Después de una tarde de amor pasión Hannah desaparece de la vida de Sebastián, dejándolo sumido en la más cruel desesperación. Pero él no escatimará en gastos, ni en esfuerzos para traerla de regreso a su vida. ¿La traerá para amarla o para hacerle pagar todo su dolor?
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CAPÍTULO 12
Hans se impulsó hacia adelante y sintió una hermosa barrera romperse. Él se sorprendió, para él era un privilegio que esta niña caprichosa le haya entregado su pureza. Esto lo hacía inmensamente feliz.
Victoria, por su parte, estaba adolorida, Pero poco a poco todo ese dolor fue sustituido por placer. Definitivamente, este hombre era un experto. Hans la hizo subir al cielo y bajar al infierno en ese mismo instante. Ella estaba disfrutando de cada caricia y de cada besó.
Ellos estaban inmersos en su burbuja de lujuria y pasión. Hans besó cada rincón del cuerpo de su pequeña caprichosa y la convirtió en su mujer.
Ellos derrocharon amor y pasión. Victoria sorprendió a Hans al subirse sobre él y cabalgarlo como una experta. Hans estaba entregando su corazón en ese precioso instante. Él estaba consumando un amor que no sabía que existía.
—Te amo —le susurró a Victoria y ella se estremeció. Él era guapo, maduro, interesante y millonario, Pero no era lo que ella quería en este momento en su vida. Ella quería libertad y esas dos palabras que Hans había pronunciado significaban todo lo contrario. Entonces, ella cerró los ojos e hizo silencio.
No negaría, no afirmaría nada. En este momento, solo quería disfrutar de todo el placer que este hombre le estaba dando.
Ellos se devoraron hasta quedar exhaustos, sudados y agotados. Hans la abrazó y se aferró a su hermoso cuerpo.
Victoria disfrutó del delicioso calor que emanaba de ese cuerpo perfecto y tonificado.
—Te amo —volvió a susurrarle Hans y el silencio volvió a ser su respuesta. Pero él sabía que tenía que darle tiempo a ella para asimilarlo.
Victoria se quedó dormida y Hans le acaricio el cabello y le delineó los labios con sus dedos antes de volver a besarla.
—Te amo mi pequeña caprichosa. —le susurró al oído y Victoria siguió profundamente dormida.
Hans también sintió su cuerpo relajarse y se rindió a los brazos de Morfeo.
Dos horas más pasaron y una sonrisa se dibujó en el rostro del hombre. Ese hombre que aún se encontraba desnudo y que no lograba controlar los latidos de su corazón. Él, aun con los ojos cerrados, extendió su mano para encontrarse con una triste ausencia, una dolorosa soledad.
Entonces Hans abrió los ojos y se sentó en la cama. Él estaba solo y se sintió frustrado. Él había pensado volver a hacerle el amor y después hablar de su compromiso. Pero bueno, le dará espacio para que ella asimile que su destino es estar juntos.
Hans se levantó y comenzó a vestirse
Mientras tanto, Victoria llegó a su casa, saludó a su madre y subió directo a su habitación. Ahí preparó el jacuzzi y se metió para relajarse.
Ella cerró los ojos y no podía evitar, sentir aún las manos de Hans recorrer su cuerpo. Ese hombre la tenía encantada, la había convertido en una mujer apasionada. Pero no estaba lista para un compromiso y Hans estaba enfocado en eso. Entonces sus caminos no debían volver a cruzarse.
Pero Hans tenía otros planes. Él se sonrió al ver en el espejo su espalda con rasguños.
—Mi pequeña caprichosa es toda una fierecilla —susurro para sí mismo, mientras que continuaba vistiéndose.
Hans se marchó a su casa con la esperanza de que al día siguiente volvería a ver a su prometida.
Pero habían pasado ya cuatro días desde su primera vez juntos y esta mujer no daba señales de vida.
Hans comenzaba a frustrarse y a sentirse de mal humor. El teléfono de ella lo enviaba directo al contestador.
Entonces, caminó hasta la oficina de Sebastián y abrió la puerta sin tocar.
Sebastián se sobresaltó y escondió una foto que tenía en sus manos.
—¿Dónde está tu hermana Victoria?
Sebastián solo lo observó de arriba abajo y comenzó a reírse a carcajadas y a negar con la cabeza.
—Ja, ja, ja. Bendito sea el karma de las hermanas fugitivas. Ja, ja, ja. No he hablado con Vicky, Pero la ayudaré a huir de ti, para que te sientas tan miserable, como me siento yo.
—No juegues con eso, Sebastián. Victoria es mi prometida y ella no va a dejarme.
—Ja, ja, ja. Se nota que no conoces a Vicky. Ja, ja, ja. Qué chistoso, Pero déjame decirte que Victoria y compromiso no existen en la misma oración. Así que bájate de esa nube.
Hans sintió un vacío en su estómago. No era posible que esto fuese cierto. Él jamás permitiría que su mujer lo abandone. No ahora que por fin ya ha encontrado el amor.
Hans salió furioso de la oficina de Sebastián y aún podía escuchar las carcajadas de su cuñado.
Pero él tomó su teléfono y llamó a un amigo hacker.
—Bits. Necesito encontrar a esa persona. Te acabo de mandar el número de teléfono. Lo necesito para ayer.
—Vaya, vaya. El doctor está enamorado.
—Cállate idiota. —le dijo Hans, con una sonrisa de idiota dibujada en su rostro.
—Ja, ja, ja. Dame cinco minutos.
—Te espero en mi auto. No te tardes.
El joven colgó y comenzó a teclear en su laptop y a los pocos segundos tenía la ubicación del número. Pero no sabía cómo decirle a su amigo.
Pero Hans estaba tan impaciente que lo llamo de nuevo.
—¿Dónde está? —le preguntó sin disimular su ansiedad.
—Amigo, no sé cómo decirte esto.
Un frío recorrió la espina dorsal de Hans. Él apretó el volante con su mano derecha y tomó una gran bocanada de aire para tratar de calmarse.
—Habla, maldita sea.
—Está en la suite presidencial del hotel Imperial.
Hans colgó el teléfono y golpeó el volante antes de encender el auto y acelerar hasta el fondo.
Él no sabía con qué se encontrará, pero si algún desgraciado se atrevió a tocar a su mujer, él va a matarlo con sus propias manos.