Lo que empezó como una noche de copas y diversión termina por unir los destinos de dos personas con vidas completamente opuestas.
Marcos Ashford es un hombre frió, arrogante y calculador, acostumbrado a tener todo a sus pies.
Miranda Gonzales es una chica amable y extrovertida que no tiene miedo a divertirse.
¿Podrán ambos sobrellevar las adversidades y abrirse paso al amor?
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Confesiones
—¿Qué pretendes lograr quedándonos aquí? ¿Qué nos descubran mis padres?
—No, tan solo quería ganar algo de tiempo— Hubiese preferido que mis padres nos dieran cualquier habitación de la casa para pasar la noche pero no, tuvieron que ofrecernos mi antigua habitación.
—¿Tiempo para qué?— Ya sabía a lo que se estaba refiriendo pero por alguna razón yo quería demorar el tiempo lo más que pudiera.
—Para que me expliques quién demonios eres realmente— Me acerqué a él y retiré de sus manos la foto que estaba sosteniendo. —¿Quién eres Miranda? ¿Quiénes son tu familia?
—Te lo contaré. Pero por favor, ya deja de tomar mis cosas— Levantó las manos en señal de rendimiento mientras tomaba asiento en la cama.
Ni siquiera se por donde empezar, no es como que pueda decirle, que mi familia tiene dinero y no espere un bombardeo de preguntas de su parte.
—Bien, estoy esperando.
—Es claro que mi familia tiene dinero, bastante debería decir. Mi padre es uno de los más grandes magnates petroleros del mundo— Su postura relajada se volvió algo tensa de repente, como si empezará a analizar cada una de las palabras que salían de mi boca.
—¡Me estás diciendo que tu padre es Federico Gonzales Bolter!
—Si.
—¿Por qué no lo dijiste antes?
—No creo que sea conveniente ir por ahí diciendo que soy hija de uno de los hombres más influyentes e importantes a nivel mundial.
—Claro, en eso tienes razón, pero...Hay algo que no entiendo— Ya estaba en este punto sin retorno con él, cualquier cosa que me pregunte estoy dispuesta a contestar. —¿Por qué elegiste trabajar como mi secretaria cuando muy bien podrías estar llevando una vida como ninguna otra? ¿Por qué ocultar quien eras realmente?
—El dinero de mis padres es de mis padres. No quiero vivir de su dinero— Mucho menos cuando eso implicaría vivir bajo sus reglas. —Tu más que nadie deberías entenderlo, diriges tu propia empresa, aún cuando eres un heredero— Nadie tomaría en serio a una niña rica que quiere trabajar, pensarían que solo es algo momentáneo que hace por diversión ya que esta aburrida.
—¿Hay algo más?
—¿Qué?
—Huiste de casa, ¿no es así?— Él...¿él cómo sabe eso?
—¿Por qué lo dices?
—Tu habitación. Está repleta de fotos tuyas viajando por el mundo, pero en ninguna de ellas está tu padre, algo extraño ya que al entrar a la casa lo primero que noté fueron los retratos familiares y créeme que en ninguno de ellos lucias una sonrisa tan genuina como en estas fotos— Y de repente mi distante jefe pareció decifrar los misterios de mi vida con tan sólo unas cuantos fotos.
—Me marché de casa hace como unos tres años y aún sigo creyendo que fue la mejor decisión que pude tomar.
—¿Cuál fue el motivo para que te fueras? Es claro que tus padres estaban muy felices de verte hoy, no puedo pensar en que pudo haber pasado.
—Eso es algo que no te incumbe, Ashford. No tienes que conocer cada mínimo detalle de mi vida, conformate con solo las cosas esenciales para poder sobrellevar este estúpido matrimonio.
—Entonces supongo que deberías saber algunas cosas importantes de mi, también— ¿De él? Fui su secretaria por tres años, no hay nada que no sepa de él ya.
—¿Cómo qué?
—Tuve un hermano gemelo— ¡Un gemelo! okey, eso si no lo sabía. —Desapareció cuando teníamos nueve años mientras acampabamos junto a nuestros padres en las montañas— Ver lo sumergido que estaba en sus recuerdos me dieron ganas de abrazarlo y decirle que todo estaba bien ahora. —Después de dos semanas se dieron por vencidos, mis padres se rindieron y prefirieron darlo por muerto, aún cuando no habíamos encontrado su cadáver.
—Siento mucho lo que ocurrió con tu hermano.
—A veces creo que mis padres ya lo olvidaron por completo pero yo trato de mantener su recuerdo vivo en mi lo más posible— Supongo que debajo de esa fachada de un jefe sin corazón al que no le importan los demás está el corazón de un niño herido que perdió a su hermano. —Perdón si te hice sentir incómoda, pero algo debía contarte, ¿no?
—Aprecio que hayas compartí eso conmigo.