Sinopsis
Enzo, el hijo menor del Diablo, vive en la Tierra bajo la identidad de Michaelis, una joven aparentemente común, pero con un oscuro secreto. A medida que crece, descubre que su destino está entrelazado con el Inframundo, un reino que clama por su regreso. Sin embargo, su camino no será fácil, ya que el poder que se le ha otorgado exige sacrificios inimaginables. En medio de su lucha interna, se cruza con un joven humano que cambiará su vida para siempre, desatando un romance imposible y no correspondido. Mientras los reinos se desmoronan, Enzo deberá decidir entre el poder absoluto o el amor que nunca será suyo.
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Capítulo 19: El Umbral de la Verdad
La mañana siguiente llegó con un aire de expectación palpable en el hogar de Michaelis. Con las tres gemas ahora en su posesión, un nuevo sentido de urgencia invadió a los tres amigos. Sabían que no podían descansar; el tiempo se deslizaba entre sus dedos como arena, y el Inframundo no esperaría.
“¿Dónde deberíamos ir ahora?” preguntó Adrian, frunciendo el ceño mientras miraba las gemas sobre la mesa. “¿Hay algún lugar específico donde podamos aprender más sobre su poder?”
“Es posible que debamos regresar a la cueva,” sugirió Kai, tocando la gema azul que había recogido. “La energía que sentí allí era intensa. Quizás las gemas tengan una conexión con ese lugar.”
Michaelis asintió, recordando la vibrante luz que había emanado en la cueva. “Tienes razón. Podría haber algo más que no hemos descubierto.”
Decididos, se prepararon para el viaje de regreso al bosque. Al salir, el ambiente se sentía diferente, como si la naturaleza misma supiera que algo significativo estaba a punto de suceder. Sin embargo, una inquietud también lo impregnaba; el eco de la sombra derrotada aún resonaba en su mente.
El trayecto fue silencioso, cada uno sumido en sus pensamientos. Michaelis reflexionaba sobre su identidad, el legado que había heredado, y cómo todo se entrelazaba con las gemas. Era un hijo del Diablo, y esa revelación lo llenaba de temor y determinación al mismo tiempo.
Cuando finalmente llegaron a la cueva, la luz del sol se filtraba a través de las rendijas en las rocas, creando un juego de sombras y luces que danzaban en las paredes. La cueva parecía cobrar vida, y un escalofrío recorrió la espalda de Michaelis al recordar su encuentro anterior con la sombra.
“Debemos estar atentos,” dijo Michaelis, su voz resonando en la cueva. “Nunca sabemos qué puede estar esperando dentro.”
Adrian asintió, apretando la gema que había encontrado. “Si la cueva tiene algún poder, es mejor que lo descubramos ahora.”
Con cautela, se adentraron en la cueva. A medida que avanzaban, la temperatura bajaba, y el aire se volvía más denso, casi palpable. De repente, una luz brillante comenzó a emanar de la gema que Michaelis sostenía.
“¿Qué está pasando?” preguntó Kai, observando cómo la luz danzaba en las paredes de la cueva.
“Creo que… está respondiendo a algo,” dijo Michaelis, acercándose a una pared cubierta de extraños símbolos. “Estos símbolos… los he visto en mis sueños.”
Mientras examinaban los grabados, una oleada de energía recorrió la cueva, y los símbolos comenzaron a brillar. El eco de sus voces reverberó, y una figura etérea apareció ante ellos, manifestándose de entre las sombras.
“¿Quiénes son ustedes que se atreven a entrar en este lugar sagrado?” preguntó la figura, su voz como un susurro en el viento.
“Somos buscadores de la verdad,” respondió Michaelis, sintiendo una mezcla de temor y asombro. “Hemos venido en busca de respuestas sobre las gemas y nuestro destino.”
La figura se inclinó levemente, como si evaluara su sinceridad. “Las gemas son poderosas, pero también son peligrosas. Deben ser manejadas con cuidado, pues cada una contiene un fragmento de la esencia del Inframundo.”
“¿Cómo podemos controlarlas?” preguntó Adrian, dando un paso adelante. “No queremos que caigan en manos equivocadas.”
“Para controlar su poder, deben entender su origen. Cada gema representa un aspecto de la dualidad del Inframundo: luz, sombra, y el equilibrio entre ambos. Deben unirse y aprender a utilizar su energía, pero primero, deben enfrentar sus propios miedos.”
“¿Miedos?” repitió Kai, confundido. “¿Qué miedos?”
“Cada uno de ustedes tiene una sombra que enfrentar,” respondió la figura. “Las gemas amplificarán sus temores. Si no están listos, podrían perderse en la oscuridad.”
Michaelis sintió un escalofrío al oír esto. “¿Cómo podemos prepararnos?”
“Cada uno de ustedes deberá entrar en el corazón de la cueva,” explicó la figura, señalando hacia una entrada oscura al fondo. “Allí enfrentarán su sombra. Solo si superan sus pruebas podrán regresar y dominar el poder de las gemas.”
“¿Y si fallamos?” preguntó Adrian, su voz temblando ligeramente.
“Entonces, perderán su camino, y el Inframundo podría reclamar sus almas,” dijo la figura con seriedad. “La elección es suya.”
Un silencio tenso llenó la cueva. Michaelis miró a sus amigos, buscando alguna señal de duda, pero no encontraron ninguna. Habían llegado tan lejos y habían enfrentado tanto juntos.
“Lo haremos,” dijo Michaelis con determinación, sintiendo que era el momento de enfrentar su verdadero ser. “No podemos dejar que nuestros miedos nos controlen.”
Adrian y Kai asintieron, sus miradas decididas. “Estamos contigo, Michaelis,” dijo Adrian. “No importa lo que tengamos que enfrentar.”
“Entonces, adelante,” dijo la figura, señalando la entrada oscura. “Las pruebas les esperan.”
Con el corazón latiendo con fuerza, se adentraron en la oscuridad. El aire se volvió frío y pesado, como si el tiempo mismo se detuviera. Las paredes de la cueva parecían cerrarse a su alrededor, y el eco de sus pasos resonaba, llevándolos a un abismo de incertidumbre.
Al final del pasillo, se encontraron en una cámara amplia, iluminada solo por un brillo tenue que emanaba de las gemas. Sin embargo, las sombras parecían alargarse, extendiéndose hacia ellos como garras que buscaban atraparlos.
“¿Qué es esto?” preguntó Kai, mirando a su alrededor. “No me gusta.”
“Prepárense,” dijo Michaelis, sintiendo cómo su gemas comenzaba a vibrar. “Esto es lo que debemos enfrentar.”
En ese instante, la oscuridad cobró vida. Figuras sombrías emergieron de las paredes, tomando formas distorsionadas que reflejaban sus miedos más profundos. Michaelis vio la sombra de su verdadero yo: Enzo, el hijo del Diablo, mirándolo con una sonrisa burlona.
“¡Eres un fraude!” la sombra de Enzo le gritó. “Nunca serás suficiente. ¡Tu destino es la oscuridad!”
“¡Cállate!” gritó Michaelis, apretando los puños. “No eres más que una ilusión. No me controlarás.”
La figura se rió, acercándose más. “Eres débil, un niño perdido en un mundo que no te acepta. ¿Crees que tus amigos te ayudarán? Ellos también tienen sus sombras que enfrentar.”
De repente, las figuras oscuras comenzaron a rodear a Kai y Adrian, reflejando sus propios miedos. Kai vio su miedo a la traición, a perder a sus amigos y a ser abandonado. Adrian se enfrentó a la imagen de sí mismo como un ser insignificante, incapaz de amar o ser amado.
“¡No!” gritaron al unísono. “¡No dejaremos que esto nos consuma!”
“¡Juntos!” dijo Michaelis, extendiendo la mano hacia sus amigos. “Debemos unir nuestras fuerzas.”
Las gemas brillaron intensamente, y la luz comenzó a empujar las sombras hacia atrás. Michaelis sintió la energía de sus amigos fluir hacia él, dándole el poder que necesitaba para confrontar su propia sombra.
“Eres una parte de mí, pero no te dejaré controlarme,” dijo con firmeza. “Acepto mi verdadero yo, Enzo, el hijo del Diablo. No seré un prisionero de mi destino.”
La figura de Enzo retrocedió, su risa se transformó en un grito desgarrador mientras la luz de las gemas lo envolvía. Las sombras comenzaron a desvanecerse, desapareciendo en la brillantez de su unidad.
“¡Esto es solo el comienzo!” gritó la sombra de Enzo antes de desvanecerse en el aire. “Siempre estaré aquí.”
El resplandor de las gemas iluminó la cámara, y con ello, las sombras se desvanecieron por completo. Michaelis, Adrian y Kai se encontraron de nuevo juntos, respirando pesadamente, pero sintiendo una nueva energía.
“Lo hicimos,” dijo Kai, sorprendido. “Superamos nuestras sombras.”
“Pero esto no es el final,” recordó Michaelis, sosteniendo las gemas con fuerza. “Esto es solo el comienzo de nuestro verdadero viaje. Si vamos a salvar el Inframundo, debemos estar preparados para enfrentar lo que venga.”
Con esa determinación, abandonaron la cámara, sintiendo que un nuevo poder los acompañaba. Habían enfrentado sus miedos y habían salido más fuertes, pero sabían que aún quedaban pruebas por delante. El Inframundo los necesitaba, y estaban listos para afrontar su destino juntos.