Crepúsculo De Alianzas

El pasillo resonaba con los pasos firmes del príncipe Aldarion, Galadriel, Thalion y Aranor mientras discutían sus planes para el ataque al valle de Lirien. La tensión en el aire era palpable, y cada uno estaba concentrado en la estrategia que estaban trazando.

—Debemos actuar con cautela, pero con determinación —dijo Galadriel, su voz firme y decidida—. No podemos permitir que los lobos sigan controlando el valle.

Thalion asintió, su mirada fiera reflejaba su determinación.

—Estoy de acuerdo. Debemos expulsarlos y reclamar lo que es nuestro por derecho —añadió, su mano apretando con fuerza la empuñadura de su espada.

Aranor, el más joven del grupo, escuchaba atentamente, absorbiendo cada palabra con seriedad.

—Pero no debemos subestimar al enemigo. Los lobos son astutos y feroces en la batalla —advirtió—. Necesitaremos un plan sólido si queremos tener éxito.

Mientras avanzaban por el pasillo, se toparon con Lord Thalassian, el padre de Elyssia. El príncipe Aldarion se detuvo junto a ellos, interrumpiendo la discusión estratégica.

—Mis amigos, debo despedirme por ahora. Tengo asuntos que discutir con Lord Thalassian —anunció, su tono serio y decidido.

Galadriel, Thalion y Aranor intercambiaron miradas antes de asentir en silencio. Sabían que el príncipe tenía que tratar asuntos importantes con el padre de su amada.

—Que la fortuna te acompañe, mi príncipe —dijo Galadriel con solemnidad, inclinando la cabeza en señal de respeto.

Thalion y Aranor se unieron al gesto, mostrando su apoyo al príncipe en su tarea.

Aldarion se despidió brevemente de sus colaboradores y luego continuó caminando por el pasillo, solo con Lord Thalassian a su lado.

La tensión entre ellos era evidente, pero también se podía sentir un sentido de determinación compartida mientras se dirigían hacia su encuentro. Había mucho en juego, y sabían que debían enfrentar los desafíos que les esperaban juntos, como aliados y, en cierta medida, como familia.

El príncipe Aldarion y Lord Thalassian caminaban por el pasillo del castillo con pasos pesados, cada uno sumido en sus propios pensamientos sobre el destino de Elyssia. La preocupación se reflejaba en sus rostros mientras compartían el peso de la incertidumbre.

—¿Sabes algo más de ella? ¿Alguna noticia desde Nocturnia? —preguntó Aldarion, su voz cargada de ansiedad mientras miraba a Lord Thalassian en busca de respuestas.

El elfo suspiró, su expresión sombría revelando la gravedad de la situación.

—Una paloma mensajera llegó hace poco con la noticia de que su matrimonio con el vampiro fue celebrado ayer en Nocturnia —respondió, su tono lleno de pesar—. Lamentablemente, la carta me llegó apenas hace dos días, por lo que no pude partir de inmediato hacia Nocturnia para estar presente. No me dejaron estar en la boda de mi hija, Aldarion

Aldarion apretó los puños con rabia contenida, sintiendo cómo la impotencia y la frustración se apoderaban de él. La idea de Elyssia casada con el príncipe vampiro le resultaba insoportable, y estaba decidido a hacer todo lo posible para rescatarla de ese destino.

—Haré pagar a todos los responsables por esto —declaró con determinación, su mirada ardiente reflejando su firme resolución—. Me aseguraré de que Elyssia regrese sana y salva a mi lado.

Lord Thalassian asintió solemnemente, reconociendo la determinación del príncipe y su compromiso con su hija.

—Confío en ti para cumplir esa promesa, mi príncipe —respondió, colocando una mano reconfortante sobre el hombro de Aldarion—. Elyssia estará en buenas manos contigo.

Con una determinación renovada y un sentido de propósito, el príncipe y el padre de Elyssia continuaron su camino, preparándose mental y emocionalmente para los desafíos que les esperaban. Había una batalla por delante, una lucha por el amor y la libertad que estaban decididos a librar juntos.

La determinación ardía en los ojos del príncipe Aldarion cuando se reunió con Galadriel y Thalion en una sala privada del castillo. Les miró con seriedad, consciente de la urgencia de la situación.

—Los planes han cambiado —anunció con voz firme—. Debemos partir hacia Nocturnia lo antes posible y acabar con el príncipe vampiro y su reinado de terror.

Galadriel frunció el ceño, evaluando las palabras del príncipe con cautela antes de responder.

—Primero debemos asegurarnos de que la manada del norte deje de ser una amenaza —replicó, su tono reflexivo mientras consideraba las implicaciones estratégicas—. Solo entonces podremos enfrentarnos a los vampiros con éxito.

Thalion asintió en acuerdo, añadiendo su perspectiva a la conversación.

—Adelantar nuestros planes solo generará más problemas —convino, su voz tranquila pero firme—. Necesitamos ser metódicos y asegurarnos de que cada paso que demos esté respaldado por una cuidadosa planificación.

Sin embargo, antes de que pudieran discutir más a fondo, un mensajero llego y llamo al príncipe a los aposentos de su majestad el rey. Aldarion se despidió brevemente de sus compañeros y se encaminó hacia la reunión con su padre.

En los aposentos del rey, Aldarion encontró a su padre esperándolo con una expresión seria. El rey lo miró con intensidad antes de abordar el tema que lo había llevado a llamar a su hijo.

—Debes casarte, Aldarion —dijo el rey, su voz resonando con autoridad—. Es hora de que establezcas una alianza política que fortalezca nuestro reino.

El príncipe frunció el ceño, su mandíbula apretada con frustración mientras respondía con determinación.

—La única mujer que amo es Elyssia —declaró con firmeza, su mirada desafiante—. No me casaré con nadie más.

El rey suspiró, sabiendo que no sería fácil convencer a su hijo de lo contrario. Pero también comprendía la importancia de los matrimonios políticos en el juego de poder entre los reinos.

—Entiendo tu posición, hijo, pero debes considerar las necesidades de nuestro reino —respondió con seriedad, buscando un compromiso—. Hay mucho en juego, y necesitamos tomar decisiones que beneficien a Evergreen.

El príncipe se mantuvo firme en su determinación, pero sabía que esta conversación estaba lejos de terminar. Había mucho en juego, y tendría que encontrar una solución que equilibrara sus deseos personales con las responsabilidades de su posición como príncipe heredero.