Soy Gabriela y está es mi Historia:
"El nudo en mi garganta se hace cada vez más fuerte. Dejar a mi familia es una herida que nunca sanará por completo, pero la esperanza de un futuro mejor me impulsa hacia adelante. El Nuevo Mundo me ofrece un lienzo en blanco, una oportunidad para reinventarme. Sin embargo, el miedo a lo desconocido me acecha. ¿Podré adaptarme a una nueva cultura, construir una nueva vida? Y ¿qué lugar habrá en mi corazón para el amor cuando Edward, con su mundo de éxito y poder, se cruce en mi camino?"
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Capitulo XIII Esas cosas pasan
Gabriela pasó el día distraída en su trabajo, incapaz de concentrarse. Solo hizo un turno y, al salir, caminó sin rumbo hasta llegar al mismo parque donde estuvo en la mañana. Se sentó en una banca, recordando todo lo que pasó con Edward.
Gabriela: (Pensando) ¿Por qué la vida tiene que ser tan complicada? Vine aquí con un objetivo: superarme y lograr un cambio en mi vida. No vine a tener amoríos con hombres inalcanzables y tan peligrosos. Cuando lo tengo cerca, pierdo la razón y la conciencia. Es tan hermoso, sus brazos, sus besos… me siento en las nubes. Pero eso me va a traer problemas si lo mantengo cerca.
Gabriela suspira, sintiéndose dividida entre sus sentimientos y su razón.
Gabriela: (Pensando) Aunque existe la otra opción de dejarme llevar y vivir un romance, no importa que sea fugaz. Pero sé que debo evitarlo. Voy a salir lastimada y, en este momento, con mi situación, no podría soportar más dolor. Debo tomar decisiones.
Se levanta de la banca, decidida a hablar con Beatriz. Emprende el viaje a la casa de los Thompson, esperando encontrar claridad y apoyo en su amiga.
Gabriela llega a la casa de los Thompson más temprano de lo habitual. Beatriz, sorprendida al verla, nota que ha llorado.
Beatriz: ¿Qué pasa, Gabriela?
Gabriela: (Con vergüenza) Pasó algo grave. Me da mucha pena contarte y no quiero que pienses que soy una mala persona. Hice algo que puede perjudicar tu trabajo aquí en esta casa.
Beatriz: (Visiblemente sorprendida) ¿Tú qué hiciste? No me asustes.
Gabriela empieza a sollozar. Beatriz la calma y le dice que hable.
Beatriz: ¿Qué puede ser tan grave? Habla.
Gabriela: (Sollozando) Ayer, cuando te dormiste, salí al jardín como lo había hecho algunas noches. Pero anoche, mientras estaba allí, llegó Edward.
Beatriz: (Suspirando) Ay Dios, ya me imagino. Continúa.
Gabriela: Yo estaba meditando con los ojos cerrados, siempre lo hago para relajarme. Y de repente, siento que me acarician las mejillas. Abrí los ojos y su mirada me paralizó. Su belleza, lo imponente que es… Cuando ya estaba rozando mis labios, tomé conciencia y lo empujé.
Beatriz: ¿Eso fue todo? ¿Qué le dijiste?
Gabriela: Le dije que no se acercara más a mí, que no era de esas chicas para aventuras.
Beatriz: Gabriela, esas cosas pasan. Él es un hombre que cualquier mujer desearía. El problema es creer que se puede enamorar de una mujer como nosotras. Tranquila, no pasa nada.
Gabriela: (Con más angustia) Es que eso no fue todo. Esta mañana salí temprano porque no pude dormir. Y cuando iba por la calle, sentí que me llamaban desde un auto. Era él. Al principio no quise aceptar que me llevara, pero sabía que iba a insistir. Me subí y él me pidió disculpas por lo ocurrido, que no volvería a pasar, que me iba a respetar y mantener distancia. Fuimos a un parque cerca de la cafetería. Estábamos hablando y él me decía que no volvería a pasar, y de un momento a otro, sin saber cómo, nos estábamos besando.
Gabriela sigue su relato, colocándose las manos en la cabeza, visiblemente angustiada.
Gabriela: No quería parar. Como pude, tomé conciencia y lo aparté. Lo que sentí nunca lo había sentido. Quería quedarme en esos brazos. Perdóname, Beatriz. Burlé tu confianza.
Beatriz: ¿Y qué vas a hacer?
Gabriela: Tengo que poner distancia. No estoy para esto.
Beatriz: A veces la distancia no funciona. En la vida pasan situaciones como esa. Gabriela, no eres mala persona. Edward se veía interesado en ti desde que te vio por primera vez, su interés era evidente. No sé qué pasa por su mente, y no te culpo. ¿Quién en su sano juicio podría controlarse con Edward besando? ¡Ay Dios, Gabriela! Por lo menos puedes decir que probaste sus besos.
Gabriela: Beatriz, no seas así. No debí…
Beatriz: Bueno, lo que pasó, pasó. Te voy a contar mi historia para que no te juzgues tan duro.
Gabriela: ¿Tu historia? ¿Qué pasó?