"En medio de una bulliciosa ciudad, donde el susurro de personas apresuradas y luces parpadeantes, el tiempo parecía desvanecerse para dos almas destinadas a encontrarse sin saberlo. Ella, una joven hermosa de mirada perdida, llevaba sobre sus hombros el peso de un pasado difícil. Él, un hombre inteligente, magnate de los negocios, caminaba por las calles escondiendo un dolor profundo teniendo la certeza de que su vida cambiaría de manera inesperada".
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Capitulo XV Confía en mí
La noche apenas empezaba, Sebastián tomo la mano de Aurora y la llevo hasta una pequeña casita decorada con enredaderas y luces blancas, una vez ahí la acercó a él, agarrándola de la cintura y empezaron una danza al son de la hermosa melodía que se escuchaba al fondo, esa noche estaba resultando ser muy especial y significativa, por primera vez la joven estaba sintiendo el verdadero amor, aunque aún no lo entendía su cuerpo daba señales de ese nuevo sentimiento, una mezcla de emociones abrumadoras y mariposas en el estómago se hicieron presentes. Su corazón estaba latiendo con fuerza, sus mejillas se ruborizaban al mínimo gesto romántico de su pareja, cada mirada y toque de sus manos lanzaba una corriente eléctrica por todo su ser, lleno de significado. La joven se sentía emocionada, estaba nerviosa, feliz y un poco inquieta, pero sobre todo llena de ilusión y expectativas. Esta cena sería un momento mágico y especial que recordaría para siempre.
Sebastián no pudo controlarse más y la besó, al principio fue un beso suave, que poco a poco subió de intensidad, aunque no lo quería reconocer para él, ella no le era del todo indiferente, sin darle más largas al asunto, la alzó en sus brazos y la llevo dentro de la casa que estaba al final del jardín, está era una casa de verano que el abuelo le había regalado por su matrimonio, y que mejor uso le daría que satisfacer las exigencias de su abuelo.
Aurora estaba perdida en sus pensamientos y no veía nada más que a su esposo, la belleza de Sebastián la tenía hipnotizada, a tal punto que se dio cuenta de que habían subido unas escaleras, al entrar a la enorme habitación Sebastián coloco suavemente en la cama a Aurora, volvió a besarla ubicándose encima de ella, recorriendo su cuerpo con sus manos.
"Eres tan hermosa", comento Sebastián mirándola a los ojos.
Sin dejar que Aurora reaccionara la volvió a besar apasionadamente haciéndola perderse en el placer.
Al día siguiente Aurora despertó debido a los rayos de luz que se colaban a través de las ventanas de la habitación, a su lado estaba Sebastián, él aún dormía, se quedó observando el hermoso rostro de su esposo, no podía creer lo que había pasado la noche anterior, todo fue tan mágico, tan especial.
"Buenos dias", saludo Sebastián abriendo los ojos.
"Buenos dias", respondió Aurora sonrojada.
"¿Cómo te sientes?", pregunto Sebastián acariciando el cabello de Aurora.
"Estoy bien, solo un poquito adolorida", susurro Aurora sonrojada.
"¿Fui muy brusco?, ¿donde te lastime?", pregunto Sebastián preocupado.
"No, no pienses así, además fuiste muy amable y tierno", respondió Aurora rápidamente para no seguir preocupado a su esposo.
"Quiero que seas sincera conmigo y si algo no te gusta ten la confianza de decirme", Sebastián era todo un caballero y aunque le estaba ocultando algo a Aurora el quería que ella estuviera bien.
"Esta bien, confiaré en ti", respondió Aurora acercándose en el pecho de Sebastián.
"Voy a pedir el desayuno, el día de hoy te quedaras descansando", Sebastián se puso de pie y fue al baño después de pedir el desayuno, Aurora se quedó acostada en la gran cama pensando que todo era un sueño y que pronto despertaría y se encontraría en la casa Ledezma siendo torturada por Lucrecia, el miedo y la importancia se adueñaron de la mente de la joven haciendo que se escondiera bajo las sábanas, Sebastián salió del baño media hora después y la consiguió en posición fetal y temblando como una niña asustada.
"Aurora, Aurora, ¿Qué pasó?, ¿qué tiene?", la angustia en la voz de Sebastián era muy notoria.
"Por favor no me sueltes, no quiero despertar de este sueño", dijo Aurora con desesperación.
"No es un sueño, aquí estoy y no permitiré que te vuelvan a lastimar", aseguro Sebastián abrazando a su esposa.
"Tengo miedo de despertar y encontrarme de nuevo en casa de mi padre", respondió Aurora con temor.
"¿Qué tanto te hicieron mi ángel?", Sebastián pregunto en un susurro, él quería saber que tanto le habían hecho a un ser tan puro como la mujer que estaba temblando entre sus brazos.
"No quiero hablar de eso", Aurora ya estaba más tranquila, Sebastián no quiso insistir, así que respeto su espacio.
Mientras Aurora se aseaba el desayuno había llegado, Sebastián preparo una especie de picnic, el quería que ella se sintiera tranquila, necesitaba que Aurora no sufriera más crisis, una vez tuvo todo listo fue a la habitación, al entrar se encontro con su esposa usando un vestido blanco que el había dejado sobre la cama, su cabello caía en ondas sobre su espalda, sus labios estaban aún más rosados que antes y lo llamaban a que los besara, su mirada transmitía calidez, si rostro angelical lo atraía como una droga y su bien formado cuerpo lo hacía querer hacerla suya de nuevo.
"¿Pasa algo?", pregunto Aurora confundida.
"No, es solo que no me canso de ver lo hermosa que eres", respondió Sebastián sonriendo con picardía.
"Solo exageras, mejor vayamos a comer, muero de hambre", contesto Aurora tomando de la mano a su esposo y saliendo con él hacia el pasillo.
"No estoy exagerando, eres muy hermosa, seré la envidia de todos mis amigos", aseguro Sebastián.
Aurora no tomaba en serio sus palabras, el solo decía esas cosas para no hacerla sentir mal, porque en realidad ella sabía que no era nada bonita y con lo guapo que era su esposo conseguiría alguien hermosa con quién vivir rápidamente. Sebastián estaba al tanto de la baja autoestima de Aurora, ella ni creía en su hermosura, cuan equivocada estaba, y aunque Sebastián tenía en su corazón a otra persona, él era consciente que tener a su lado a una mujer como Aurora haría a muchos morir de envidia.
La mañana la pasaron sentados en el césped hablando de cualquier cosa, Sebastián no perdía oportunidad de besar los tiernos labios de Aurora quienes lo invitaban a besarlos.