Después de Mientras tu no estabas Dinastía Beaumont, llega la pasión de un Beaumont donde relata la vida de los herederos Beaumont. Olivia Beaumont verá su vida sacudida luego de poner en peligro el imperio financiero familiar en peligro, Christopher contraerá matrimonio con la nieta del peor enemigo de su familia.
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Engaño
Matt contuvo un gruñido de frustración mientras pensaba en la conversación con su hermana Kat quien le lanzó preguntas preocupadas por teléfono.
La culpabilidad que Matt había sentido respecto a mentir a su familia sobre lo que estaba haciendo y dónde se alojaba en Londres, se evaporó de repente.
Se preguntó qué edad creía su hermana que tenía. Lo trataba como si fuera un adolescente vulnerable. Tenia casi veintinueve años y contaba con un doctorado, ¡distaba de ser un crío! Pero Kat, al igual que su hermana gemela Maddy se negaban a aceptar que él había crecido y tenía su propia vida que vivir.
En defensa de Kat, tenía que admitir que había ejercido el papel de madre, más que de hermana, desde que Matt tenía ocho años. La que creía su madre, Elsa, lo había relegado lo mas posible, Kat solia contarle cuentos jugar con el, ayudarlo con la tarea, y Matt era muy consciente de cuánto le debía a Kat por su cariño y lealtad. Matt reconocía que nunca podría olvidar ni dejar de agradecer el cariño de Kat.Sin embargo, estaba en Ashford, tras haber descubierto el posible paradero de su padre biologíco. Su familia pensaba que estaba disfrutando de unas largas vacaciones. Matt suspiró, sintiendo otro pinchazo de remordimiento. Quería a su familia con locura, eso era innegable, los adoraba.
Sin embargo,Matt tenía que admitir que esa no era la única razón de que se hubiera trasladado a Ashford, y a esa casa en concreto. De hecho, si cualquier miembro de su familia descubriera la auténtica naturaleza de su engaño, sería justificable que se enfurecieran con él. Pensó con tristeza que no lo entenderían, ninguno de ellos apreciaría la poderosa motivación que había tenido para trasladarse a Inglaterra y fingir ser lo que no era. Pero, al fin y al cabo, él no era como sus hermanos: sus opiniones sobre ciertos temas eran radicalmente opuestas a las suyas. El bien y el mal no eran tan blanco y tan negro como ellos creían, había múltiples tonalidades grises de por medio. Si las cosas iban como él esperaba, les diría la verdad. Pero en ese momento se encontraba en el inquietante principio de su misión, y la falsa imagen que había proyectado ya lo incomodaba. Antes de llegar a Ashford, Matt nunca había mentido. Había sido un joven lógico y sincero que había comprendido a temprana edad las consecuencias inherentes a la mentira. Sin embargo, allí estaba, supuestamente maduro e inteligente, mintiendo por doquier. Y, además, a gente encantadora. Se preguntaba por qué solo se había planteado los inconvenientes de su misión después de instalarse y empezar a trabajar. Era un claro indicio de su pésima planificación. Pero no podía renunciar a una causa que significaba tanto para él. Su familia nunca entenderían su punto de vista: simplemente desaprobarían con fiereza lo que había hecho. Matt en su opinión, había merecido la pena enterarse de la verdad, si lo era. Entretanto, estaba viviendo rodeado de lujos en un auténtico castillo medieval, que hacía siglos que pertenecía a la familia Fitzwilliam.
Acercarse a Richard y descubrir qué clase de hombre era había sido su mayor motivación al solicitar el puesto de trabajo como ayudante. Se había dejado llevar por motivos egoístas, sin pararse a considerar que la bomba de descubrir la existencia de un hijo adulto e ilegítimo podía destrozar su feliz matrimonio. Por esa razón no había dicho nada, debía reconocer que parecía un hombre agradable, pero aún no se imaginaba pidiéndole a que se hiciera una prueba de ADN para satisfacer su anhelo por saber quién era él en realidad...
Katherine observó a su hermano.— Vamos suéltalo o te acusare co nuestros padres.
— No soy un niño, está bien, pero promete que no dirás nada. — Matt le contó la historia...
— Mira lo entiendo pero después de mi experiencia con mi supuesto padre biologíco mandaría a un ejército de abogados y al F.B.I exclamó Kat. — Deberías decir la verdad.
—No quería hacerlo sin más. Cuando acepte el empleo quería ver cómo trataba a sus empleados y al resto de la gente. Además, ni siquiera estaba seguro de querer decírselo ni sabía si él lo aceptaría. Quería conocerlo y que él me conociera a mí. Por eso fui a Ashford.
— ¿Qué tal va?, pregunto Kat.
—Bien, es agradable comienza a agradarme dijo Matt aunque era consiente de que tenía un pequeño problema a la vista llamado Alexandra, quien lo seguía de cerca siempre.