Fin A Nuestro Matrimonio

Aunque la orden de restricción había proporcionado un alivio temporal, la paz en la vida de Valeria y Lucas fue efímera. Elena, determinada a no rendirse, encontró nuevas y más insidiosas maneras de intensificar su amenaza. La obsesión de Elena con Lucas y el deseo de arruinar su relación con Valeria la llevaron a cruzar límites peligrosos.

Una mañana, Valeria salió a revisar el buzón de su casa y encontró una carta anónima. El sobre no tenía remitente, pero el contenido era perturbador: fotos de su familia, algunas tomadas desde una distancia cercana, acompañadas de mensajes amenazantes.

—Lucas, mira esto —dijo Valeria, mostrando las fotos con manos temblorosas—. ¿Cómo pudo Elena obtener estas fotos? ¡Esto se está saliendo de control!

Lucas, alarmado, tomó las fotos y las examinó detenidamente. —Esto es más serio de lo que pensaba. Necesitamos ir a la policía de nuevo. No podemos permitir que esto continúe.

Sin perder tiempo, Valeria y Lucas llevaron las fotos a la comisaría y se reunieron con el oficial a cargo de su caso. La policía tomó la situación con la seriedad que merecía y decidió aumentar la vigilancia alrededor de su casa y lugar de trabajo.

Pero Elena no se detenía ante nada. Sabía que cada paso que daba la acercaba más a su objetivo: destruir la vida de Lucas y Valeria. Empezó a hackear sus cuentas de correo electrónico y redes sociales, publicando mensajes falsos y comprometedoras en nombre de Valeria para sembrar la discordia.

Una noche, mientras Valeria revisaba su correo electrónico, notó una serie de mensajes enviados desde su cuenta que ella no había escrito.

—Lucas, alguien ha accedido a mi correo electrónico —dijo Valeria, preocupada—. Hay mensajes aquí que no he enviado.

Lucas revisó los mensajes y se dio cuenta de la gravedad de la situación. —Tenemos que cambiar todas nuestras contraseñas y reportar esto también. Elena está cruzando todos los límites.

La tensión en el hogar de Valeria y Lucas aumentaba día a día. No solo estaban preocupados por su seguridad, sino que también sentían el peso de vivir bajo constante vigilancia y amenaza. Decidieron instalar cámaras de seguridad adicionales y tomar todas las precauciones posibles para protegerse.

Pero Elena tenía un último truco bajo la manga. En su desesperación, decidió atacar a Valeria directamente en su lugar de trabajo. Una tarde, Valeria estaba en su oficina cuando recibió una llamada anónima. La voz al otro lado de la línea era inconfundible.

—¿Disfrutando de tu vida tranquila, Valeria? —dijo Elena con una frialdad escalofriante—. No pienses que puedes deshacerte de mí tan fácilmente.

Valeria, sintiendo una mezcla de ira y miedo, respondió con firmeza. —Elena, esto tiene que parar. Ya hemos involucrado a la policía. No puedes seguir haciendo esto.

—Oh, Valeria —respondió Elena, con una risa amarga—. No sabes de lo que soy capaz. Solo espera y verás.

Valeria colgó, su corazón latiendo con fuerza. Sabía que esta amenaza era diferente, más directa y peligrosa que las anteriores. Inmediatamente llamó a Lucas y a la policía para informarles sobre la llamada.

La policía decidió intensificar su vigilancia y comenzó una investigación más exhaustiva para rastrear los movimientos de Elena. Con la ayuda de expertos en ciberseguridad, lograron identificar las ubicaciones desde donde se habían enviado los correos electrónicos falsos y, finalmente, rastrear a Elena.

Una noche, la policía llegó a la casa de Valeria y Lucas con una noticia importante.

—Hemos localizado a Elena —dijo el oficial—. Está detenida y será procesada por acoso, amenazas y violación de la orden de restricción.

Valeria y Lucas sintieron una oleada de alivio al escuchar estas palabras. La pesadilla que habían estado viviendo finalmente parecía llegar a su fin. Aunque sabían que el camino hacia la recuperación total aún sería largo, la detención de Elena marcó el comienzo de un nuevo capítulo de paz y esperanza para ellos.