Me Forzaron A Casarme Con El Millonario Enfermizo

Scott niega con la cabeza y luego camina hacia la canasta de basura y vota aquel paño con sangre

—¿Que te está pasando Scott?, ¡¡Hablame!!— exige Miguel, al ver que su amigo no piensa decirle nada

—sabes perfectamente que no me digas dar explicaciones de mi vida privada Miguel, ahora a lo que has venido, ¿Como vez a la chica?.

Miguel cierra y abre los ojos, trata de aguantar la rabia, ya que Scott acostumbra ser así, de cortante.

—asustada Scott, ¿Como más va a estar?— responde sarcástico Miguel y Scott lo voltea a mirar y se acerca a su amigo con pasos firmes y si mirada fija en él

—¿Como me estás hablando?— pregunta arrogante Scott

—estoy enojado, deseo saber ¿que te sucede?, Pero no hablas siempre eres asi, no todo el tiempo podrás llevar tus cargas solo— habla sin miedo Miguel

—mi cruz la cargo yo solo, ahora te comportas como tal, y no quiero volver a escucharte hablarme así Miguel, ¿esa niña tiene lo suficiente?— Scott seda la vuelta y camina hacia el sillón de cuero color marrón

—si!— suspira Miguel, y no tiene de otra que bajar la guardia y sentarse al frente de su amigo —incluso pregunto por ti, al principio pensó que yo era el esposo, y luego de aclara la situación me dijo que cuando ibas a ir, así que le dije que no podía responderle eso.

Scott Hamilton mira su celular móvil y luego dice.

—necesito que vayas a Finanzas Hamilton— ordena Scott

—¿y que quieres que haga?

—necesito que saques la contabilidad de esta semana

—¿debe ser hoy?— pregunta Miguel, ya que está cansado y pensó que quizás ya podía descansar un poco

—hoy!— se coloca de pie Scott —por cierto, la próxima vez que quieras decirle a alguien de mi vida, asegúrate que esa persona no tenga la lengua tan larga

Miguel pasa saliva

—lo siento amigo, solo me preocupas, tu no hablas no dices nada y yo te quiero como un hermano

Scott se detiene y dándole la espalda a Miguel le dice

—por esa razón no hablo.

Scott se marcha, sale del penthouse.

Estando en su Ferrari, Scott saca una cajita de pastillas y se toma dos se ellas sin agua, luego se mira en el retrovisor de su auto y con gran furia da unos puños al volante, él se siente abrumado

—¡Maldita sea mi vida!, ¡¡Maldita enfermedad de mierda!!— Scott se lleva las manos a la cabeza y luego maneja sin rumbo hasta que cae la noche, aún que su guardespaldas lo siguieron a distancia, ya que Hamilton, un hombre tan millonario no puede estar sin escoltas, pues ya a tenido atentados te robo y secuestro pero han fallado.

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—capuchino tengo hambre, él señor dijo que yo podía hacer lo que quisiera, y ya no puedo aguantar más, de paso no tengo tu alimento capuchino, aún que solo queda para que comas esta noche, no te dejaré aguantar hombre amiguito.

Te voy a sacar de la jaula, pero porfavor capuchino no te vayas lejos, debes estar solo aquí y no hagas daños porfavor.

Nicol con mucho cuidado saca al Hamster y luego ella mira la cocina y suspira, al abrir la despensa está totalmente llena, tiene de todo y jamás ella había visto tantos alimentos en su vida.

Ella jamás había comido salmón, por lo que se dispone hacerlo con verduras, por qué eso sí a Nicol le gustaa comer sano.

Más sin embargo, ella no puede estar tranquila, aún ese miedo la invade.

Cuando por fin estuvo la cena lista, ella lleva todo a la mesa y capuchino a su lado,

Nicol se pone de pie, su rostro pálido y corazón acelerado al escuchar un auto.

—llego alguien capuchino, ven.— dijo ella y agarra a su Hamster y lo guarda en la jaula, pero lo esconde detrás del mesón de la cocina —no vayas hacer ruido porfavor

Nicol pasa saliva y espera, cuando ella ve que la puerta se abre, inmediatamente ella baja su mirada, solo se limita a ver el sueño de madera, su corazón está acelerado

La puerta se cierra fuertemente y ella cerró los ojos, pero luego los abrió al ya no escuchar más pasos y sube su mirada lentamente, ella puede ver los zapatos tan pulidos del hombre, su traje empresarial perfecto y nuevecito, su corbata una perfecta combinación y que decir de su perfume, ella traga grueso y luego la barba del hombre tan perfilada y sus labios ni tan gruesos no tan delgados, definitivamente son perfectos y su nariz, ella de manera inconsciente, su boca queda media abierta de la impresión al ver a ese hombre y luego al subir bien su mirada abre los ojos par en par al ver si color de ojos color miel intensos con destellos dorados

Ella no es capaz de decir nada, siente las palabras atascadas, pero más Scott Hamilton que ahora sí la puede ver tal cual es y lo primero que hace preguntarle

—¿Tú cabello es natural?

Ella siente que el corazón se le va a salir y solo asiente con la cabeza

—jamas debes pintarlo o cortar, así debes tenerlo para siempre— Scott todas las mujeres que a conocido a sido peloteñidas

El da unos pasos más hacia Nicol y queda frente a frente por lo que puede escuchar la intensa respiración de la chica, ella vuelve a tragar grueso

—¿Comerás sola?— pregunta él y ella recuerda lo que le dijo Miguel, siempre debe hacer de más.

—no señor, si desea sentarse y comer junto a mi, le puedo servir de inmediato— dijo ella sumamente nerviosa aún ignotizada por aquel hombre que es su esposo, pues ella jamás en su vida había visto un hombre tan guapo.

—si yo llego a la hora de comer, debes servir sin preguntar— dijo él muy serio sin dejarla de mirar

Ella muy asustada da una media vuelta para caminar a la cocina pero se tropieza para caer, pero Scott la toma entre sus brazos