Ansel y Emmett han sido amigos desde la infancia, compartiendo risas, aventuras y secretos. Sin embargo, lo que comenzó como una amistad inquebrantable se convierte en un laberinto emocional cuando Ansel comienza a ver a Emmett de una manera diferente. Atrapado entre el deseo de proteger su amistad y los nuevos sentimientos que lo consumen, Ansel lucha por mantener las apariencias mientras su corazón lo traiciona a cada paso.
Por su parte, Emmett sigue siendo el mismo chico encantador y despreocupado, ajeno a la tormenta emocional que se agita en Ansel. Pero a medida que los dos se adentran en una nueva etapa de sus vidas, con la universidad en el horizonte, las barreras que Ansel ha construido comienzan a desmoronarse. Enfrentados a decisiones que podrían cambiarlo todo, ambos deberán confrontar lo que realmente significan el uno para el otro.
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📌Novela Gay.
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Capítulo 12. Discusión de "pareja".
—Claro que te ayudaré —dijo Evan, dándole una palmada en la espalda, notando cómo su propia ansiedad se disipaba al ver a Ansel tomar una decisión—. Pero antes de cualquier cosa, necesitamos un plan. No podemos lanzarnos sin una estrategia. ¿Tienes alguna idea de cómo podríamos hacerlo?
Ansel frunció el ceño, pensativo. Sabía que si no lo hacía bien, todo podría salir mal, y lo último que quería era perder a Emmett, incluso como amigo. Se mordió el labio, buscando una respuesta en su mente.
—No lo sé —admitió finalmente—. Nunca he sido bueno para estas cosas. Lo único que sé es que necesito saber si Emmett realmente siente algo por mí o si solo me ve como un accesorio en su vida.
—Eso es lo primero que debemos averiguar —dijo Evan, con seriedad—. No puedes seguir con esa duda carcomiéndote por dentro. No es sano.
Ansel asintió lentamente, sabiendo que su amigo tenía razón. La incertidumbre lo estaba desgastando, y lo que más temía era que, si seguía ignorando sus sentimientos, acabaría completamente destrozado.
—Bien, entonces hagamos algo sutil al principio —sugirió Evan—. Algo que no lo asuste ni lo ponga a la defensiva, pero que nos dé pistas sobre lo que realmente siente. Tal vez podríamos ver cómo reacciona si empiezas a salir con alguien más, o si nota que alguien está interesado en ti.
Ansel lo miró con los ojos entrecerrados, considerando la idea.
—¿Tú crees que eso funcionaría? ¿No es demasiado obvio?
—No, si lo hacemos bien —respondió Evan con una sonrisa astuta—. No tienes que salir realmente con alguien, pero podemos crear la ilusión. A veces, las personas no se dan cuenta de lo que sienten hasta que ven que están a punto de perder a alguien importante.
Ansel meditó las palabras de su amigo. Aunque dudaba un poco, una parte de él no podía negar que la idea le atraía.
—Está bien, lo intentaré —dijo con más seguridad—. Pero necesito que estés conmigo en esto. No puedo hacerlo solo.
—No te preocupes, estoy contigo —respondió Evan con una sonrisa alentadora—. Lo haremos bien, y pase lo que pase, estaré aquí para apoyarte.
Ansel sonrió de vuelta, sintiendo una pequeña chispa de esperanza en su interior. Aunque todavía sentía miedo, saber que Evan estaba a su lado le daba la fuerza que necesitaba para enfrentar lo que viniera.
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Por la tarde, cuando todos se dirigían a sus casas, Ansel fue al lugar donde había acordado encontrarse con sus amigos después de despedirse de Evan. Al día siguiente comenzarían a llevar a cabo su plan.
—Hey —saludó desde lejos, pero solo Alex le respondió. Emmett parecía irritado y no se molestaba en ocultarlo.
—¿Con quién estuviste? —preguntó Alex—. Emmett dijo que ibas a estar con un conocido.
Los cuatro comenzaron a caminar hacia la salida. Ansel le echó una mirada de reojo a su mejor amigo, y una sonrisa de satisfacción se formó en su rostro al escuchar a Emmett bufar.
—Con alguien que acabo de conocer. Mañana se los presento.
—De acuerdo, pero hazlo, porque Emmett estuvo inquieto y desesperado.
Emmett estiró la mano y golpeó la cabeza de Alex.
—Cállate, enano —dijo Emmett mientras pasaba su brazo por encima del hombro de Ansel, acercándolo a él—. Y tú, no le creas, no me importa si no estás.
Ansel sonrió para sus adentros. Aunque Emmett no lo admitiera, sabía que estaba molesto.
—¿Qué no te importa? A cada minuto revisabas tu celular para ver si te había mandado un mensaje —dijo Alex mientras se alejaba un metro, protegiéndose detrás de Ronan—. Ni siquiera le prestaste atención a la chica que llegó a coquetearte.
Ansel levantó una ceja hacia Emmett, quien carraspeó y miró hacia otro lado. Ansel sintió una ligera satisfacción en el pecho.
—Ahí está papá —señaló Emmett, apuntando al coche negro estacionado a unos metros—. Nos vemos mañana.
Los cuatro amigos se despidieron y siguieron su camino. Ansel y Emmett subieron al automóvil, y la charla durante el trayecto fue agradable. Conversaron sobre su primer día de clases, sus compañeros y los posibles amigos que hicieron. Ansel se alegró al saber que no había ninguna chica que le interesara a Emmett en ese momento, o al menos eso fue lo que le dijo a su padre cuando lo cuestionó sobre algún interés romántico.
—Papá, me quedaré con Ansel un rato. Regreso en una hora —informó Emmett al bajar del coche y seguir a su amigo.
—De acuerdo, pero recuerda que cenamos juntos, así que no tardes.
Emmett asintió y corrió tras Ansel. El brazo de Emmett alrededor de su hombro hizo que Ansel sonriera para sí mismo. Los dos entraron y saludaron a Emily, quien estaba practicando una obra con su novio.
—An, hay comida en el microondas por si tienen hambre —les informó Emily. Ansel miró a Emmett, y él negó con la cabeza. A veces, no necesitaban palabras entre ellos, su conexión era fuerte, lo cual lo hacía sentir feliz.
—Más tarde —respondió Ansel, y Emily asintió antes de continuar con su práctica.
Subieron directamente a la habitación de Ansel. Apenas entraron, Emmett lo tomó del brazo y lo empujó contra la puerta.
—¿Con quién te quedaste? —le susurró en un tono bajo y posesivo. Ansel vio el brillo de celos en el rostro de su amigo, pero eso no era suficiente para él.
Desde pequeños, había visto a Emmett defender lo que consideraba suyo, y esa misma mirada surgía cada vez que alguien tomaba algo que él consideraba de su propiedad. Esa actitud reforzaba en Ansel la idea de que Emmett lo veía solo como un objeto de entretenimiento.
—Nadie importante, ¿bien? Ahora suéltame, me estás lastimando las muñecas.
Ansel trató de empujarlo, pero la fuerza de Emmett solo aumentó, haciéndolo retorcerse un poco de dolor. Emmett acercó su rostro, rozando sus labios sin besarlo, pero el calor comenzó a extenderse por el cuerpo de Ansel. Su corazón latía descontroladamente, sintiendo el impulso de besarlo, pero si quería demostrar que era más que un juego, debía contenerse.
—Ansel, dime, ¿con quién demonios estuviste? —Emmett acercó peligrosamente su nariz a su cuello, oliéndolo como un sabueso—. Tienes el perfume de otro en tu piel. El perfume de un bastardo.
Ansel se sorprendió por lo agudo que era el olfato de Emmett. Apenas había notado el aroma del perfume de Evan, pero sin duda se le había impregnado cuando este lo abrazó.
—Si te lo digo, prométeme que no te vas a enojar.
—Si empiezas con eso, me haces enojar aún más, así que solo dilo sin rodeos.
Emmett sentía la sangre hervirle del coraje. Para que Ansel tuviera el olor tan impregnado, alguien debió haberlo abrazado, y nadie debía tocar lo que él consideraba suyo.
—Pero suéltame primero.
Emmett lo pensó por un momento, tiró su mochila a un lado e hizo lo mismo con la de Ansel. Luego lo condujo hasta la cama, donde lo hizo sentarse a horcajadas sobre su regazo. Puso un brazo posesivamente alrededor de la cintura de Ansel, mientras su otra mano descansaba en su nuca.
—Habla —ordenó, con una voz tan profunda que hizo sonrojar a Ansel.
—Cuando iba entrando al aula, alguien empujó la puerta y me golpeó en la nariz.
—Eso no explica por qué tienes el aroma de otro —interrumpió Emmett, apretando ligeramente la cintura de Ansel.
—Déjame terminar —dijo Ansel, relajando sus manos y palmeando los hombros de Emmett, en un intento inútil de calmarlo—. La persona que me golpeó resultó ser Evan, el tipo borracho del otro día.
—¿Te está acosando? —preguntó Emmett, furioso—. Lo golpearé la próxima vez que lo vea.
—No me está acosando, y tú no vas a golpear a nadie. ¿Me escuchaste? Evan es buen tipo, solo estaba pasando por un mal momento con su novio. Se emborrachó e hizo estupideces, pero está arrepentido.
Emmett frunció el ceño y se levantó de golpe—. ¿Estás defendiendo al idiota que te besó a la fuerza?
—No lo estoy defendiendo, solo estoy siendo racional.
—Nadie racional hablaría bien de alguien que lo besó sin consentimiento, usando el alcohol como excusa.
—Está mal, lo sé. Pero Evan ni siquiera recuerda haberme besado.
—Y ahora lo estás justificando —dijo Emmett, llevándose la mano al puente de la nariz y suspirando, visiblemente estresado y enfadado.
—No es eso, solo que...
—No quiero escucharte si vas a seguir con lo mismo —lo interrumpió bruscamente. Con un gesto decidido, tomó su mochila, la colocó sobre su hombro y se dirigió hacia la puerta. Sin embargo, antes de salir, se detuvo, giró sobre sus talones y murmuró—: Mierda.
En un movimiento rápido, dio tres pasos hacia Ansel, le tomó el rostro entre sus manos y lo besó. El beso no fue ni demasiado corto ni demasiado largo; duró lo suficiente para que Ansel entendiera que Emmett lo había extrañado, pero lo dejó con un deseo latente de más.
—Nos vemos mañana. Come algo y no te acuestes demasiado tarde.
Sin añadir nada más, Emmett salió de la habitación y cerró la puerta tras de sí. Ansel se quedó allí, inmóvil, en el silencio abrumador de su habitación. La discusión con Emmett había sido más tensa de lo que había anticipado, pero de algún modo, el desenlace fue mejor de lo que esperaba.
Parecía como si hubieran discutido como una pareja, aunque Emmett seguía mostrando preocupación por él. Incluso lo había besado.
Quizás el plan de Evan no era tan mala idea, después de todo.