Vidas Cruzadas

Ander

Estaba nervioso, nos habían dado el fin de semana, aunque yo había entrenado en casa y había corrido para no perder el ritmo. No podía perder ninguna oportunidad para esforzarme más.

Mi corazón estaba latiendo fuertemente, le iba a presentar por primera vez una mujer a mi familia, bueno lo había hecho hace cinco años con alguien, pero ya de eso habían pasado muchas cosas.

—¿Y Daila? —Olivia me abrió la puerta del apartamento, mi futura cuñada real suspira.

—Está en crisis porque no sabe que ponerse —A lo lejos puedo ver como mi futura suegra mira desde el marco de la puerta a su hija, puedo sentir sus sollozos.

Me acercó despacio y la veo acostada boca abajo llorando.

—Mamá, ¿es por qué estoy gorda que nada me luce? Me hace ver muy rellena, como si estuviera bien para Ander.

—¿Quién te dijo esa mentira? —Ella se voltea a verme sorprendida, pero sus ojos se llenan más de lágrimas, mientras sus cachetes se ponen rojos.

—¿Qué haces aquí? Aun falta una hora para vernos.

—Lo sé, pero no me desagrada estar con tu familia.

—No me veo bien con nada, Ander, un vestido me hace ver obesa, un pantalón me marca en lugares que no me gustan, un short es aun peor que un vestido —Me acerco cuando ella se sienta en la cama, me siento a su lado.

—Eres hermosa, con vestido te ves como una diosa, con un pantalón te hace ver eso gigante que me hace alucinar, un short no puedes llevar porque te van a ver demasiado, no me siento preparado mentalmente para estar en una pelea de defender el territorio.

—Eres un bobo, soy una gorda más —Quería hacerle el chiste de "Gorda, me la pones", pero no sabía hasta que punto podía bromear con ella.

—Dios, si sigues diciendo eso, te voy a decir una barbaridad —Acaricio su mejilla y luego su cabello, era largo, se veía muy bonito y me encantaba jugar con él.

—¿Qué cosa? —Me mira, pero esos ojitos de "Atrévete a decirlo"

—Qué gorda me la pones —Por primera vez le robo un beso, me levanto de una. —Ponte, el pantalón con el que te sientas más segura y la camisa que me encanta.

La veo aturdida y me mira muy sorprendida y yo solo le sonrió.

Casi media hora después, ella sale de su habitación, con un pantalón de tela y la camisa azul de rayas que me encanta. Se veía hermosa y cuando dio la vuelta me mordí el labio, para cerrar los ojos y pensar en que mañana tendría que dar vueltas en la cancha.

—Qué hermosa te ves, hija —Su mamá le da una tierna sonrisa y la llama con la mano para abrazarla.

—Ya sabe, señora, nos debe esperar para comer la cena, además quiero ver el partido, ¿puedo verlo aquí?

—Claro que sí, siempre eres bienvenido Ander —Me acerco para darle un beso en la mejilla y luego a Olivia.

—Si le hacen daño a mi hermana —Olivia hace la seña de corta el cuello y yo no puedo evitar reír —Ya sabes qué sucederá.

—Tendré cuidado.

Salimos del edificio, y puedo ver como Daila está nerviosa, demasiado nerviosa, pero no deja de caminar firmemente para llegar al auto.

—No me siento preparada mentalmente para conocer a los padres de mi novio falso.

—Solo va a estar mi mamá y mi hermana —Ella me mira, queriendo preguntar por mi papá —Está ocupado.

—Está bien, cuando te sientas seguro, me podrías contar las cosas —Asiento.

En el camino ambos vamos callados, no me gustaba estar así con ella.

—Me tocará irme a Bogotá, verán que tan bueno soy, si paso en el próximo juego podré estar.

—¿no se acerca el mundial?

—Sí, también inicia los juegos para hacer parte de eso.

—¿Estás nervioso?

—No, he luchado por esto, haré todo por conseguirlo.

De esa forma empezamos a hablar sobre mi sueño de fútbol, omitiendo ciertos detalles de mi familia y demás, logramos llegar. Mi madre estaba esperando afuera de la casa, la misma casa que mi padre nos hizo mucho daño.

—Hijo —mi madre se acercó para abrazarme, y yo acepté su abrazo con una mezcla de cariño y resignación—. Preséntame a tu acompañante.

—Se llama Daila Molina, es mi novia —dije, sintiendo una oleada de nervios. La cara de mi madre se transformó en una mezcla de sorpresa y duda, pero no dijo nada, solo asintió.

A los segundos, mi hermana salió corriendo y saltó sobre mí.

—¡Hermano! Mamá me dijo que nos ibas a visitar —dijo mientras me daba un gran abrazo. Luego, se separó y, por un momento, ignoró por completo a Daila. Respiré profundo, preparado para lo que venía.

—Sí, con mi novia —repetí, esta vez con más firmeza. Agarré la mano de Daila y besé el dorso, mostrando mi compromiso y cariño por ella.

Mi madre y hermana intercambiaron miradas, pero no dijeron nada. Sabía que les tomaría tiempo aceptar la situación, pero estaba decidido a que entendieran lo importante que Daila era para mí.

Entramos a la casa, no había cambiado mucho desde que me fui a los 19 años. Se sentía vacía y llena de carencias emocionales, era hermosa, tenía todo para decir que era de un gran futbolista en el pasado.

—Le dije a Marle que cocinará tu favorito —Cachetes me mira emocionada, no puedo evitar reír.

—No creas que tengo gustos exóticos.

—Pensé que sí, pareces un niño que creció en cuna de oro —Sonrió mientras acaricio su cabello.

—No estás muy equivocada —Ella me mira, pero una mirada triste.

—Mi niño, has crecido mucho —Escucho la voz de Marle, la señora que es la que cocina desde que tengo uso de razón. Me levanto para saludarla y darle un abrazo.

—Ya no tengo 10 años —Digo con una sonrisa, ella me mira y acaricia mi mejilla. Ella era quien me daba dulces a escondidas o quien me consolaba cuando mis padres discutían —Esta es mi novia, Daila Molina.

—Un placer, cariño —Le da una sonrisa y un abrazo —Espero veas el hombre tan maravilloso que tienes a tu lado.

—Lo veo, cada día desde que lo conocí —Unas miraditas hasta que escucho la risita de mi hermana.

—No hagas mucho escándalo, solo eres una más, no mereces nada de mi hermano. Eres una mujer gorda que solo quiere sentirse importante.