comprar comida para llevar a casa. Sabía que Luna lo estaría esperando, y quería asegurarse de que tuvieran una buena cena antes de su misión.
Al llegar a casa, encontró a Luna aguardándolo con una cálida sonrisa. —¡Bienvenido de nuevo, Oliver! ¿Cómo fue tu día?
Oliver sonrió y le mostró la comida, —Algo aburrido, tengo una misión mañana, pero por ahora, vamos a comer.
Aquí un dibujito especial del cap 20 🎉