Con un gran y doloroso problema sobre sus hombros, Flavia es acorralada de nuevo, sin embargo, la gran confusión la sumergirá en un mar de sensaciones y dolor. El amor no siempre es claro, el amor es solo amor.
Como toda madre, su principal deseo es velar por el bienestar de su hijo, aun si tiene que hacer cosas que la degradarían a más no poder. Como aquel contrato que firmó, donde a cambio de salvar a su hijo, tendría que darse como pago. Volviéndose así en la amante de su benefactor.
Una vez acabado aquel acuerdo, ya no tendría nada que hacer como aquel hombre que devoró sin piedad todo su ser; sin embargo, la vida caprichosa tenía preparado otros planes.
¿Podrá su herido corazón tener espacio para volver a creer en el amor?
¿Podrá el destino apiadarse de aquella madre abnegada?
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Cap. 19 Glenda, deberías ayudarme
Saúl jaló a Santiago hasta la casa para que ayude a empacar y él lo haría, sus niños estaban pequeños, se adaptaban rápido, él estaba feliz de tener a Saúl quien lo tiene embobado por él, y toda esa sonrisa desapareció cuando vio a Flavia en la puerta con cara de asesina.
—Santiago, Pascualito no puede ir con nosotros, debe sacar documentación para que viaje de un país a otro, no es así de fácil —dijo Flavia tratando de no estrangular a Santiago, solo le decía que si a su hijo sin siquiera reparar en los contratiempos.
Saúl puso sus hermosos ojos tristes, mientras que Flavia no sabe a quién de esos dos va a asesinar primero.
—Oh, entiendo, pero en mi jet privado no creo que haya problemas, además que cualquier documentación la conseguiré, ahora deberíamos apurarnos, esa gente llegará al país, quiero instalarlos a ustedes y estén cómodos —dijo Santiago mientras acaricia la cabeza de Saúl y este le sonríe con complicidad, Flavia quiere vomitar sangre.
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Mientras esto pasaba, en Thriso City, el abuelo de Santiago corría de arriba para abajo como un adolescente, Perla estaba fuera y no parecía volver rápido, Santiago había avisado que volvía con su familia y debían esperarlo con todo listo, aunque él ya había hecho algunas adecuaciones para la llegada de los niños, no esperó tener la dicha que le caiga Flavia en el paquete, y era como navidad con todos los regalos deseados.
—Señor Fabricio, se va a matar si sigue corriendo, así — dijo Glenda que era el ama de llaves, ella estaba alistando todo y lo tenía bajo control, en cambio, ese revoltoso lo estaba empeorando todo con sus idas y venidas.
—Glenda, deberías ayudarme, mis bisnietos ya llegan, estimo que al anochecer tendré a esas bellezas aquí, solo quiero que todo esté en orden, además que ella viene. Debemos tratarla con cuidado, solo seremos firmes si ella se porta maleducada, pero mientras tanto hay que ser cordiales, es la madre de los niños y logró conquistar a este tonto remilgoso, no es poca cosa. Le dio dos preciosuras, así que seamos un poco delicados —dijo Fabricio, mientras que Glenda se tapa la boca para no reír, pareciera que fuese él quien va a traer a la novia y no su nieto.
Perla entró al lugar con una mirada tranquila, pero había un remolino de sentimientos en ella.
—Perla, ayuda un poco mujer para que lleguen los niños, Santiago ya viene y aquí todo hace falta —dijo él mirando a Perla con reproche y Glenda lo mira con más reproche, ya que insinúa que ella no hizo nada.
Perla se alejó un poco, y asintió, más no decía mucho, se fue a su habitación para terminar de hacer sus maletas, ella viviría en la casa de invitados al fondo de la propiedad, realmente está conflictuada.
Fabricio solo dio un suspiro, sabe lo que le pasa, cuando Santiago le dijo lo que había pasado y sin omitir detalles, Perla cambió repentinamente, ella se volvió seria y taciturna, parecía que se había apagado repentinamente, algo que le aprecia muy extraño, ya que ni siquiera cuando se enteró que su estúpido hijo Marck la traicionaba, ella se había sentido así o visto de esa manera.
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En la hacienda, Flavia sube a los autos las cosas de los niños, ella solo mira de vez en cuando a Santiago quien está subiendo todo a velocidad de la luz, mientras tanto, Gerardo y Aleida miran la situación desde la ventana.
—Gerardo, ¿crees que eso funcione? —dijo Aleida mirando la situación.
—No lo sé, pero estoy seguro de que ese hombre no solo está arrepentido, no es solo remordimiento lo que o mueve, creo que si la ama, la amo mucho, pero fue la situación que los separó, y unos investigadores ineptos que prefirieron informar lo más obvio sin buscar la verdad. Si ellos hubieran hecho su trabajo, se habrían enamorado de forma natural, él no es fácil y ella estaba con el corazón roto y asustada por Saúl, debieron solo acercarse y enamorarse como lo hace la gente común —dijo Gerardo, mientras que Aleida asiente. Ella sabe que eso podría haber pasado, ellos se atraen mucho, aunque Flavia está ofendida con él, hay cosas que no se pueden ocultar.
Fulvia estaba en el avión, había llevado a los mellizos a dormir al dormitorio privado, ellos estaban inquietos, el vuelo es largo y ellos se sentían incómodos por no estar en un lugar conocido.
Santiago estaba sentado en el sillón, mientras veía unas revistas, pero sentado en su regazo y usándolo como un gran sillón, estaba Saúl quien comía fruta, de a momentos, le alcanzaba un trozo a Santiago quien lo comía y seguía leyendo, las manos del niño estaban sucia de tanto jugo, pero a Santiago no le disgustaba esto.
Flavia miraba la situación sin entender, Santiago era el tipo de persona que no usaría la cucharilla de otra persona, no bebería de la tasa de alguien más.
Pero ahí estaba, con un niño bullicioso en sus faldas y comiendo de esa manito pegajosa.
—Cariño, deberías descansar, ve a recostarte —dijo ella, mientras los mira y ninguno le da importancia, Flavia miró a su hijo y volvió a declarar.
—Saúl, cariño, ¿me oyes?, dije que debías descansar —dijo ella un poco perdida, ya que nadie la miraba.
—Oh, perdón mami, pensé que le hablabas a mi papi, lo siento —dijo el niño con una mirada inocente, mientras que Flavia se puso roja como un tomate y Santiago solo aguantaba la risa, ese bribón era una fiera.
Flavia se apresuró a tomarlo de la mano y llevarlo al baño para lavarlas y llevar a ese revoltoso para dormir un poco, aún tenían tres horas de vuelo.
Santiago se quedó viendo sus revistas con una sonrisa en los labios, él la reconquistará, si no lo logra, al menos podrá decir que lo intentó con todo, sin darse cuenta, había estirado la mano y se comió un pedazo a medio comer de Saúl y se lo comió distraídamente, las cosas eran demasiado cómodas para él, no lo había notado, pero él había modificado su comportamiento sin notarlo.
(autocorrector travieso)
😒😒😒