Diana es una mujer que llegó a la gran ciudad cuando apenas era una adolescente, tuvo que trabajar en diversos oficios, hasta que conoció a Lucas, el hombre que la llevaría a conocer el mundo de las Damas de compañía...
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Lo vi.
Diana.
Llevo a Luciano a la escuela, Susana y Amahía pasaron el fin de semana con nosotros, fuimos a la playa, también al centro comercial, al cine a ver alguna película animada. Fue un fin de semana muy ameno junto a mi gran amiga. Casi no estuve en casa, quería evitar a toda costa estar cerca del capullo de mi cuñado.
Me despido de mi príncipe de amor, para marcharme a la tienda principal donde se encuentra Rafi, hoy tenemos que revisar los libros de contabilidad pues al ser inicio de semana, debemos hacer inventario de comienzo, el sábado hacemos otro, con el fin de ver qué tanto hemos vendido durante la semana. Me detengo en un semáforo, mientras me aplico un poco de labial, miro hacia un lado de la calle y mi corazón se detiene, justo viene saliendo del banco principal de la ciudad, Teodoro, un poco más maduro, pero tan hermoso como siempre. El sonido de claxon me saca de mi letargo, lo veo alzar la mirada hacia donde provoqué la retención de tráfico, no sé si logró verme, tampoco es que me voy a quedar a averiguar si lo hizo o no.
Llego muerta del susto a la tienda, tanto que Rafi ha salido a ayudarme a entrar y sentarme en una silla.
- Vamos tía, ¿qué te ha pasa'o? - me pregunta mientras me entrega un vaso de agua.
- Lo vi, Rafi, lo vi... - las palabras se me atoran en la garganta.
- Pues coño, ¿a quién has visto, tía?
- Al padre de Luciano, él... él está aquí.
Mis manos tiemblan y mis ojos se cristalizan, tengo tantas emociones encontradas. Mi amor sigue intacto, ahora si que estoy segura.
- Joder tía, debes calmar tus nervios, quizás solo fueron ideas tuyas.
- No, no, era él. - digo al tiempo que niego con la cabeza - Lo reconozco donde sea, solo está un poco más mayor, pero sigue siendo tan guapo como lo recuerdo.
¿Y si nos encontramos? ¿Qué haré si nos llegamos a ver frente a frente?
El resto del día estuve ansiosa, tanto que Rafi fue a buscar a mi hijo a la escuela, tenía pavor de salir y encontrarlo en la calle. Espero que su paso por la ciudad sea fugaz.
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Teodoro.
Vengo saliendo del banco junto a Edgar, luego de haber adelantado varios requisitos que pide el banco para hacer el convenio, cuando el sonido de los cláxones llama mi atención, en el semáforo hay una van y miro hacia la ventanilla del conductor impertinente, creo que mis ojos me están jugando una mala pasada, la mujer dentro de ese coche es idéntica a Diana. No logro verla mejor pues arranca y conduce como alma que lleva el diablo. No me dio tiempo ni de ver la matrícula.
¿Lo bueno?
En este sitio hay un sistema de cámaras, las ventajas de tener una empresa de seguridad.
- Si eres Diana, te he pillado. - digo bajito sonriendo por su manera de irse. Sigue siendo tan loca como antes.
- ¿Decís algo? - me pregunta Edgar.
- Nada, cosas mías.
Mando un mensaje a mi jefe de seguridad para que consiga las grabaciones de las cámaras en los últimos 15 minutos, le mando mi ubicación en tiempo real para que sepa dónde debe buscar, sobretodo que logre dar con la matrícula del coche.
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Diana.
Ya más tranquila, me voy para mi casa junto a Luciano que se ha quedado dormido después de tanto jugar. Rafi me ayuda a meterlo a la van y sentar en su silla para niños. Llegamos a casa, yo lo cargo, quejándome un poco por lo pesado que está, mi príncipe de amor ha crecido mucho, ya no es mi bebé, ahora es mi hombrecito, tan parecido a su padre, mira que no sacar nada de mí.
Entro a la casa y al cerrar la puerta, entro a mi habitación, hoy quiero dormir con mi pequeño, después de haber visto a Teodoro he quedado intranquila, temo mucho a su reacción si llega a enterarse de que tenemos un hijo y que por miedo a su rechazo hacia nosotros, jamás le dije nada.
No me excuso, pero si tengo argumentos válidos para haber ocultado información tan importante, él de hecho me entregó la pastilla del día después todas las veces que tuvimos sexo sin protección.
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Teodoro.
¡Bingo!
''Te he encontrado al fin Diana Batista, no te voy a dejar escapar esta vez'' - pienso mientras leo la información de la matrícula del coche.
Ya sé dónde vive, sé que es de noche, pero muero por verla, así que la iré a ver, quizás me eche de su casa, pero no voy a renunciar tan fácil a la posibilidad de hacerla parte de mi vida, de hacer las cosas correctas esta vez.
Bajo a la recepción del hotel para pedirle al encargado que me pida un servicio de taxi. Espero alrededor de 10 minutos y le indico la dirección de la casa donde vive mi rubia loca.
El taxi se detiene frente a una casa, que más bien es un chalet muy bonito.
¡Aquí vamos!
Gracias por tan excelente novela.